lunes, noviembre 22, 2010

Postales electorales (I): Albert Rivera




El candidato de Ciudadanos a la presidencia de la Generalitat, Albert Rivera, es un tío que tiene suerte. Llegó a ser líder de Ciutadans porque en el congreso fundacional pusieron la lista de candidatos por orden alfabético, y tuvo la suerte de llamarse Albert. En ese mismo congreso fundacional, se decidió no admitir a los afiliados que hubieran estado vinculados previamente a otro partido político, y tuvo la suerte de que nadie se enteró de que había pasado por el PP catalán.

Después, con una mezcla de esfuerzo titánico y algo de suerte por la baja participación, consiguió representación parlamentaria. Se peleó con sus compañeros de partido; tuvo la suerte de que Antonio Robles eligiera marcharse en lugar de plantarle cara; ganó el segundo congreso de Ciutadans por los pelos; se alió con un partido ultracatólico para las elecciones europeas tras intentar coquetear con Unión del Pueblo Navarro. Y gracias a las torpezas del PP, que se opone al nacionalismo pero a la vez lo va a necesitar para gobernar, gracias a la inexistencia de UPyD en Cataluña, y gracias a la inoperancia absoluta del tripartito, va a tener la suerte de tener una segunda legislatura.

Albert Rivera no es mal parlamentario. No sonríe ni que lo maten, por cierto. Ha vivido una travesía del desierto estos cuatro años y ahora va a intentar conseguir un grupo parlamentario propio. Su programa electoral tiene un tufazo socialdemócrata que tira para atrás, mezclado con una oposición firme, coherente, fundamental al nacionalismo catalán. El principal defecto que le encuentro es que su oposición frontal al nacionalismo catalán, con la que me identifico plenamente, no viene acompañada de una postura política clara en todo lo demás (dentro del partido tienen a comunistas mezclados con libegales), cosa que sí ocurre con el PP o incluso con UPyD. De todas maneras, es bueno que Ciutadans esté en el Parlamento, y mejor sería si la izquierda antinacionalista les votara a ellos en lugar de quedarse en casa o tragarse los sapos del PSC. Ellos sabrán.