Hay seres humanos que destacan particularmente por su caos mental.
Carmen Chacón Piqueras es uno de ellos: esta muchacha es capaz de
afirmar sin pestañear que las autonomías gobernadas por el Partido
Popular practicarán la desobeciencia civil si deciden incluír un mismo
plan de estudios en el tramo correspondiente a las comunidades
autónomas para todos los alumnos, independientemente de la región en
que se encuentren.
El sorprendente silogismo chacónico consiste en lo siguiente: los
peperos no piensan cumplir con la LOE y van a enseñar lo mismo en
Murcia que en Castilla y León. Están, por lo tanto, contra el sistema
democrático y contra el cumplimiento de la legalidad vigente.
Lo que no termina de entender doña Carmen es que la Ley Orgánica de
Educación (que tan meritorios resultados traerá para nuestros alumnos,
como todos sabemos) otorga a las comunidades autónomas un cierto
porcentaje de los contenidos que se deben impartir. Legítimamente, las
autonomías del PP han decidido que impartirán unos mismos contenidos
idénticos, y eso convierte al Partido Popular en un extraño monstruo
que no cree en el troceamiento territorial de la enseñanza y en la
advenediza bondad de la pedagogía progresista, valga el pleonasmo.
Estando en la oposición, la Chacón criticaba que la ley de Pilar del
Castillo fuese segregadora y cruel, ignorando cuadrupedalmente que
muchos centros públicos españoles están viéndose obligados a segregar
[de tapadillo e ilegalmente] a los estudiantes de ESO en grupos por
niveles, para garantizar que los buenos alumnos no se vean
perjudicados por los mendrugos.
El problema de Carmen Chacón es que no tiene ni idea de nada, ni cree
en nada, ni sabe cuáles son los problemas reales de la educación en
España, algo que, sin duda,
- permitió que en cuatro años pasara de número 16 de la lista del PSC
por Esplugues de Llobregat a vicepresidenta primera del Congreso de
los Diputados, y
- motivó que fuese objeto del deseo de Alfredo Pérez-Rubalcaba, Miguel
Barroso y un actor de Ana y los siete.