lunes, abril 28, 2014

En la muerte del PSC



Hace una década, tras veintitrés triunfales años de pujolismo, Convergència i Unió salió de la Generalitat, con la consiguiente pérdida masiva de poltronas, de cargos de confianza y de la poderosa llave de las subvenciones.

En aquel momento, muchos pensábamos que a medio plazo íbamos a asistir a la autodestrucción de CiU, porque una coalición que no tiene más ideología que el poder, más atractivo que su supuesta buena gestión y más principios que el dinero, no podía pasar una larga temporada en la oposición sin que sus integrantes se acuchillaran entre ellos. A los 6 meses de perder la Generalitat, la pérdida masiva de votos en las elecciones europeas de 2004 (51% PSC vs. 17% CiU) parecía que iba a acelerar las cosas: entre socialistas, populares y republicanos se iban a merendar las diferentes facciones convergentes y aquí paz y después gloria. Está claro que como pitonisos, algunos no nos podemos ganar la vida.

Al cabo de 10 años, CiU ha sobrevivido a los años de oposición, como un solo hombre y sin peleas internas (peleas que, curiosamente, han arreciado al recuperar el poder). Y en cambio, el PSC, el que estaba llamado a ser el gran partido de la centralidad, el gran aglutinador de la mayoría social catalana, el gran imperio que jamás iba a caer, se está yendo por la borda.

Al final, la única gran noticia del falso proceso hacia la falsa independencia catalana está siendo el fenomenal descalabro del PSC, el otrora Partido Inexpugnable. Tantos años presumiendo de ser los más catalanistas entre los catalanistas; tantos discursos señalando a los malos catalanes; tantas respuestas parlamentarias de Montilla preguntando a Daniel Sirera "¡Ustedes no están al servicio de Cataluña! ¿Al servicio de quién están ustedes?"; tantas campañas haciendo esa propaganda insultante de "tú eres un buen catalán y tú estás contra Cataluña"; tantas ocasiones mirando para otro lado (cuando no justificando) cuando los nacionalistas más recalcitrantes insultaban y agredían a los dirigentes del PP o de C's; tantos años sembrando odio, y ahora resulta que los que no pueden ir tranquilos por la calle, los anticatalanes, los odiados, los insultados y los agredidos también son ellos. Si le cuentan a la exministra Salgado que una imbécil ha agredido a Pere Navarro en Terrassa al grito de "¡¡Hijo de la grandísima puta!!", supongo que la ínclita dirá que el problema lo tiene Pere Navarro, que no ha aprendido suficiente convivencia.

Naturalmente, las ratas han sido las primeras en abandonar el barco, y ahí tienen a los que siempre han sido nacionalistas antes que socialistas yéndose de número 2 en la lista de ERC o dimitiendo en bloque de sus cargos en la ejecutiva gerundense, pero no de sus cargos públicos. Después de las próximas elecciones municipales de 2015, tal vez muchos más vayan tomando los botes salvavidas hacia diversas direcciones. Después de destruir las finanzas públicas, de pasar el cerebro de los escolares por la Thermomix con ese maravilloso sistema educativo que tenemos, de ser los impulsores del señalamiento de los buenos y los malos ciudadanos y de masacrarnos a impuestos, ahora el PSC está muerto y eso hay que celebrarlo. No lloren su pérdida, no notaremos ningún cambio: en Cataluña quedan seis partidos socialdemócratas más (Convergència, Unió, PP, Esquerra, Iniciativa y Ciudadanos), así que ningún votante se quedará huérfano, si es que eso les preocupa. Aquí los que estamos huérfanos cabemos en un ascensor.