miércoles, febrero 27, 2008

Los interventores del PSC


"Hay que votá bien, ¿eh?", expelen los interventores socialistas en mi colegio electoral a todos aquellos amigos y conocidos suyos, que son muchos.

El prototipo de interventor del PSC es un hombre sexagenario, andaluz, sin empleo conocido, que frecuenta el club municipal de petanca y la cofradía 15+1. Pelo blanco, cara hinchada y una barriga elefantiasica. Está a las ocho de la mañana en la puerta del colegio con una bolsa de plástico con el logo del PSC, que piensa dejar colgada todo el día en alguna percha bien visible, para que quede claro quién marca el territorio aquí.

Los interventores del PSC en realidad no necesitan llevar ningún cartelito identificativo, ya que se les ve de lejos. Son la plasmación del socialismo catalán más perfeccionado. Por lo general hay bastantes más interventores y apoderados del PSC que número de mesas electorales en el colegio (hay que controlarlo todo, la jornada electoral es un día en el que se juegan los garbanzos para poder seguir viviendo a costa de los demás). Alguno lleva El Periódico de Catalunya: es preferible a El País porque éste último tiene demasiadas letras, y muy pequeñitas.

Los del PSC se reparten las tareas: uno se pone en cada mesa electoral, sentado junto a (qué digo sentado, prácticamente encima de) los vocales y el presidente; dos o tres más se sitúan junto a los listados para que cualquier ciudadano pueda acudir a consultar a los representantes socialistas antes que a cualquier otro agente electoral; por último, hay uno que coloca disimuladamente detrás de la mesa en la que están disponibles las papeletas, mirando qué vota cada vecino.

A partir de las tres de la tarde, aprovechando que la afluencia de votantes es mucho menor, alguno comienza a comentar a los miembros de las mesas: "Para acabá anteh, nozotroh ayudaremoh a contá loh votoh. Que quede claro: no importa zi no cuadran perfectamente loh votoh a la primera, ze quitan o ze ponen uno o dó votoh en blanco, y yastá." Por lo general, salvo extrañas excepciones, el presidente de mesa traga y ve perfectamente normal que los representantes de los partidos políticos participen en el recuento de votos, haciendo montoncitos con las papeletas rápidamente. En caso de que algún muchacho de la administración (de estos que a las dos, a las seis y a las ocho en punto informan al Ministerio del Interior de los datos de participación), haga saber a los de las mesas que no sólo no tienen por qué aceptar que los interventores toquen los votos, sino que además está prohibido, los interventores del PSC pueden llegar a empujar al muchacho en cuestión, taparle la boca y berrearle que aquí no manda él.

Si usted vive en el área metropolitana de Barcelona, en alguno de estos municipios atiborrados de socialistas, y va a votar a algún partido que no sea el PSC, no se esconda. Cuando esté mirando tranquilamente las papeletas, y note en su cogote la respiración del personaje que se acerca a curiosear qué coge, agarre su papeleta y póngasela en las narices: "No, yo no soy un socialista". Que exista una fracción de población que todavía no controlan es lo que más les jode.