La coincidencia de las elecciones autonómicas vascas y gallegas es una excelente oportunidad para comprobar el doble rasero y el cinismo de los socialistas.
En las últimas semanas, ante la posibilidad, sugerida por las encuestas, de que el Partido Socialista de Euskadi y el Partido Popular sumen una mayoría suficiente para derrotar al nacionalismo vasco tras veintinueve años de hegemonía, el candidato popular Antonio Basagoiti ha explicado que por ellos, vale, y que en caso de que gobierne el socialista Francisco Javier López, el PP le pedirá tres consejerías. Por su parte, el ínclito López se ha apresurado a descartar que el PSE ceda ninguna consejería al Partido Popular, pero ha mantenido su ambigüedad para no desvelar su preferencia con un pacto con el PNV, con el PP o con IU y EA.
Mientras tanto, en Galicia andan los socialistas muy asustados porque hay una cierta probabilidad de que, tras las elecciones del uno de marzo, el PP recupere la mayoría absoluta y los dos perdedores, BNG y PSOE, no puedan pactar. Impresionante. Lo que vale para el País Vasco y es perfectamente probable, es decir, un gobierno PSE-PP, es absolutamente descartable en Galicia. Los socialistas pactan con el nacionalismo en Galicia pero quieren derrotar al nacionalismo en el País Vasco. Como si el Bloque Nacionalista Gallego no fuese tan retrógrado, identitario, racista, xenófobo, antiespañol y antidemocrático como el PNV. Como si BNG y PNV no estuvieran coaligados a través de la famosa Declaración de Barcelona y de la historia esa llamada Galeuscat. Es una nueva versión de la ley del embudo: para el PSOE, con el PP sólo interesa pactar cuando es para lograr la presidencia. Bien haría Basagoiti en negarse a pactar con los progres, y que se apañen ellos con el PNV. Si el PSOE lleva cuatro años diciendo que el PP es la extrema derecha, cómo van a querer pactar con la extrema derecha.
En las últimas semanas, ante la posibilidad, sugerida por las encuestas, de que el Partido Socialista de Euskadi y el Partido Popular sumen una mayoría suficiente para derrotar al nacionalismo vasco tras veintinueve años de hegemonía, el candidato popular Antonio Basagoiti ha explicado que por ellos, vale, y que en caso de que gobierne el socialista Francisco Javier López, el PP le pedirá tres consejerías. Por su parte, el ínclito López se ha apresurado a descartar que el PSE ceda ninguna consejería al Partido Popular, pero ha mantenido su ambigüedad para no desvelar su preferencia con un pacto con el PNV, con el PP o con IU y EA.
Mientras tanto, en Galicia andan los socialistas muy asustados porque hay una cierta probabilidad de que, tras las elecciones del uno de marzo, el PP recupere la mayoría absoluta y los dos perdedores, BNG y PSOE, no puedan pactar. Impresionante. Lo que vale para el País Vasco y es perfectamente probable, es decir, un gobierno PSE-PP, es absolutamente descartable en Galicia. Los socialistas pactan con el nacionalismo en Galicia pero quieren derrotar al nacionalismo en el País Vasco. Como si el Bloque Nacionalista Gallego no fuese tan retrógrado, identitario, racista, xenófobo, antiespañol y antidemocrático como el PNV. Como si BNG y PNV no estuvieran coaligados a través de la famosa Declaración de Barcelona y de la historia esa llamada Galeuscat. Es una nueva versión de la ley del embudo: para el PSOE, con el PP sólo interesa pactar cuando es para lograr la presidencia. Bien haría Basagoiti en negarse a pactar con los progres, y que se apañen ellos con el PNV. Si el PSOE lleva cuatro años diciendo que el PP es la extrema derecha, cómo van a querer pactar con la extrema derecha.