No soy precisamente un seguidor diario del programa de Federico Jiménez-Losantos, porque no soy ni progre ni nacionalista, especies que conforman su audiencia mayoritaria de Barcelona.
Sin embargo, ahora que no está es cuando uno se da cuenta de lo aburrida que es la vida sin él: qué meses de julio y agosto tan anodinos, pero qué mañanas tan esteparias en las que uno echa de menos hasta las obsesivas apelaciones a Cándido.
No sabemos qué habría dicho Losantos de esos spots de publicidad institucional tan machacones que acaban con la cantinela solemne de ¡Gobierno de España!, no sabemos tan poco qué habría dicho sobre la tocata y fuga de Piqué, ni de ese caos llamado Maleni Álvarez, ni de la crisis subprime, ni de las extensísimas vacaciones del presidente Rodríguez o del herido narcisismo catalanista, que por mucho se haya pasado el verano echándole la culpa a Madrit, ha comprobado cuáles son los problemas reales que deben gestionar los políticos y cuáles son las gilipolleces estatutarias que en nada han contribuído a resolver ninguna afección.
O sea que FJL sí, que vuelva ya. Para molestar a los progres, para molestarme a mí mismo si es el caso. Y para echar a ese imitador suyo tan malo que la Cope ha puesto este verano en su puesto, de nombre Merlos.
Sin embargo, ahora que no está es cuando uno se da cuenta de lo aburrida que es la vida sin él: qué meses de julio y agosto tan anodinos, pero qué mañanas tan esteparias en las que uno echa de menos hasta las obsesivas apelaciones a Cándido.
No sabemos qué habría dicho Losantos de esos spots de publicidad institucional tan machacones que acaban con la cantinela solemne de ¡Gobierno de España!, no sabemos tan poco qué habría dicho sobre la tocata y fuga de Piqué, ni de ese caos llamado Maleni Álvarez, ni de la crisis subprime, ni de las extensísimas vacaciones del presidente Rodríguez o del herido narcisismo catalanista, que por mucho se haya pasado el verano echándole la culpa a Madrit, ha comprobado cuáles son los problemas reales que deben gestionar los políticos y cuáles son las gilipolleces estatutarias que en nada han contribuído a resolver ninguna afección.
O sea que FJL sí, que vuelva ya. Para molestar a los progres, para molestarme a mí mismo si es el caso. Y para echar a ese imitador suyo tan malo que la Cope ha puesto este verano en su puesto, de nombre Merlos.
***
Y ya que hablamos de medios de comunicación. Hoy ha habido momentos en que, oyendo cosas sobre si Lewis Hamilton tiene una, tres o siete amigas, no sabía si estaba viendo una carrera de F1 o una edición del Tomate. Sugiero a Telecinco que a partir de ahora llame Aquí hay motor a sus macrorretransmisiones de los domingos. O eso o que Gonzalo Serrano corra la misma suerte que ese mal imitador de Losantos. Aunque no sé quién podría sustituírlo.
***
Ya sé: los etarras. Comentar carreras de F1 podría ser la reinserción para los terroristas, en caso de que ZP vuelva a ganar las elecciones y relance el proceso de paz. Podría sacar a Otegui y De Juana de la cárcel y ponerlos a retransmitir las gestas de Fernando Alonso, para cuando en 2009 las emita la Sexta.