En primero de BUP tuve como profesor de Matemáticas a S., uno de los mejores profesores que he tenido en mi vida. S. nos contó un día que unas décadas atrás, unos etólogos habían conseguido enseñar a unos monos una forma más eficiente de aprovechar el líquido que contienen los cocos en una isla exótica; pasados unos días se constató que otros animales de la isla, que aparentemente no podían aprender nada y menos de los monos, también comenzaron a realizar esa misma técnica, se supone que asimilándola por simple imitación. Me perdonarán por la falta de concreción en los datos, pero la culpa es de mi profe: probablemente aquella historia era falsa, y no recuerdo a cuenta de qué la contó.
Estos días, en el oasis catalán, un lugar tan exótico como cualquier isla perdida, unos animales también andan imitándose los unos a los otros, aunque aparenten haber llegado por separado y sin ninguna feliz coincidencia a una serie de lugares comunes. Me refiero a la Feria de la Soberanía que estos días anida en el imaginario político catalán.
Desde mediados de agosto, cada dos o tres días aparece un presuntamente nuevo colectivo partidario de la independencia de Cataluña respecto de España. A cuentas del pretendido deficit de inversiones, deficit de infraestructuras, deficit fiscal y deficit de todo un poco, las corrientes Reagrupament y Esquerra independentista, críticas con Carod Rovira por haber entregado el gobierno de Cataluña a un cordobés, han insistido estos días que la mejor solución para los catalanes es que nos marchemos de España.
También ha aflorado en los medios de comunicación catalanes estos días que en Convergència ha aparecido una corriente interna que reclama también un giro soberanista. El mismo día que Artur Mas desmentía la existencia de esa corriente interna, por redundante con la actual estrategia de la dirección, el diario Avui publicaba que Mas la avalaba públicamente. Por otro lado, hemos sabido también estos días que se ha constituído la Plataforma per la Sobirania, un supuesto invento que aglutina a personalidades de la sociedad civil, aunque realmente sólo tiene dos miembros conocidos: el ideólogo de ERC Héctor López, autodenominado escritor, y el jurista Alfons López, vocal del Consejo General del Poder Judicial a propuesta de CIU, personaje del que tenemos que hablar más extensamente otro día.
Por otro lado, según publicó La Vanguardia del Poder, un total de 120 entidades catalanas han hecho público un comunicado esta semana pidiendo el respeto a lo pactado en el Nuevo Estatuto de Autonomía en cuanto a financiación autonómica (esto es, que el gobierno de España esté obligado a acometer un determinado gasto según le reclame una autonomía española, instancia supuestamente inferior al gobierno central). Esas 120 entidades catalanas son partidos políticos, fundaciones de partidos políticos y ayuntamientos. Nuevamente, sociedad civil, ya saben.
Y por último ha llegado el vicepresidente de la Generalitat, y ha proclamado que si hay una mayoría soberanista en el Parlamento catalán, en 2014 convocarán un referendum sobre la independencia. Egregio señor vicepresidente: si usted quiere convocar un referendum, convóquelo ahora. La inmensa mayoría del parlamento es nacionalista catalana y una mayoría absoluta (48 diputados de CIU y 21 de ERC) son independentistas.
Puede hacerlo si quiere, al margen de la legalidad de la cosa. A mí no me importaría que los independentistas convocaran un referendum para irse a otro país, aunque preferiría mandarlos a otro planeta: no llevo bien que una fracción significativa de mis congéneres valore las raíces, la lengua y los aspectos identitarios más tribales por encima de la competencia, el mérito o la libertad individual. Ahora bien, si hablan de mayorías soberanistas, que convoquen el referendum ya, a ver si baten el record de abstención del estatuto andaluz. De lo contrario, podría parecer que toda la opereta veraniega sobre la soberanía catalana es sólo un poco de alpiste para los votantes de Esquerra de cara a las próximas elecciones generales. Y eso teniendo en cuenta el lechugazo electoral que se van a pegar...
Estos días, en el oasis catalán, un lugar tan exótico como cualquier isla perdida, unos animales también andan imitándose los unos a los otros, aunque aparenten haber llegado por separado y sin ninguna feliz coincidencia a una serie de lugares comunes. Me refiero a la Feria de la Soberanía que estos días anida en el imaginario político catalán.
Desde mediados de agosto, cada dos o tres días aparece un presuntamente nuevo colectivo partidario de la independencia de Cataluña respecto de España. A cuentas del pretendido deficit de inversiones, deficit de infraestructuras, deficit fiscal y deficit de todo un poco, las corrientes Reagrupament y Esquerra independentista, críticas con Carod Rovira por haber entregado el gobierno de Cataluña a un cordobés, han insistido estos días que la mejor solución para los catalanes es que nos marchemos de España.
También ha aflorado en los medios de comunicación catalanes estos días que en Convergència ha aparecido una corriente interna que reclama también un giro soberanista. El mismo día que Artur Mas desmentía la existencia de esa corriente interna, por redundante con la actual estrategia de la dirección, el diario Avui publicaba que Mas la avalaba públicamente. Por otro lado, hemos sabido también estos días que se ha constituído la Plataforma per la Sobirania, un supuesto invento que aglutina a personalidades de la sociedad civil, aunque realmente sólo tiene dos miembros conocidos: el ideólogo de ERC Héctor López, autodenominado escritor, y el jurista Alfons López, vocal del Consejo General del Poder Judicial a propuesta de CIU, personaje del que tenemos que hablar más extensamente otro día.
Por otro lado, según publicó La Vanguardia del Poder, un total de 120 entidades catalanas han hecho público un comunicado esta semana pidiendo el respeto a lo pactado en el Nuevo Estatuto de Autonomía en cuanto a financiación autonómica (esto es, que el gobierno de España esté obligado a acometer un determinado gasto según le reclame una autonomía española, instancia supuestamente inferior al gobierno central). Esas 120 entidades catalanas son partidos políticos, fundaciones de partidos políticos y ayuntamientos. Nuevamente, sociedad civil, ya saben.
Y por último ha llegado el vicepresidente de la Generalitat, y ha proclamado que si hay una mayoría soberanista en el Parlamento catalán, en 2014 convocarán un referendum sobre la independencia. Egregio señor vicepresidente: si usted quiere convocar un referendum, convóquelo ahora. La inmensa mayoría del parlamento es nacionalista catalana y una mayoría absoluta (48 diputados de CIU y 21 de ERC) son independentistas.
Puede hacerlo si quiere, al margen de la legalidad de la cosa. A mí no me importaría que los independentistas convocaran un referendum para irse a otro país, aunque preferiría mandarlos a otro planeta: no llevo bien que una fracción significativa de mis congéneres valore las raíces, la lengua y los aspectos identitarios más tribales por encima de la competencia, el mérito o la libertad individual. Ahora bien, si hablan de mayorías soberanistas, que convoquen el referendum ya, a ver si baten el record de abstención del estatuto andaluz. De lo contrario, podría parecer que toda la opereta veraniega sobre la soberanía catalana es sólo un poco de alpiste para los votantes de Esquerra de cara a las próximas elecciones generales. Y eso teniendo en cuenta el lechugazo electoral que se van a pegar...