miércoles, enero 22, 2014

Represión sí, claro

No todo en el septenio negro de José Luis Rodríguez Zapatero fue terrible. Uno de los logros más encomiables del anterior gobierno socialista fue la notable disminución de los muertos en accidentes de tráfico. Ese es un indicador objetivo, pero además muchos tenemos la sensación de que la gente conduce ahora mejor que antes y cada vez es más difícil encontrarte con un gilipollas al volante. De hecho ahora parece que los gilipollas van en bici, pero de eso ya hablaremos otro día.

Las mejoras en la seguridad vial desde 2004 son la prueba más palpable de que, en política, el método más eficaz para lograr tus objetivos es la represión. Inundar España de radares. Multiplicar los controles. Endurecer las multas. Aplicar a rajatabla la presunción de veracidad de los testimonios de los agentes de tráfico. Poner al ciudadano al borde de la indefensión, dificultando los recursos administrativos. Ni pedagogía, ni voluntarismo, ni frases vacías: cuando el Estado te viene de frente, mejor que te apartes.

Quizás no era el objetivo que se proponía, pero Pere Navarro, aquel director de la DGT que se llamaba como el líder de lo que queda del PSC, nos mostró a todos la supremacía del despotismo frente a la socialdemocracia como vía para gestionar la vida pública: los socialistas predican que el poder tiene que ser cercano al ciudadano, que hay otra manera de hacer política, que hay que ser persuasivo, escuchar, dialogar y hacerse comprender, pero a la hora de la verdad saben que, si quieren conseguir algo desde el poder, hay que aplastar a todo cuanto estorbe.

No es lo mismo predicar que dar trigo, y nunca como con la seguridad vial socialdemócrata se vio tan claro la diferencia entre el dicho y el hecho. Si nuestros políticos locales no combaten la pequeña delincuencia o el incivismo, no es porque no sepan ni puedan, es porque no les da la gana, porque Zapatero les enseñó que bastaba con tolerancia cero y represión, mucha represión.

Cuando ha querido, la izquierda siempre ha reprimido con mucha más eficacia y soltura que la derecha, tal vez porque, al estar envuelta la izquierda de tanto adorno bienintencionado, no tiene tantos remordimientos. Aquí hace tiempo que vivimos con el paso aparentemente cambiado, con una derecha pusilánime y timorata y una izquierda represora y autoritaria. Ahora veo a eso que dicen que es la derecha haciéndose un lío con el terrorismo callejero en Burgos, accediendo a las demandas de gente que utiliza la violencia para cambiar las decisiones del pleno del Ayuntamiento, y transitoriamente me entran ganas de votar al PSOE, fruto de la melancolía y el pesimismo.