Como sabemos, en España papá Estado vela por la salud de los ciudadanos hasta tal punto que se atribuye la facultad de prohibir el pescado crudo o restringir las afirmaciones (¡aunque sean verídicas!) que se incluyan en los anuncios de bebidas alcohólicas.
Estos días, sin embargo, es lo más normal del mundo que en mil pueblos del país haya festejos en los que se utiliza a toros para realizar encierros populares. En este asunto, y al margen del maltrato a los animales, papá Estado sí que no ve ningún riesgo para la integridad de sus súbditos: prohibir el toro embolao puede quitar votos, y el sushi no. Y cuando veo a toda esa panda de imbéciles que participan o contemplan alegremente ese tipo de fiestas tan típicas del mes de agosto, pienso: es la Puta España, como certeramente apreció el pensador Pepe Rubianes.
Estos días, sin embargo, es lo más normal del mundo que en mil pueblos del país haya festejos en los que se utiliza a toros para realizar encierros populares. En este asunto, y al margen del maltrato a los animales, papá Estado sí que no ve ningún riesgo para la integridad de sus súbditos: prohibir el toro embolao puede quitar votos, y el sushi no. Y cuando veo a toda esa panda de imbéciles que participan o contemplan alegremente ese tipo de fiestas tan típicas del mes de agosto, pienso: es la Puta España, como certeramente apreció el pensador Pepe Rubianes.