jueves, noviembre 27, 2008

El sectario por antonomasia


En este país hay hombres extraordinariamente sectarios. José Montilla es uno de ellos. Los que pudieron presenciar ayer la sesión de control al gobierno catalán en el Parlament asistieron a uno de los mayores espectáculos de chulería política que se recuerdan.

Preguntado por Daniel Sirera acerca de las decisiones (que son ninguna, ya se lo avanzo yo) que ha tomado en materia de empleo el gobierno Montilla para hacer frente a la avalancha de EREs, cierres de empresas y bajas de autónomos, el president, en un alarde de cortesía parlamentaria, de rigor en la respuesta y de sentido de Estado, contestó:

"Es cierto que hay personas a las que no les están yendo tan bien las cosas en los últimos meses. Por ejemplo a usted, que ya no es presidente de su partido".

En su réplica, Sirera se quejó de las formas montillescas, y fue aplaudido por sus compañeros de grupo parlamentario y hasta por algún diputado de CIU. Esto es lo único bueno que se puede decir sobre José Montilla ayer: por primera vez ha logrado que todos los diputados del PP catalán apoyen a Daniel Sirera en algo. Y esto, créanme, es verdaderamente novedoso.

Los oradores de CIU, Oriol Pujol, de PP y de Ciutadans, Albert Rivera, recibieron ayer una triple ración de buen talante socialista. A los tres, el Honorable les habló como si estuviera en un mitin. Montilla se debe creer que sigue en el ayuntamiento de Cornellà y puede seguir respondiendo lo que le salga de los huevos, le pregunten lo que le pregunten, sin miedo a que nadie se alarme ante sus chulerías propias de un cacique. El problema es que, efectivamente, Cataluña ha dado repetidas muestras de ser, ante el poder local, como una inmensa Cornellà.