martes, septiembre 12, 2017

Crónicas del prusés (III): Unas cuantas preguntas

Me había prometido a mí mismo que, como el esfuerzo inútil conduce a la melancolía, era mejor dejar de escribir sobre Cataluña por una buena temporada. No solo dejar de escribir, sino intentar vivir de la manera más normal posible, es decir, vivir como si Cataluña no existiera.

He resistido unos meses pero llega un momento en que el estómago de uno no aguanta más y, por inútil que sea, no puedo dejar de escribir algunas preguntas que se me ocurren:

  1. La semana pasada, ¿no habría sido mejor que el todavía presidente de la Generalitat hubiese firmado por decreto la revocación de la Constitución y el Estatuto, y la convocatoria de lo que él llama referéndum? Total, si es ilegal de cabo a rabo, ¿no era más digno para la institución que él representa hacerlo así, en lugar de montar un trasunto de Asamblea Constituyente de Venezuela?

  1. Los prusesistas dicen que todo se está haciendo de forma escrupulosamente legal. ¿Qué tendría que hacer la presidenta del Parlamento de Cataluña para que los nacionalistas admitieran que se salta las normas? ¿Meterse una raya de coca en un Pleno, allí delante de todos, o algo así?

  1. En la misma línea, ¿qué tendría que hacer el todavía Presidente de la Generalitat para que los nacionalistas admitieran que se salta las normas? ¿Sacarse la chorra en una comparecencia, o algo así?

  1. En las sociedades prósperas, las instituciones tienen que funcionar, los contratos se respetan: por ejemplo, si quedamos a las siete, nos vemos a las siete. Si las instituciones no son fiables, la incertidumbre se maximiza y la prosperidad transmuta en selva. En la Cataluña libre y soberana que nos prometen, ¿falsificar la firma de un fedatario público como es el secretario del Parlament será delito o da lo mismo?

  1. El todavía presidente de la Generalitat dice que a él solo lo puede inhabilitar el Parlamento. En la Cataluña libre y soberana que nos prometen, ¿el poder ejecutivo estará sometido al poder judicial o da lo mismo?

  1. En medio del éxtasis y la autocomplacencia en que viven, ¿los prusesistas no han parado a pensar que, en su afán por buscar la máxima pureza soberanista con todas las consecuencias, tal vez pueden estar perdiendo algún leve apoyo electoral futuro? ¿Puede ser que las tornas cambien y el prusés sea una fábrica de unionistas?

  1. ¿No es descorazonador que, fuera de Cataluña, los principales valedores intelectuales de la independencia sean Julian Assange, Arnaldo Otegi y el Varoufakis?

  1. En la Cataluña libre y soberana, dado que España será ya un país extranjero, ¿que un estadio de fútbol silbe contra el himno español, o que un dirigente político diga que foteu pena tots els espanyols, o que uno que dice que es filósofo diga que hay que evitar a toda costa que una española sea alcaldesa de Barcelona podrá considerarse xenofobia? Algo habremos avanzado.

  1. Además del presidente de Estados Unidos y del de la Generalitat, ¿ustedes conocen a algún otro gobernante de un país occidental que se dedique a insultar a medios de comunicación por Twitter?

  1. ¿A ningún independendista le da asco lo infatiloides que resultan las movilizaciones de la ANC, con sus inscripciones, sus pseudocoreografías, y sus anuncios de que los ejes básicos de la república catalana van a ser justicia y bienestar social, democracia, diversidad, solidaridad, equilibrio territorial, sostenibilidad, cultura y educación, innovación y apertura al mundo? ¿Nadie huele el tufo mitad pueril, mitad norcoreano de tales declaraciones de intenciones?

  1. Si José María Aznar tuviera a su disposición una máquina del tiempo y pudiera viajar a la primavera de 1996, ¿volvería a acordar con Convergència i Unió aquella tregua ideológica que consistía en apoyo electoral en el Congreso de los Diputados a cambio de disolver la oposición en el Parlamento de Cataluña?

  1. Si José María Aznar tuviera a su disposición una máquina del tiempo y pudiera viajar a la primavera de 1996, ¿volvería a acordar con Convergència i Unió la retirada de la Guardia Civil de Cataluña para que, en palabras de Jordi Pujol, los catalanes pudieran sentirse en su casa?

  1. Si José Montilla y José Zaragoza tuvieran a su disposición una máquina del tiempo y pudieran viajar al quinquenio 2004-2009, ¿volverían a montar aquellas campañas electorales infinitamente sectarias, que inoculaban el odio al contrincante político hasta la náusea, que presentaban al PP no como adversario político sino como enemigo del pueblo de Cataluña?

  1. Si José Montilla tuviera a su disposición una máquina del tiempo y pudiera viajar al verano de 2010, ¿volvería a convocar una manifestación en contra de una sentencia judicial y bajo el lema Nosaltres volem decidir? ¿No fue aquello la semilla de la deslegitimación del poder judicial y del falso binomio “el pueblo” contra “los jueces”, que el PSC inició y del que ahora intenta apearse demasiado tarde?

  1. ¿Por qué la ANC pide donaciones para pagar las sanciones a Artur Mas? ¿No quedamos en que hay que desobedecer? Si el 2 de octubre van a dejar de regir las normas españolas, ¿qué más da si Mas no paga esa sanción?

  1. Los independentistas manejan estos escenarios: En el mejor de los casos (el menos probable), habrá una alteración del orden constitucional español por la vía de los hechos consumados. En el peor de los casos (el más probable), tras un simulacro de referéndum, habrá disturbios más o menos violentos, pero se acabará manteniendo el orden público y los tribunales terminarán con un millar de personas, entre consejeros, cargos de confianza, miembros de la mesa del Parlamento, alcaldes y secretarios municipales, imputados, condenados… e indultados tras una negociación posterior con el próximo Gobierno de España. ¿No creen que, manejando esas hipótesis, los estrategas de la Generalitat piensan que, en realidad, tienen poco que ganar pero nada, absolutamente nada, que perder?

  1. La Ley de Régimen Local exige que en la fachada del ayuntamiento tiene que estar la bandera de España y en el salón de plenos el retrato del Rey. Si el presidente del Gobierno hubiera querido, habría podido aprobar hace años una leve modificación de esa Ley para proclamar que los acuerdos de los plenos no son válidos si lo anterior no se cumple. Es un ejemplo tonto de un detalle, entre otros muchos, que durante años se podrían haber implementado para dejar claro quién manda. Ahora el gobierno intenta a toda prisa dejar claro quién manda y quizás ya es tarde. Si el gobierno ha renunciado durante años a recordar por la vía de los símbolos que Cataluña está bajo soberanía española y durante años muchos alcaldes han hecho lo que les venía en gana sin represalias, ¿por qué espera que ahora esos mismos alcaldes cumplan con las leyes y las resoluciones judiciales?

  1. ¿Es cierto que los catalanes que están “votando” desde el exterior lo están haciendo enviando por carta un código QR, un documento firmado… y una fotocopia del DNI? ¿Se puede atestiguar de manera indubitada la identidad de alguien con una fotocopia?

  1. ¿No es triste pero inevitable que los independentistas sean un bloque monolítico, ilusionado, con lemas tan simples como convincentes y potentes, y en la acera de enfrente los llamados partidos unionistas no se soporten entre ellos, traten de robarle votos y protagonismo al vecino, no tengan convicciones y no valgan ni para hacer demagogia barata?

martes, octubre 11, 2016

Crónicas del prusés (II): El interés

Decíamos ayer que, preguntados acerca de para qué demonios quieren la independencia, el motivo más habitual que esgrimen los secesionistas no es en realidad un motivo: justificar con el llamado derecho a decidir lo adecuado que es separarse del resto de España es como justificar lo bueno que es tener de líder del PSOE a Pedro Sánchez con el derecho de los militantes de base a elegir el líder del PSOE. En el fondo no se está entrando a valorar lo bueno o lo malo de la independencia o lo bueno o malo del liderazgo de Pdro Schz, simplemente uno se sale por la tangente y no responde.

-
Bueno, pero los catalanes tenemos motivos sobrados, ni mucho menos es solo el derecho a decidir -responderá entonces el indepe-. ¡A los catalanes nos interesa la independencia! (pongo en cursiva lo de los catalanes por la manía esa que tienen los separatistas más recalcitrantes de tomar el todo por la parte cuando se refieren a sí mismos como los únicos catalanes posibles)

¿Qué es eso de que "a los catalanes nos interesa"? Si me creyera la historia esta, al parecer los catalanes tenemos una economía más productiva que la extremeña, menos funcionarios que en Extremadura, más ganas de trabajar que los extremeños, más inteligencia que los extremeños, más impuestos que los extremeños, peores autovías que los extremeños y estamos más cerca "de Europa" que los extremeños, y además está el yugo opresor del gobierno español que bloquea maquiavélicamente cualquier inversión extranjera en Barcelona para evitar hacerle sombra a Madrit. Ustedes pueden creer que estoy ridiculizando o menoscabando los argumentos serios de los independentistas, pero prueben ustedes a sintonizar una tertulia de TV3 cualquier día y verán que me he quedado corto; o si les parece que una tertulia no vale porque hay que buscar tribunas donde se lancen opiniones más ilustradas, prueben ustedes a hojear el diario de sesiones del Parlamento de Cataluña a cuenta de cualquier debate de cualquier sesión de cualquier año reciente (¡o lejano!) y, aunque no aparecerá *literalmente* lo que he escrito, si leen entre líneas lo verán clarísimo. Como decía, a los catalanes nos ocurren todas estas desgracias mientras los madrileños nos oprimen y los extremeños hacen el zángano a nuestra costa. Por lo tanto, a los catalanes nos interesa independizarnos: si Cataluña se convierte en una nación soberana, tendremos más infraestructuras, tendremos menos impuestos y además los pocos impuestos que tengamos no saldrán de Cataluña para alimentar a los vagos extremeños, atraeremos más actividad económica porque los chinos se pondrán a invertir como locos en el puerto de Barcelona, el mundo nos señalará asombrado al vernos como la perla del Mediterráneo, y seremos más felices porque nos habremos convertido en un paraíso terrenal y, sobre todo, fiscal.


Creo que cualquier día de estos el Institut Nova Història anunciará que el cuadro anterior ha sido erróneamente atribuido a un neerlandés durante varios siglos, y que en realidad no lo pintó Hieronymus Bosch sino el ciudadano de Collbató Jeroni Bosch. En el cuadro, a la izquierda vemos la Cataluña originaria, en el centro la Cataluña independiente y a la derecha la Cataluña autonómica.

Aunque ahora no lo crean, no es la intención de este post analizar si la situación de Cataluña que describen los nacionalistas catalanes es o no es del todo cierta, ni si es o no es del todo culpa del yugo opresor madrileño, ni si el futuro que vislumbran para cuando acabe el prusés es o no es del todo verosímil. Antes de eso, hay que fijarse en un concepto: ¿qué es esto de la independencia por interés?

Desde hace milenios, la organización espontánea del hombre como animal social, los intercambios mercantiles y culturales entre pueblos, la fuerza ejercida por las élites, los progresos científicos o tecnológicos en diversas culturas, etcétera, han acabando forjando en todas las civilizaciones del mundo unas estructuras que detentaban el poder coercitivo, que recaudaban tributos y se adjudicaban el dominio sobre territorios, sobre mares y por supuesto sobre individuos. Primero eran señoríos, imperios o reinos. Hoy en día son los Estados-Nación modernos. Hoy, los Estados-Nación modernos se han formado por una confluencia de factores como los antes enumerados, además de por azar, por sangre o por coitos entre reyes. Hoy, en Occidente, no está muy claro si hay algo tangible que nos haga realmente iguales, si hay algo que nos mantiene en común a los ciudadanos de un Estado-Nación moderno y nos diferencia de los del Estado-Nación moderno de al lado.

Sí parece bastante claro, en cambio, que los ciudadanos de un mismo Estado-Nación moderno nos solemos reconocer entre nosotros como coetáneos, sometidos a unas mismas dinámicas, partícipes de unos mismos principios de justicia y de acción. Entre nosotros nos vemos como iguales y ello no significa que compartamos intereses ni objetivos: permítanme que me ponga socialdemócrata durante 20 segundos, entre nosotros puede haber ancianos, o gente desatendida, o gente desempleada, y ello no impide que entre todos compartamos unos ciertos principios no escritos de unidad de acción. Formar parte de un mismo Estado moderno, democrático, es ser ciudadanos que se reconocen entre ellos como cercanos, sin que ello impida que puedan tener intereses contrapuestos, y ni que tengan ninguna clase de homogeneización ni cultural ni de ningún otro tipo.

¿Qué es eso de que Cataluña se independice del resto de España "por interés"? Si tuviera que hacer una lista de todas las personas, españolas o no, con las que no me intersa en absoluto volver a cruzarme, tendría para varios días. Lo de colocar una frontera donde no la había es algo muy serio, y que tus principios de justicia y unidad de acción los definas solo sobre aquellos individuos sobre los que tienes intereses es, por decirlo suavemente, ligero, entre otros motivos porque seguramente yo comparto muchos más intereses con otro barcelonés, o con un madrileño o con un londinense que con un señor del Pont de Suert, lugar que tal vez no visitaré en la vida. Valorar como iguales a ti solo a los que te interesan es algo que vemos hacer a Sheldon Cooper en The Big Bang Theory, y que nos parecería profundamente inmoral si viéramos a alguien obrando así en la vida real. Pero esto está ocurriendo en Cataluña y hay quien lo ve como un argumento perfectamente respetable. Yo respeto intelectualmente cien veces más a los que intenten encontrar diferencias culturales, o lingüísticas, o xenófobas para justificar la independencia de Cataluña que a los que la defiendan porque es lo que "nos interesa". Que les zurzan.

martes, septiembre 20, 2016

Crónicas del prusés (I): Confundir el cómo con el qué

Años antes de que eclosionara el prusés, cuando al economista autodenominado liberal Xavier Sala Martín le preguntaban por qué era independentista catalán, él respondía lo siguiente (en este ejemplo de 2007, en el minuto 02:35):



"Yo soy independentista, pero no independentista catalán, o no solo independentista catalán, soy independentista de cualquier país que quiera la independencia. Si un conjunto de personas decide de manera democrática hacer una nación nueva a través de un referendum, yo no veo cómo ninguna persona democrática puede oponerse."

Ya antes de empezar el prusés estábamos con el mismo sofisma. Sin duda, este motivo es uno de los más frecuentes que cualquier independentista da cuando es preguntado al respecto. Fijense bien en la respuesta: cuestionado por la coña esta de la independencia, Sala Martín no responde a lo que se le pregunta, sino que en realidad explica que lo suyo es independentismo subrogado. No me imagino a alguien respondiendo "Yo soy capitalista porque si una mayoría de gente decide democráticamente que está a favor del capitalismo, no veo cómo ningún demócrata puede oponerse", o "Yo soy monárquico porque si una mayoría de gente decide democráticamente que el país tiene que ser monárquico, no veo cómo ningún demócrata puede oponerse". Lo normal cuando a uno le preguntan si es capitalista o socialista, o monárquico o republicano, o si prefiere carne o verduras, es que dé algún tipo de respuesta mínimamente sustanciada. Ni siquiera hablo de respuestas intelectualmente elevadas o que requieran una reflexión profunda. Cuando a alguien le preguntan por su ideología o por sus preferencias, lo normal es que dé algún tipo de motivo, no que se subrogue a lo que digan los demás. Responder "porque si la mayoría lo quiere, ningún demócrata se puede oponer" suena a escapismo, a querer rehuir la pregunta real.

Desde que empezó la coña esta del prusés, el 80% del tiempo se está dedicando al cómo y no al qué. Se está huyendo del debate último sobre cuáles son los argumentos reales que hay detrás del separatismo o del llamado unionismo, y se centran los esfuerzos 'intelectuales' en el cómo: que si la consulta con cajas de cartón del 9-N tenía validez o no, que si votando de tal o cual manera está bien, que si un 51% es suficiente o si hace falta un 80%, que si votos o escaños, que hay que ver qué malos son los fascistas españoles que no nos dejan sacar las urnas, que si las encuestas dicen que esta semana hay 10 independentistas más. Es mucho más difícil, en cambio, escuchar debates sobre el qué. Y no es exclusivo de los indepes, porque oigan: alertar sobre las supuestas consecuencias económicas terribles (o sobre los supuestos beneficios maravillosos) de una secesión también es huir del debate sobre el qué, aunque de eso hablaremos otro día. En una pugna política, siempre es intelectualmente más fácil renunciar a dar la batalla de las ideas. El presidente del gobierno, sin ir más lejos, es un adicto a ese vicio.

Siempre es más sencillo dar motivos vagos como "es lo que quiere la mayoría" que tener que bajar al barro a contraponer puntos de vista. Así que, para examinar los argumentos del separatismo y los contrarios, de entrada hay que tirar a la basura todo cuanto verse sobre el derecho a decidir, porque eso es irrelevante y desvía el foco real de la discusión. Si uno es independentista porque cree que "si la mayoría de los que me rodean lo son, tiene que ser bueno, y tendrían que poder votar sobre ello", es que más que independentista es un poco cortito, la verdad.

martes, septiembre 13, 2016

Crónicas del prusés: preludio

Es difícil ponerse en la piel del otro, pero creo que si yo fuera independentista catalán y mis líderes llevaran 5 años diciéndome:

(1) que Cataluña va a ser un nuevo estado de Europa (manifestación del 11 de septiembre de 2012),

(2) que estas van a ser las últimas elecciones autonómicas (las de noviembre de 2012),

(3) que vamos hacia la independencia (corro de la patata gigante del 11 de septiembre de 2013),

(4) que ahora es la hora (manifestación del 11 de septiembre de 2014),

(5) que vamos a votar si queremos ser independientes y esto ya es irreversible (autodenominado proceso participativo del 9 de noviembre de 2014),

(6) que vamos a proclamar la independencia el 23 de abril de 2015,

(7) que estas van a ser la últimas elecciones autonómicas (las de septiembre de 2015),

(8) que vamos a proclamar la independencia en un plazo de 18 meses a contar desde la celebración de las últimas elecciones autonómicas (las de septiembre de 2015),

(9) que vamos a proclamar la independencia en un plazo de 18 meses a contar desde la investidura del nuevo presidente de la Generalitat (enero de 2016),

(10) que está todo a punto (manifestación del 11 de septiembre de 2016),

(11) que el año que viene por estas fechas estaremos celebrando la proclamación de la independencia (manifestación del 11 de septiembre de 2016),

(12) y que el año que viene vamos a convocar las últimas elecciones autonómicas, que serán constituyentes (manifestación del 11 de septiembre de 2016);

algo me hace pensar que, al cabo de cinco años, estaría empezando a sospechar si no me están tomando el pelo. Como no soy independentista, al ver a la turba manifestarse con tanto entusiasmo cada 11 de septiembre, lo único que pienso a estas alturas es que solo pueden pasar dos cosas:

- los manifestantes no se dan cuenta de que les están engañando, y por lo tanto son completamente gilipollas;

o bien

- los manifestantes en el fondo saben que les están engañando, pero les da igual porque mola formar parte de una masa tan grande, y por lo tanto son bastante gilipollas.

Sinceramente no veo otra posibilidad, y espero que la situación real está siendo la segunda: no tengo mucho respeto por mis coetáneos en general, pero siempre me reconfortaría saber que la mitad de los me rodean no son idiotas perdidos. Ante este fenómeno de cada 11 de septiembre, ante las consecuencias reales que está teniendo y las que no está teniendo, creo que es interesante dedicar algunas entradas.

Estos años me he resistido mucho a escribir sobre el prusés, primero porque es un tema ya muy manoseado por todos los opinólogos y tertulianos varios, y segundo porque creía que era un asunto que iba a durar cuatro días, pero ya no aguanto más. En los próximos martes habrá que repasar cómo hemos llegado hasta aquí; cuáles están siendo las consecuencias reales del prusés y cuáles no; y qué podría hacer el gobierno, si estuviera presidido por alguien sin ser dominado por la pereza y la atonía, para tratar de reconducir la situación. Nos vemos.

jueves, abril 28, 2016

En la muerte política de Carmen Chacón

En febrero de 2008, en la presentación de resultados anuales del Banco Santander, un periodista británico le preguntó a Emilio Botín por cuál era el techo de beneficios futuros que veía para el banco. Botín, que pilotaba un emporio que acababa de comerse al ABN Amro, que se hacía fuerte en Inglaterra tras relanzar el Abbey, que batía records de beneficios en España y que empezaba a conocerse en todo el mundo por el patrocinio en la Fórmula 1, respondió en inglés macarrónico: The sky is the limit. Lo que ocurrió en los años siguientes ya lo hemos visto.

En esa misma época, había otra persona para la que tampoco parecía haber límites. Carmen Chacón. De concejal de segunda en Esplugues, a persona de la máxima confianza de Rodríguez Zapatero. En la oposición (2000-2004), demagoga en nivel troll, focalizada en la política educativa del PP (en la no-política, habría que decir) y en la guerra de Irak, la guerra injusta, ilegal y no sé qué más. En el gobierno (2004-2011), no menos demagoga. Ministra de Vivienda y Ministra de Defensa. En Vivienda, huía -literalmente- si le preguntaban si en España había burbuja inmobiliaria. En Defensa, ya no le parecía ni injusto ni ilegal apoyar una guerra en Libia para derrocar a Gadafi. En los mítines del PSC, la máxima defensora de los intereses de Cataluña, asociando el ser un buen catalán con ser socialista y con odiar al discrepante (porque aquello era odio), con unos silogismos que en nada se diferencian de los que ahora asocian ser un buen catalán con ser separatista y con odiar al discrepante. En plena campaña de 2008 se descubrió que se había inventado un doctorado en Derecho y no pasó nada, porque lo importante era que si tú no vas ellos vuelven.

Para Chacón por aquel entonces tampoco parecía haber límites, y lo que ocurrió en los años siguientes ya lo hemos visto también. La protegida de Zapatero, la esposa del influyente Barroso, la ministra embarazada, la posible futura líder de PSOE, la candidata más votada de la historia del PSC, pasó posteriormente a ser la derrotada por Rubalcaba, la candidata menos votada de la historia del PSC y la cabeza de lista desechada por sus propios compañeros de partido. Es un placer ver la bilis que el catalán medio escupe hoy cuando le hablas del PSC en general o de Carmen Chacón en particular, y recordar cómo ese mismo catalán medio daba por descontado en las generales de 2008 que si no votabas a los socialistas eras un hijo de puta, y que si no defendías los intereses de Cataluña por qué no te ibas a cagar a Madrid.

Ahora Chacón es un cadáver político a quien no aprecian ni en su propio partido. La Biblia aguanta el paso del tiempo mejor que ningún otro libro, y es difícil ver a Carmen Chacón sin recordar que los mismos que un día te vitorean con palmones y ramas de olivo, al cabo de un tiempo pueden pedir tu crucifixión.

En medio del erial intelectual que hoy en día es el Congreso de los Diputados, el único consuelo que nos queda es ver cómo de vez en cuando van desfilando políticos por la máquina de picar carne que han sido siempre los aparatos de los partidos. ¿Quién será el próximo en ser devorado?

domingo, febrero 07, 2016

El secreto a voces que no era tal

Les digo una cosa: yo fui alumno de Joaquín Benítez en el colegio Maristas Sants-Les Corts. Todos los que pasaron por allí desde los ochenta lo tuvieron como profesor de Educación Física.

El colegio Maristas Sants-Les Corts es un colegio normal. Como cualquier adolescente, durante mis años en ese instituto tuve momentos muy buenos y momentos muy desagradables. El colegio padece los mismos problemas y tiene los mismos discutibles métodos pedagógicos progresistas que cualquier otra escuela. No obstante, probablemente, si hiciéramos una clasificación este centro estaría por encima de la media en cuanto a nivel de disciplina y de exigencia a los alumnos (pero con los tiempos que corren, con gente que llega a la selectividad perpetrando faltas de ortografía, tampoco es ningún gran elogio). Más allá de la plegaria a primera hora de la mañana, de colegio religioso tenía poco porque, con el paso de los años, las escuelas católicas han ido diluyendo el cristianismo con el respeto a la multiculturalidad, la no violencia y el ecologismo. No se hacía ningún proselitismo ideológico en las clases, salvo por supuesto el talibanismo sociolingüístico de los profesores de Catalán, ya hace más de quince años.

Con sus luces y sus sombras, el colegio Maristes Sants-Les Corts era un colegio normal. Por eso a mí y a mucha gente estos días se nos ha quedado cara de tontos. Porque no notamos nada, nunca vimos nada raro en Joaquín Benítez, ahora pederasta confeso. Un señor aparentemente afable, con fama de pasar muchas horas en el colegio, obsesionado con eso que él llama shootball y con que a sus clases fuésemos con calcetines blancos. Nunca oí el menor comentario sobre posibles abusos, ni a ningún compañero que se hubiera sentido incómodo con él. Yo de hecho hasta antes de ayer ni sabía que tuviera una camilla en su despacho. Tal vez buscaba perfiles de víctimas muy concretos, porque dudo que hubiera podido abusar de algún compañero de mi promoción sin que se hubiera corrido la voz. Sí es cierto que se las daba de pseudomédico y afirmaba, cuñadísticamente, que podía detectar problemas de espalda solo con vernos caminar, pero no recuerdo que pretendiera detectárselos a nadie de mi entorno.

No tengo ninguna necesidad de defender al colegio: una de las cosas que nos inculcaron allí fue que tienes que espabilar y sacarte tú mismo las castañas del fuego, por lo tanto ya se apañarán para defenderse ellos. Solo querría dejar escrito aquí con mi nombre que, contra lo que la prensa comenta estos días en boca de personas anónimas, ni era un secreto a voces (al menos no entre 1997 y 2001) que hubiera abusado de algún niño, ni los que estuvimos allí aquellos años vimos nada raro. El que tenga que denunciar, que lo haga y con todas las consecuencias. El runrún anónimo de twitter y todo lo demás es bullshit.

lunes, diciembre 28, 2015

CUP y periodismo cuñado

Que la CUP es una farsa de principio a fin, empezando por su líder y acabando por sus militantes de base, anticapitalistas con Iphone 6, lo sabemos desde hace tiempo. El happening de ayer, con su sucesión de votaciones para ver si al final, repitiendo y repitiendo, acababa saliendo que sí, ni añade ni quita nada a la imagen de estercolero (¡sin metáfora!) que dan los miembros de ese partido.

Por eso me enervo cuando veo cómo viene la prensa hoy, la escrita y la online, llena de cuñados que repiten como un solo hombre el mantra ese de que lo de la CUP es un esperpento porque la probabilidad de empate en la (tercera) votación de ayer era, concretamente, del 0.03%. Sorprende, o no, esa capacidad que tienen los periodistas de copiarse los unos a los otros, de repetir como loritos una chorrada sin plantearse si lo que están diciendo tiene algún sentido. De tratar de contrastar si quien haya 'calculado' esa probabilidad lo ha razonado, ya ni hablamos.

¿Cuál es la probabilidad de obtener un empate a 1515 entre 3030 votantes? Al parecer, algún enterao ha debido pensar que, si hay 3030 votantes, hay 3030 resultados posibles, y por lo tanto la probabilidad de empate es 1/3030 y la probabilidad de 'no-empate' es de 3029/3030. Así que, claro, la probabilidad de empate es bajísima, un cero coma cero tres por ciento, y tan amigos. Hala, a divulgar la parida.

Sin duda las generaciones de la LOGSE están tomando las redacciones de radios, periódicos y televisiones, y se están limitando a perpetrar esa clase de cálculos, o a copiarlos de algún tuitero que lo haya perpetrado. Si hay 3030 resultados posibles, la probabilidad de empate a 1515 puede ser efectivamente de 1 entre 3030, como también será una probabilidad de 1 entre 3030 la de obtener un resultado de 1514 a favor y 1516 en contra, o la de obtener 1000 a favor y 2515 en contra. Si hay 3030 resultados posibles, y consideramos que todos ellos son equiprobables, todos los resultados tienen una probabilidad del 0.03% de darse, y cada uno de los resultados en particular son igual de poco probables, de la misma manera que es poco probable que nos toque el Gordo de Navidad precisamente a nosotros.

Tal vez una aproximación más elegante a la realidad sería recurrir a la distribución binomial que, de hecho, ya hemos usado aquí alguna vez para hablar del catalanismo. En efecto, podemos considerar que cada uno de los 3030 cupaires es un imbécil al que le da igual lo que vota y tiene, individualmente, una probabilidad del 50% de votar a favor de Artur Mas y una probabilidad del 50% de votar en contra. De esta manera, se puede utilizar la distribución binomial para calcular la probabilidad de obtener 1515 votos a favor en una muestra con 3030 especímenes:


Aunque se podría hacer alguna simplificación en el cociente de factoriales, parece difícil resolver con papel y lápiz el combinatorio anterior, a no ser que usted sea un mago de la aritmética. Usando R por ejemplo, podemos obtener un resultado de 0.0145. Es decir, la probabilidad de obtener un empate en la asamblea de la CUP era de un 1.45% y no de un 0.03%. Y siendo una probabilidad efectivamente remota, si repetimos la simulación para cualquier número de votos a favor, el empate era el caso más probable:


Así que señores periodistas, déjense de repetir falsedades matemáticas y destaquen lo obvio: la CUP es un esperpento a secas, con asamblea o sin asamblea, con votación repetida o sin ella, con empate o sin empate. La CUP es una excepción en la Europa occidental, un dislate en el supuesto motor de España, un grano en el culo del mundo desarrollado. Y los periodistas tienen, por cierto, su parte de responsabilidad en que la CUP exista. Los periodistas y, por supuesto, los sucesivos gobiernos catalanes, de uno y otro signo (o habría que decir de uno y uno signo), que han dejado proliferar a los movimientos ultranacionalistas de izquierda porque era más relevante que fueran nacionalistas que que fueran ultras.

martes, diciembre 15, 2015

Rajoy facts

Si Rajoy se encontrara con un escape de agua en su despacho de Moncloa, diría "Uf, ¡qué lio!", se marcharía a leer el Marca a otro sitio y avisaría a los de mantenimiento al cabo de tres días.

Para Mariano Rajoy hay dos tipos de problemas: los que no tienen solución y los que se arreglan solos.

Para Mariano Rajoy, quemar cajeros automáticos en Bilbao es terrorismo callejero, pero quemarlos en el barrio de Gamonal no es terrorismo sino un lío que es mejor atajar cancelando unas obras en una avenida.

La política de comunicación del gobierno Rajoy es tan fiable como su pelo: barba naturalmente blanca, pero cabello sospechosamente negro, sin mácula.

Mariano Rajoy pasó de manifestarse contra el matrimonio gay a ratificar el aborto bibianista.

Mariano Rajoy pasó de criticar las subidas de impuestos de ZP a subir el IRPF a los que le habían votado.

Mariano Rajoy pasó de pedir la ilegalización de las nekanes a cohabitar resignadamente con Bildu.

Si Rajoy hubiera sido presidente del gobierno el 23-F y hubiera podido escapar del Congreso por una trampilla, en lugar de organizar los medios necesarios para sofocar el golpe de Estado, lo hubiera recurrido al Tribunal Constitucional.

Rajoy huye de periodistas por los pasillos del Senado, pero acude solícito a hablar con bertines y mariateresas o a comentar el fútbol.

Rajoy cita espontáneamente a tres líderes mundiales: Barack Obama, 'el chino' y 'el japonés'.

Si un juez imputa a una persona física (Ana Mato) por ser partícipe a título lucrativo de un delito fiscal, Mariano Rajoy hace dimitir a esa persona física. Si el mismo juez imputa a continuación a una persona jurídica (el Partido Popular) por ser partícipe a título lucrativo de un delito fiscal, fin de la cita.

Rajoy presume de no regalar ni un euro más y dejar quebrar a los del lobby de la energía solar. Desgraciadamente, no presume de lo mismo al referirse al sector bancario o a los granujas de Abengoa.

Mariano Rajoy confunde estabilidad con continuiación del zapaterismo.

Mariano Rajoy confunde conservadurismo con falta de iniciativa.

Mariano Rajoy confunde prudencia con cobardía.

Mariano Rajoy cree que, para ganar las próximas elecciones, es suficiente vender supuesta buena gestión y enfrentarse electoralmente a un demagogo, un populista y una criatura del marketing. Y, sorprendentemente, tiene razón.

Si preguntásemos a Mariano Rajoy si cree haber satisfecho las expectativas de los que le votamos en 2011, respondería que sí, salvo alguna cosa.

Cuando le contaron a Rajoy que el Madrid había quedado eliminado de la Copa del Rey, respondió: "¿Y de la europea?"

A Rajoy, la palabra 'regeneración' le suena a crecepelo, 'liberalismo' a playa nudista e 'iniciativa' a un partido excomunista que había en Cataluña.

Si Rajoy, ligeramente fatigado tras ocho elecciones generales, pierde 60 o 70 diputados, queda cerca de los niveles rubalcabescos de 2011 (110) y obtiene el peor resultado de la historia del PP, lo venderá como un éxito: los demás han quedado tras él.

Dentro de 42 meses, en un comité ejecutivo del PP, a Rajoy se le escapará la risa y acabará confesando: "¡¡Lo siento, ya no podía aguantarme más!! ¿Pero qué más tengo que hacer para que alguno de vosotros me critique y pida que me marche? ¿Sois bobos o qué?"

martes, septiembre 22, 2015

Miénteme

Acostumbrado a mentir más que habla, el presidente del gobierno lleva unas cuantas semanas afirmando dos cosas contradictorias entre sí a propósito de las elecciones catalanas del próximo domingo: una, que pase lo que pase se cumplirá la ley; y dos, que en caso de independencia, Cataluña sería un harapo expulsado de la Unión Europea y de la zona euro, con fuga de capitales, impago de pensiones y graves penurias. El presidente del gobierno no se debe haber dado cuenta, pero si se hace cumplir la ley pase lo que pase, no puede haber independencia de Cataluña y, por lo tanto, no hay que elucubrar con salidas del euro o huída de empresas hacia Madrid, simplemente porque no tiene sentido formular hipótesis de salida si se conoce de antemano que las hipótesis son falsas.

En la vergonzosa campaña catalana, tanto el candidato del PP, Xavier García Albiol, como el candidato golpista, Raül Romeva, se están dedicando todos los días a anunciar respectivamente el desastre y el paraíso que encontraríamos los catalanes en caso de independencia. Mienten ambos, pero no por las consecuencias que pronostican, sino porque tratan de hacernos creer que la independencia es una opción posible en el futuro. Quién nos iba a decir que el PP iba a presentarse a unos comicios afirmando que, mediante unas elecciones autonómicas, es posible que España se parta en dos, y además sin que todos los españoles puedan opinar sobre ello. Por su proverbial torpeza, tal vez no se han dado cuenta, pero hay que repetirlo: para tratar de movilizar a su electorado, el PP, Ciudadanos, el PSC, la CUP, y Junts pel Mas están compartiendo una misma estrategia. Todos mienten como bellacos porque todos hablan de la independencia como un futurible.

Que el presidente del gobierno anuncie que se va a cumplir la ley es una excelente noticia, y además es toda una novedad porque sería la primera vez que en España se hace cumplir una ley. En España los ganaderos gallegos pueden bloquear la entrada a un centro logístico durante diez días porque les da la real gana, sin que nadie (¡ni siquiera el propietario del centro logístico!) pida que la policía intervenga. En España los giliflautas de Sants pueden impedir que se ejecute una resolución judicial que ordena el desalojo y derribo de un edificio. En España los basureros huelguistas pueden quemar sus propios contenedores y exigir no ser despedidos para que se termine la huelga. En España un presidente autonómico puede pasarse por el forro las sentencias del TC y convocar a los ciudadanos a votar en urnas de cartón, sin que el gobierno lo inhabilite por decreto. En España la mitad de comunidades autónomas anuncian que no les da la gana de aplicar la LOMCE y el nuevo ministro acude raudo y veloz a aprobar una especie de moratoria para que la ley no tenga que aplicarse. En España se retiran banderas oficiales de fachadas de ayuntamientos y se colocan en su lugar símbolos inconstitucionales, se desmonta la imagen del jefe del Estado, se proclaman municipios desafectos a la Constitución, sin que el gobierno vea necesario intervenir en ningún caso. Pedazo de gobierno de derechas, madre mía qué señores tan autoritarios. Qué gran noticia que Mariano Rajoy nos anuncie que, por fin, se van a cumplir las leyes. No me extraña que Albiol dijera que se va a acabar la broma, porque efectivamente el gobierno se lo ha tomado todo a broma hasta la fecha, y ahí sigue, al menos por ahora.

Claro que los que creemos en el imperio de la ley como primera garantía democrática vamos a ir a votar contra Artur Mas. Claro que los que creemos que el nacionalismo catalán es un enemigo de la libertad vamos a ir a votar contra Artur Mas. Claro que los que creemos que el prusés es un coñazo vamos a ir a votar contra Artur Mas. Claro que los que despreciamos el tufo socialdemócrata de los que anuncian todo gratis total con la independencia vamos a ir a votar contra Artur Mas. Pero no porque pensemos, como pretenden hacernos creer, que en estas elecciones se decide la independencia, sino porque sería mucho más agradable derrotar a los golpistas en las urnas y enterrar el prusés que tener que recurrir a mecanismos legales que hasta ahora jamás se han utilizado y que quizás ni el gobierno sabe cómo aplicar. Iremos a votar, pero eso sí, iremos orteguianamente: sin esperanzas, con convencimiento.

miércoles, agosto 26, 2015

Ocho apellidos catalanes, y alguno más

Aseguran algunos artículos estos días, y critican, que haya muy pocos Garcías (ninguno, de hecho) en la lista de Junts pel Mas. Tratando de comprobarlo, he encontrado un fenómeno extraordinario que cuestiona toda la estadística binomial y hasta el teorema del límite central. Y nótese la ironía.

En primer lugar, estadísticamente entra dentro de lo aceptable que, en una lista con 135 candidatos de Junts pel Mas, no haya ninguno cuyo primer apellido sea García. 22 de cada mil catalanes tienen García como primer apellido. Con un factor favorable del 22 por mil, puede calcularse la probabilidad de que, si confeccionamos una lista electoral sin ningún tipo de sesgo, y escogemos al azar 135 ciudadanos catalanes, no obtengamos ningún García. Concretamente, la probabilidad de obtener cero Garcías es de un 4.6%. Una probabilidad bastante baja, cierto, pero no alarmantemente baja. Es mucho más probable que obtengamos uno (14.3% de probabilidad), dos (22.1%), tres (22.6%), cuatro (17.2%) o incluso más de cuatro (19%) Garcías en una lista de 135 catalanes tomados al azar entre toda la población, pero bueno, no es terrible que no haya ningún García.

Más significativo es extender el mismo cálculo de probabilidades a los diez apellidos más frecuentes en Cataluña: García, Martínez, López, Sánchez, Rodríguez, Fernández, Pérez, González, Gómez y Ruiz. Según el Instituto de Estadística de Cataluña, un 13.2% de los catalanes tenemos alguno de los anteriores como primer apellido (de ahora en adelante, "apellidos frecuentes"). Con un factor favorable del 13.2%, podemos calcular la misma probabilidad binomial de obtener ningún apellido, un apellido, dos apellidos, etcétera, en una lista de 135 ciudadanos del montón, escogidos azarosamente entre toda la población catalana.


Observen el histograma anterior. Lo más normal (probabilidad del 47%) sería tener una lista con entre 15 y 19 candidatos con primer apellido frecuente. Curiosamente, de las principales listas electorales, solo dos (Unió y la coalición de ICV-IU-Pablemos) siguen ese patrón de normalidad, con 17 candidatos con apellido frecuente cada una. Algo alejadas de la normalidad, pero no demasiado, tenemos las listas del PSC, PP y Ciudadanos, entre 20 y 24 candidatos. Lo que es verdaderamente asombroso es que haya dos candidaturas, dos, con menos de 5 apellidos frecuentes, lo cual corresponde, para cada una de ellas, a una probabilidad de 46 por cada millón. En efecto, tanto Junts pel Mas como la CUP solo llevan, cada una, a dos candidatos con apellido frecuente.

Una probabilidad de 46 entre 1 millón es una probabilidad extraordinariamente baja. Que un partido se presente a una elecciones con una distribución de apellidos así tiene una probabilidad mucho más baja que ganar el Gordo de Navidad o morir alcanzado por un rayo durante una tormenta, y similar a la probabilidad de nacer con la enfermedad de Zellweger. Pero que dos partidos lo hagan en una misma convocatoria electoral (es decir, que haya menos de 5 candidatos con apellido frecuente en una lista combinada de 135 + 135 = 270 candidatos de Junts pel Mas y CUP) tiene una probabilidad de 4 entre un billón. Si diésemos una guía telefónica a 1000000000000 monos para que escogieran nombres al azar, solo 4 de ellos habrían conseguido elaborar listas como las de Junts pel Mas y CUP.

Un par de aclaraciones finales. La primera es que me he restringido a mirar el primer apellido, si hiciéramos el mismo estudio con ambos apellidos los resultados serían esencialmente los mismos. La segunda es que, aunque ahora no me crean, yo nunca he sido partidario de criticar a tal o cual partido por los apellidos de sus candidatos, de la misma manera que tampoco me importan las cuotas de género. Pero sí es interesante reseñar hasta qué punto los de Un país normal se presentan a las elecciones con una lista tan anormal, tan sesgada, tan anti-ciudadano medio.

martes, agosto 18, 2015

Vía doble

A mediados de legislatura, el Partido Popular nos ofrecía este relato de su acción de gobierno: nada más llegar al poder, se había visto obligado, contra su voluntad, a subirnos los impuestos a todos porque las finanzas públicas estaban hechas un desastre. Acto seguido, se empezaron a sentar las bases de la recuperación: primero se tuvo que reformar la legislación laboral, después se ejecutó la pomposamente llamada "reforma bancaria". A medidados de legislatura, nos aseguraba el Gobierno que faltaba una tercera gran reforma para garantizar el crecimiento futuro: la reforma de la Administración.

De las dos primeras reformas, no hay mucho que comentar. La reforma laboral mantuvo la dualidad entre contratos indefinidos y temporales, mantuvo los privilegios de sindicatos y patronal para pillar cacho en los cursos de formación, y el único cambio que aplicó (indemnizaciones por despido a la baja) lo están suavizando sistemáticamente los jueces en sus sentencias sobre despidos improcedentes. La reforma bancaria consistió esencialmente en recapitalizar cajas quebradas y usar los impuestos de todos los contribuyentes para devolver a preferentistas el dinero que ellos habían perdido. Pero de la tercera reforma nada se sabe. Cambios cosméticos y poco más. Nada se volvió a decir, no sea que alguien se acuerde.

Un ejemplo de retoque cosmético, y a otra cosa mariposa, es la estación provisional de ferrocarril de Gijón. Dentro de la misma estación conviven trenes de cercanías de vía estrecha (Feve) con los servicios de cercanías y larga distancia de Renfe. En 2012, el Partido Popular decidió, en aras de la reforma de la Administración, disolver la empresa pública Feve, segregando sus activos a favor de Renfe y Adif. El objetivo, muy razonable, evitar duplicidades administrativas y aprovechar sinergias.



La segregación se hizo formalmente, pero ahí acabó todo. En la imagen vemos las taquillas de Feve a la izquierda y las de Renfe a la derecha, bien separadas interiormente por una pared, para que quede claro que cada uno trabaja en un sitio. Desde una ventanilla solo se venden billetes para vía estrecha y desde la otra para vía ancha. Desde la estación de Gijón se pueden tomar trenes a destinos servidos por Renfe y por Feve, como Oviedo, Avilés o Veriña, pero hay billetes de una y otra compañía (¡aunque ya están fusionadas!), con tarifas distintas y no intercambiables entre sí. En cada ventanilla de Renfe y Feve un empleado, con su supervisor comercial detrás. En el vestíbulo de la estación hay monitores de información con las próximas salidas, uno para trenes de Feve y otro para trenes de Renfe. Las vías de Feve, numeradas de la 1 a la 3; las de Renfe, también de la 1 a la 3 (¡y están unas junto a otras!). Tres máquinas de venta de billetes: una solo vende billetes de Feve, otra solo vende billetes de cercanías Renfe, otra solo vende billetes de Larga Distancia. La megafonía anuncia las próximas salidas, cercanías con destino Oviedo vía 3, sin saber si el tren y la vía son de Feve o de Renfe. así que, de puertas adentro, todo duplicado, todo confuso, todo sin sentido, movilidad cero de trabajadores de una empresa a otra y una doble red administrativa por detrás. De cara al ciudadano, si un usuario poco frecuente quiere viajar a Oviedo, primero debe consultar las dos pantallas de información y adivinar si el primer tren va a ser de Renfe o de Feve, después hacer cola en una de las dos taquillas o en una de las máquinas aunque la otra esté vacía, y después acertar con la vía correcta, que como decimos tiene doble numeración. Si se equivoca y, con un billete de Feve accede al tren de Renfe, se le considerará viajero desprovisto de billete, y multazo al canto.

Este es un ejemplo de la eficaz reforma de la Administración que ha puesto en marcha este gobierno, y así todo. Cosmética e ir tirando. De hecho podría ser el lema del PP en la próxima campaña electoral: "Vamos tirando".

martes, mayo 26, 2015

En el pecado llevan la penitencia

Como decía la última campaña de rebajas de El Corte Inglés, te lo mereces y lo sabes. El PP se lo merecía, pero no sé si España se lo merecía. Durante toda la legislatura, el gobierno ha estado parapetado detrás de mentiras, corruptelas, rectificaciones, evasivas, traiciones electorales y pantallas de plasma, mientras la extrema izquierda iba gradualmente marcando la agenda política y monopolizando el discurso. Hasta hace una semana, los populistas parecían mandar en las calles. Ahora, ya no solo van a campar a sus anchas en la calle sino también en los ayuntamientos más importantes del país.

El presidente del gobierno,

- que nos ha subido los impuestos hasta niveles supra-escandinavos, porque eso era más cómodo que reformar la administración ("¡Uf! ¡Qué lío!"),

- que lleva tres años tratando de disimular que el Partido Popular se ha dedicado a trincar durante dos décadas, porque peor sería reconocerlo y arrancar de cuajo toda la mala hierba ("¡Uf! ¡Qué lío!"),

- que ha preferido inhibirse y dejar que escampe ante flagrantes casos de violación de las leyes, tanto desde las instituciones -Artur Mas- como desde la caverna -Gamonal- ("¡Uf! ¡Qué lío!"),

- que ha preferido que entre todos devolvamos a los preferentistas el dinero que ellos habían perdido por no leerse los supercontratos que firmaban ("¡Uf! ¡Qué lío!"),

- que es candidato a retirarse a un monasterio budista tras su paso por Moncloa, por ser un excelente ejemplo del que no ve, no oye y, sobre todo, no habla ("¡Uf! ¡Qué lío!"),

- que cree que existen dos tipos de problemas: los que se arreglan solos y los que no tienen solución,

es un tipo que ayer compareció ante la prensa 24 HORAS DESPUÉS, Jesús qué tamaño esfuerzo, para valorar los resultados de las elecciones municipales y aseguró sin pestañear, incluso con cierto desdén, que no piensa aplicar ningún cambio.

No podemos decir que nos sorprenda. Lo que sí es más que sorprendente, no obstante, es que durante estos tres años nadie, absolutamente nadie en el Partido Popular haya alzado la voz para decir que el PP es un tránsfuga de sí mismo, para decir que el PP está haciendo exactamente lo contrario de lo que prometió, para decir que el PP tiene una política más socialdemócrata que Zapatero, más pusilánime que Chamberlain y más falsa que Judas. Nadie dice nada, todo el mundo quieto, salvo la sana excepción de Cayetana Álvarez de Toledo, no vaya a señalarlos con el dedo acusador el Gran Líder Supremo que todo lo controla aunque nunca habla. Esto ha pasado, todo el mundo ha callado, y ha sido sorprendente.

Pero lo que ya es inexplicable es que, tras la debacle, tras el formidable talegazo, después de haber sido desalojados del poder, sigan calladitos todos. Ya no es prudente estrategia sino idiocia consumada. Por culpa de Mariano Rajoy se han despeñado y el país está en manos de los perroflautas y el PSOE. Y siguen callados, "porque ya no hay tiempo", como esperando el desplome definitivo para pedir un cambio de rumbo. En el pecado llevan la penitencia.

lunes, noviembre 17, 2014

9N (2): El nuevo Gil y Gil

Si gravísima ha sido la dejadez del gobierno español con el referendum de costillada del pasado 9 de noviembre, no menos grave ha sido la actuación del gobierno catalán antes, durante y después del día de marras.

No existe corrupción más descarnada que la de un servidor público que se niega a obedecer una resolución judicial. Es descorazonador ver a un hombre aparentemente civilizado, que ocupa el cargo de máximo representante ordinario del Estado en Cataluña, soltando las soflamas chulescas que ha espetado en los últimos días: aquí me tienen, el responsable soy yo, vayan a por mí si se atreven. Cuando el otro día insultaba a la oposición en el Parlamento, le faltaba rasgarse la camisa y ponerse a berrear a pecho descubierto. Sabedor de que el poder es él, que los fiscales catalanes no se atreven ni a pedir la admisión a trámite de una denuncia, y que tiene a media Cataluña perfectamente domesticada, es difícil ver a Artur Mas hablando con esa soberbia y no ver en él una mezcla de Jesús Gil y Rafael Correa.

Es más fácil imputar a la hermana del Rey que a Artur Mas. Es más fácil revocar un tercer grado a un presidente balear que admitir a trámite una denuncia contra un presidente catalán. Pedir que un senador dé explicaciones sobre por qué vuela en business para dormir con su novia los fines de semana es democrático. Pedir, en cambio, explicaciones a un presidente autonómico por abrir los colegios públicos de toda Cataluña un domingo mientras tiene el 50% de las luces de la recepción del Hospital Clínico de Barcelona apagadas porque no hay ni para pagar la luz, es fascista.



Claro que va a quedar todo impune, y claro que Artur Mas tiene motivos para dormir tranquilo, a no ser que lo intente empurar una jueza argentina. La portada de La Vanguardia corresponde al último fin de semana de julio de 2006, cuando el periódico de los Godó ya llevaba un tiempo cambiando de patria y de rey. El viernes, unos operarios de Iberia habían invadido las pistas del aeropuerto de El Prat, paralizaron la actividad aérea y pusieron en riesgo la seguridad de las operaciones al tener que poner en espera, y posteriormente desviar, una multitud de tráficos que se aproximaban al aeropuerto de Barcelona. Invadieron las pistas, saltándose todas las normas y todo el sentido común, porque su empresa iba a perder el monopolio del servicio de carga y descarga de equipajes facturados. No hace falta decir que aquel atropello salvaje de los trabajadores de Iberia salió gratis, y que todo el quebranto de las normas no solo supuso ninguna responsabilidad penal ni civil ni administrativa, sino que encima nadie fue despedido. La Vanguardia se esforzó en prometer castigo, pero hubo impunidad.

Si una banda de quinquis puede invadir la pista de un aeropuerto sin castigo alguno ¿por qué no va a poder el presidente de la Generalitat desobedecer una instrucción del Tribunal Constitucional? Si una banda de okupas puede impedir que los desalojen de Can Vies porque el ayuntamiento juzga más conveniente someterse a su chantaje, ¿cómo no va a sentirse impune Artur Mas?

Mientras escribo estas líneas, los fiscales del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña acaban de anunciar que ellos también se han hecho caquita ante el presidente de la Generalitat, el nuevo Rey Sol. Aquí nadie se atreve a que mañana aparezca su cara y su nombre en La Vanguardia y en el twitter de Pilar Rahola como nuevo enemigo oficial del Prusés. Lo ha resumido muy bien el líder de lo que va quedando del PSC: no es conveniente la admisión a trámite. Aquí se hace lo que le conviene al poder, y no lo que contraría al poder. Lo único positivo es que, al menos, ya podemos imaginar qué clase de garantías y de seguridad jurídica existirían en una hipotética Cataluña independiente si un particular quisiera pleitear contra la administración.

lunes, noviembre 10, 2014

9N (1): Uno de los dos mentía

Cuando, hace un año, Artur Mas anunció la fecha y la pregunta de la llamada consulta soberanista, el presidente del gobierno explicó en su primera comparecencia que estaba absolutamente seguro de que esa consulta no se iba a producir. Por su parte, siempre que podía, Mas explicaba que estaba absolutamente seguro de que esa consulta se iba a producir. Uno de los dos mentía.

Uno de los dos mentía, pero jamás hubiera imaginado que era Rajoy.

Desde hace dos años, y utilizando la metáfora del poker, Artur Mas ha ido subiendo la apuesta en cada ronda, y el presidente del gobierno, con su proverbial pachorra, ha ido acudiendo la apuesta de Mas. Viendo la apuesta de Mas, pero sin subir ni tomar ninguna iniciativa, siempre a remolque. Y en cada ronda, uno de los dos mintiendo. Y otra ronda, y uno de los dos mintiendo. Y esta misma semana, uno de los dos mintiendo. Y en el river, al girar la última carta, el Molt Honorable lanza un All in ("¿Suspensión del TC? ¡No me doy por aludido!"), y sorpredentemente el presidente del gobierno se hace caquita, se retira de la apuesta y permite que Mas gane sin llegar a mostrar la mano que llevaba cada uno.

Uno de los dos mentía, y era Mariano Rajoy. Los constitucionalistas que vivimos en Cataluña siempre quisimos creer que, llegada la hora de la verdad, un Estado de derecho, un Estado garantista, un Estado miembro de la UE, un país que tiene que hacerse respetar en el mundo no iba a permitir que un alto funcionario se pasara las resoluciones judiciales por el forro. Quisimos creerlo, pero el presidente del gobierno nos engañó. Y qué ingenuos fuimos. Uno creía que el desdén de Rajoy era solo una apariencia, y que ciertos límites jamás iban a ser traspasados. Uno creía que si el departamento de Educación de la Generalitat daba instrucciones de apertura de colegios con una resolución del TC prohibiéndolo, la consejera Rigau sería fulminantemente inhabilitada, aplicando el artículo 155 de la Constitución y declarando el Estado de alarma si era necesario. Uno de los dos mentía, y era Mariano Rajoy.

Ante un problema de tal gravedad, Rajoy debió pensar "Ufff... ¡qué lío!" y se fumó un puro. El presidente del gobierno no está cumpliendo su promesa de guardar y hacer guardar la Constitución, y está haciendo bueno a Rodríguez Zapatero. El presidente del gobierno, el que aseguró que no iba a subir los impuestos, el que aseguró que no iba a haber rescate bancario con cargo a los presupuestos públicos, el que aseguró que su partido no tiene dinero negro, el que aseguró que la llamada consulta no se iba a producir, nos contó el sábado que mientras él sea presidente no se va a romper España. ¿Y cómo le vamos a creer? ¿Cómo no se va a romper España si un preboste local se jacta de no cumplir una orden judicial y nadie se atreve a toserle?

Uno de los dos mentía, y era Mariano Rajoy. Yo no sé si esto tiene arreglo, porque ya no se trata de la secesión de Cataluña sino de que se está quebrando la legalidad vigente sin reacción gubernamental conocida. Lo que queda del Partido Popular, haría bien en ir pidiendo la dimisión del gobierno en bloque, por no estar cumpliendo con sus obligaciones. Aquí la única persona digna, la única que ha cumplido escrupulosamente con su obligación en esta historia ha sido la directora del colegio en el que me habría tocado "votar" a mí ayer, la única de Cataluña que se negó a entregar las llaves del centro a unos desconocidos. Al menos siempre queda alguien decente.