jueves, octubre 25, 2007

De cómo Amando de Miguel fue uno de los primeros 'objetivos' de El País en sus comienzos


Había quien creía que con la llegada de Ignacio [de] Polanco a la presidencia de Promotora de Informaciones, S.A. algo iba a cambiar en ese grupo mediático. No me refiero a su ideología, sino a -llamémoslo así- su forma de proceder.

El libro de estilo de El País no parece que haya cambiado. En algún epígrafe de ese libro de estilo tiene que seguir constando que toda terminal mediática del grupo Prisa debe perseguir la destrucción pública y personal de todo aquel que represente un estorbo para la empresa o para los amiguetes políticos de la empresa.

Esta conducta fue inaugurada por El País en la legislatura de la primera mayoría absoluta de Felipe González, 1982-1986, y el sociólogo Amando de Miguel tuvo el dudoso honor de ser uno de los primeros (corríjanme si hay precedentes) que experimentaron en sus carnes el exquisito tratamiento al que le pueden someter a uno desde Casa Polanco. De Miguel había colaborado años antes con el diario independiente de la mañana (hoy ya no es independiente y se tiene que conformar con ser global, parece ser), y llegado el momento se le ocurrió criticar ferozmente las reformas educativas que el PSOE estaba empezando a maquinar, en particular la maravillosa Ley de Reforma Universitaria que iba a permitir a unos cuantos centenares de militantes socialistas el paso directo desde Ferraz hasta una plaza de profesor titular, sin proceso de evaluación alguno. Lo machacaron. A él y a su familia.

Desde entonces, numerosas truculencias personales han aparecido a cinco columnas en las páginas de El País, siempre al servicio de lo que convenga en cada momento. La víctima más reciente, el socialista valenciano Joan Ignasi Pla, que se negaba a abandonar su cargo y al que le han dado un empujoncito desde la redacción del periódico más influyente. Se han escandalizado preguntándose por qué no pagaba unas obras, en lugar de preguntarse por qué la constructora no quería cobrarle nada. La ministra Lady Aviaco parece ser la siguiente, a tenor del editorial de este jueves.

De hecho, sí hay una diferencia con el periódico de años atrás: El País de hace unos años tenía a Hermann Tertsch, a Fernando Savater o a Arcadi Espada. Ahora tenemos que conformarmos con los artículos de Susote de Toro, las lecciones de ética de Ernesto Ekaizer y las entrevistas del buñuelo María Antonia Iglesias. Es una pena, porque a su lado hasta El Mundo parece un diario potable. Como diría Forges: ¡País!


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Y precisamente, de El País habla uno de mis vecinos.