lunes, abril 30, 2007

La feria de abril


La feria de abril de Barcelona, que a estas alturas tiene ya más visitantes que la original, es uno de esos asuntos que cada año dejan una serie de estampas no por repetitivas menos sorprendentes. Al margen de la alta densidad de políticos catalanes por metro cuadrado (de todos los partidos salvo ERC) en busca de voto andalú de clase baja, al margen de las antiestéticas casetas, al margen del intenso olor a fritura y a algodón de azúcar, tenemos el fantástico asunto de las subvenciones.

Cada año, unos días antes del inicio de la feria de abril, aparecen dos temas de actualidad vinculados a esta historia: 1) el montante de subvenciones públicas que va a parar a la entidad organizadora de la feria y 2) las investigaciones fiscales abiertas a esa entidad y en particular a su máximo responsable, un tal Francisco García Prieto, al que además se le adjudica una cierta capacidad de influencia esencialmente en el aparato del PSC.

Por supuesto, me opongo firmemente a toda clase de subvención pública a cualquier tinglado, y con más motivos aún tratándose de una horterada del calibre de la feria de abril en Cataluña. Pero que quede bien claro: la prensa catalana jamás combate la corrupción. Las portadas del Avui, los sermones de Fray Cuní y las críticas de la asociación subvencionada ad hoc Els altres andalusos no tienen como objetivo ni poner en duda la conveniencia o no de otorgar dinero público a Francisco García Prieto (porque todos sabemos que no merece ni un céntimo) ni probar que ese personaje es un corrupto protomafioso (porque todos sabemos que lo es). Su único interés reside en oscurecer la feria de abril y separar su tenebrosa organización de la idílica Catalunya institucional, la que limpia, fija y da esplendor, y no tiene ni escándalos, ni corruptelas, ni subvenciones de ningún tipo.

La mayor prueba del atentado contra la estética y la moral que representa la feria de abril de Barcelona la hallamos en sus visitantes. Yo mismo sucumbí este domingo, y con eso queda dicho todo. Si usted también sucumbe, no deje de ver la parada de El figuras, nada más entrar a la izquierda. Ya me contará.


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¿Dónde está el Rey? A ningún plumilla parece importarle, por ahora. ¿Cuántos periodistas le preguntarán a Su graciosa Majestad mañana, cuando desfile por la Ruber, qué ha estado haciendo estos días?