20 de junio de 2002. Huelga general en toda España menos en el País Vasco. Los sindicatos llaman a la huelga para intentar que el gobierno del PP no reforme el sistema de protección social, entre cuyos puntos más polémicos se halla la posibilidad de eliminar de las listas del Inem a aquellos que se niegan a aceptar tres ofertas de empleo y suprimir el Plan de Empleo Rural para los hijos de los agricultores que actualmente ya cobran del PER. Ese día, el 20 de junio de 2002, yo extraje tres o cuatro conclusiones, no demasiadas ni demasiado novedosas:
1) En España no operan las garantías mínimas que caracterizan a un Estado moderno. Un grupo de diez mil, cien mil personas en toda España puede paralizar a un país, agredir físicamente, invadir propiedades privadas, inutilizar puertas de comercios; en definitiva, delinquir, sin que ni las fuerzas de seguridad ni la justicia ordinaria haga nada para evitar que se coaccione la libertad individual y el derecho al trabajo recogido en la Constitución.
2) España es un país sociológicamente de izquierdas. Todo aquel que está a gusto con el Estado del Bienestar es un socialista, y por lo tanto España está llena de socialistas. La mayoría de los ciudadanos veía mal las medidas que pretendían recortar el gasto público y combatir el fraude.
3) Todos los partidos políticos con representación parlamentaria son socialistas. El Psoe y su satélite criticó tamaño atrevimiento gubernamental, y el Pp no lo defendió: sólo lloriqueó, escurrió el bulto, buscó excusas para no combatir dialécticamente contra nadie, porque en el fondo la mayoría de políticos populares no veían necesaria aquella reforma de Aznar. En el Parlamento español casi no hay ningún diputado de derechas, excepción hecha de algún diputado del Pp y algún muy extraño caso de Convergència i Unió. Está la izquierda comunista de IU, la izquierda socialista del PSOE, la izquierda independentista del BNG/ERC/EA/CHA/ et al., el centroizquierda separatista de CIU y el centroizquierda socialdemócrata españolista del PP. A la hora de defender la supresión de los subsidios, la iniciativa privada, la meritocracia o la libre competencia, aquí nadie mueve un dedo.
Sólo con el paso de los años, he llegado a una conclusión más:
4) Los nacionalistas experimentan frecuentemente estados transitorios alucinógenos. Después de aquella huelga general, en los últimos años los nacionalistas catalanes han rebuznado insistentemente acerca del deficit fiscal catalán, del agravio respecto del resto de España, del finançament y de la deuda histérica, todo culpa de Madrit. Aquel 20 de junio, los nacionalistas habían tenido la oportunidad de apoyar la supresión del PER y conseguir que muchos catalanes dejáramos de financiar con nuestro trabajo las vacaciones permanentes de los agricultores extremeños y andaluces beneficiarios de los subsidios. Pero no lo hicieron, apoyaron al Psoe y se opusieron al PP, que es lo que mejor, lo único, que saben hacer. Y ahora siguen con la historia del deficit fiscal. Hace falta ser sinvergüenza.
1) En España no operan las garantías mínimas que caracterizan a un Estado moderno. Un grupo de diez mil, cien mil personas en toda España puede paralizar a un país, agredir físicamente, invadir propiedades privadas, inutilizar puertas de comercios; en definitiva, delinquir, sin que ni las fuerzas de seguridad ni la justicia ordinaria haga nada para evitar que se coaccione la libertad individual y el derecho al trabajo recogido en la Constitución.
2) España es un país sociológicamente de izquierdas. Todo aquel que está a gusto con el Estado del Bienestar es un socialista, y por lo tanto España está llena de socialistas. La mayoría de los ciudadanos veía mal las medidas que pretendían recortar el gasto público y combatir el fraude.
3) Todos los partidos políticos con representación parlamentaria son socialistas. El Psoe y su satélite criticó tamaño atrevimiento gubernamental, y el Pp no lo defendió: sólo lloriqueó, escurrió el bulto, buscó excusas para no combatir dialécticamente contra nadie, porque en el fondo la mayoría de políticos populares no veían necesaria aquella reforma de Aznar. En el Parlamento español casi no hay ningún diputado de derechas, excepción hecha de algún diputado del Pp y algún muy extraño caso de Convergència i Unió. Está la izquierda comunista de IU, la izquierda socialista del PSOE, la izquierda independentista del BNG/ERC/EA/CHA/ et al., el centroizquierda separatista de CIU y el centroizquierda socialdemócrata españolista del PP. A la hora de defender la supresión de los subsidios, la iniciativa privada, la meritocracia o la libre competencia, aquí nadie mueve un dedo.
Sólo con el paso de los años, he llegado a una conclusión más:
4) Los nacionalistas experimentan frecuentemente estados transitorios alucinógenos. Después de aquella huelga general, en los últimos años los nacionalistas catalanes han rebuznado insistentemente acerca del deficit fiscal catalán, del agravio respecto del resto de España, del finançament y de la deuda histérica, todo culpa de Madrit. Aquel 20 de junio, los nacionalistas habían tenido la oportunidad de apoyar la supresión del PER y conseguir que muchos catalanes dejáramos de financiar con nuestro trabajo las vacaciones permanentes de los agricultores extremeños y andaluces beneficiarios de los subsidios. Pero no lo hicieron, apoyaron al Psoe y se opusieron al PP, que es lo que mejor, lo único, que saben hacer. Y ahora siguen con la historia del deficit fiscal. Hace falta ser sinvergüenza.