jueves, agosto 30, 2007

La bandera y las vergüenzas (I)


Como todos ustedes saben, muy a menudo las banderas sirven para taparse las vergüenzas, pero como dice Arcadi Espada, en ocasiones sirven para mostrarlas. Durante las últimas semanas, Barcelona ha vivido una serie de desgracias concatenadas en los servicios públicos asociados a infraestructuras básicas, tales como averías eléctricas, retrasos ferroviarios generalizados y atascos de tráfico colosales.

Ante tamaño panorama, los políticos catalanes han reaccionado de diferentes maneras. Los socialistas han dicho que esto demuestra que el Nou Estatut era necesario y que todos los que afirmamos que el único objetivo de ese invento era romper España somos unos imbéciles lerrouxistas corresponsables de la actual situación de los servicios públicos barceloneses. Sobre esta doble estupidez argumental ya hablaremos otro día.

Los convergentes y republicanos no han dicho algo muy diferente, pero han añadido que esto demuestra que España no nos sirve de nada a los catalanes y que las averías y colapsos pueden servir de estímulo para acercarnos a la independencia. Vamos, que se alegran de que la Renfe no funcione: en pro de la construcción nacional catalana, no importa que se jodan los catalanes.

Los populares han dicho poca cosa, básicamente han insistido en que el gobierno de Rodríguez Zapatero invierte en Cataluña menos que el de Aznar, hecho que por otro lado es evidente: busquen, busquen cuáles son las obras públicas que se están ejecutando actualmente en Cataluña (verbigratia, Ave, ampliaciones del puerto y el aeropuerto de Barcelona, etcétera) y cuántas de esas obras públicas las ha iniciado el actual gobierno. Por su parte, los dirigentes de Ciutadans no han dicho nada, como suelen hacer últimamente.

Me interesan particularmente las afirmaciones que han hecho estos días los independentistas de Convergència i Unió y Esquerra Republicana de Catalunya. Primero, por su descarado centralismo: para ellos, Barcelona es Cataluña, y los problemas acontecidos este verano en Barcelona han devenido en agresiones contra todos los catalanes, incluso contra los de la Val d'Aran. Segundo, por su descarado narcisismo: es cierto que los problemas en Renfe son inaceptables (pero no por una falta de inversiones en nuevos trenes u otras tonterías que se han dicho estos días, sino por una planificación inadecuada de las obras del Ave y por la ausencia de itinerarios que eviten la estación de Sants), pero hay que tener muy poca sensibilidad para que creer que Manuel Pizarro castiga a Cataluña por la Opa de Gas Natural o que hay que acabar con las colas en los aeropuertos. ¡Agárrense, colas en los mostradores de facturación en el aeropuerto de Barcelona en los días punta de agosto! ¡Inaceptable!