jueves, abril 28, 2016

En la muerte política de Carmen Chacón

En febrero de 2008, en la presentación de resultados anuales del Banco Santander, un periodista británico le preguntó a Emilio Botín por cuál era el techo de beneficios futuros que veía para el banco. Botín, que pilotaba un emporio que acababa de comerse al ABN Amro, que se hacía fuerte en Inglaterra tras relanzar el Abbey, que batía records de beneficios en España y que empezaba a conocerse en todo el mundo por el patrocinio en la Fórmula 1, respondió en inglés macarrónico: The sky is the limit. Lo que ocurrió en los años siguientes ya lo hemos visto.

En esa misma época, había otra persona para la que tampoco parecía haber límites. Carmen Chacón. De concejal de segunda en Esplugues, a persona de la máxima confianza de Rodríguez Zapatero. En la oposición (2000-2004), demagoga en nivel troll, focalizada en la política educativa del PP (en la no-política, habría que decir) y en la guerra de Irak, la guerra injusta, ilegal y no sé qué más. En el gobierno (2004-2011), no menos demagoga. Ministra de Vivienda y Ministra de Defensa. En Vivienda, huía -literalmente- si le preguntaban si en España había burbuja inmobiliaria. En Defensa, ya no le parecía ni injusto ni ilegal apoyar una guerra en Libia para derrocar a Gadafi. En los mítines del PSC, la máxima defensora de los intereses de Cataluña, asociando el ser un buen catalán con ser socialista y con odiar al discrepante (porque aquello era odio), con unos silogismos que en nada se diferencian de los que ahora asocian ser un buen catalán con ser separatista y con odiar al discrepante. En plena campaña de 2008 se descubrió que se había inventado un doctorado en Derecho y no pasó nada, porque lo importante era que si tú no vas ellos vuelven.

Para Chacón por aquel entonces tampoco parecía haber límites, y lo que ocurrió en los años siguientes ya lo hemos visto también. La protegida de Zapatero, la esposa del influyente Barroso, la ministra embarazada, la posible futura líder de PSOE, la candidata más votada de la historia del PSC, pasó posteriormente a ser la derrotada por Rubalcaba, la candidata menos votada de la historia del PSC y la cabeza de lista desechada por sus propios compañeros de partido. Es un placer ver la bilis que el catalán medio escupe hoy cuando le hablas del PSC en general o de Carmen Chacón en particular, y recordar cómo ese mismo catalán medio daba por descontado en las generales de 2008 que si no votabas a los socialistas eras un hijo de puta, y que si no defendías los intereses de Cataluña por qué no te ibas a cagar a Madrid.

Ahora Chacón es un cadáver político a quien no aprecian ni en su propio partido. La Biblia aguanta el paso del tiempo mejor que ningún otro libro, y es difícil ver a Carmen Chacón sin recordar que los mismos que un día te vitorean con palmones y ramas de olivo, al cabo de un tiempo pueden pedir tu crucifixión.

En medio del erial intelectual que hoy en día es el Congreso de los Diputados, el único consuelo que nos queda es ver cómo de vez en cuando van desfilando políticos por la máquina de picar carne que han sido siempre los aparatos de los partidos. ¿Quién será el próximo en ser devorado?