Tras las elecciones de hace dos domingos, parece que todos nos hayamos tomado unos días de asueto por adelantado, aunque supuestamente las vacaciones de Semana Santa comiencen hoy. Lo ocurrido en los últimos días en el pestilente cenagal mediático-político español en el que chapoteamos alegremente ha sido, a mi juicio, muy curioso: se ha dedicado una mucho mayor atención a lo ocurrido en el partido perdedor de las elecciones que cuanto ha acontecido en las huestes vencedoras.
Recordarán ustedes, si tienen edad, las elecciones generales del año 2000, en las que Aznar logró la mayoría absoluta. En los días posteriores a aquellas elecciones, y pese a que su contrincante Almunia había presentado la dimisión, los medios se centraban en las quinielas de ministrables de Aznar y trataban de husmear en el famoso cuaderno azul del presidente, mientras el Psoe intentaba lamerse las heridas y colocaba como responsable de una gestora provisional a Manuel Chaves. En las elecciones de hace cuatro años, la victoria de Zapatero focalizó el interés periodístico: se ignoraban cuáles iban a ser las posibles alianzas nacionalistas y si el gobierno iba a ser monocolor del Psoe. Ahora, sin embargo, algo ha cambiado. Nadie habla del ganador, recluído en Doñana. Todas las miradas están puestas en el Pp, con alguna portada sonrojante del periódico del Pre-escolar incluída.
La inusitada cobertura mediática de los problemas del Partido Popular es la consecuencia de dos tramas de intereses:
1) la necesidad que la izquierda española y sus medios afines tienen de aparentar que la victoria de Rodríguez Zapatero ha sido aplastante, contundente e indiscutible sobre Rajoy, y en ocultar que ha habido un evidente trasvase de voto desde el centro-izquierda hacia el Pp y desde la extrema izquierda hacia el Psoe, algo que contradice el discurso pepiñoide de la derecha extrema, el Pp está aislado y todas esas zarandajas;
y 2) el afán, el indisimulado afán que tiene Pedrojota Ramírez de estar en la pomada, de meter cuchara donde pueda. Esta mañana el confidencial por antonomasia publica que hay una alianza en la derecha mediática (aunque yo a Pedrojota lo considero un progre interesado) para defenestrar a Mariano Rajoy de la presidencia del Pp. Coño, parece que han tardado diez días en darse cuenta. Supongo que debe ser pura satisfacción personal, puro amor propio lo de Pedrojota: lleva veinte años intentando ser el Polanco de la derecha, un hombre capaz de poner y quitar líderes, de nombrar y destituír cargos en el Pp tal y como Polanco podía destituír ministros con un par de editoriales de El País. Veremos si Pedrojota se cree lo suficientemente poderoso o si el Pp es lo suficientemente pusilánime como para sucumbir ante las presiones pedrojotiles: poner un nuevo líder sólo para quedar bien ante el director de El Mundo significará definitivamente dejar de ser el último partido medio decente que quedaba en España, para pasar a ser ya una irrecuperable casa de putas. Seguiremos el proceso atentamente.
Recordarán ustedes, si tienen edad, las elecciones generales del año 2000, en las que Aznar logró la mayoría absoluta. En los días posteriores a aquellas elecciones, y pese a que su contrincante Almunia había presentado la dimisión, los medios se centraban en las quinielas de ministrables de Aznar y trataban de husmear en el famoso cuaderno azul del presidente, mientras el Psoe intentaba lamerse las heridas y colocaba como responsable de una gestora provisional a Manuel Chaves. En las elecciones de hace cuatro años, la victoria de Zapatero focalizó el interés periodístico: se ignoraban cuáles iban a ser las posibles alianzas nacionalistas y si el gobierno iba a ser monocolor del Psoe. Ahora, sin embargo, algo ha cambiado. Nadie habla del ganador, recluído en Doñana. Todas las miradas están puestas en el Pp, con alguna portada sonrojante del periódico del Pre-escolar incluída.
La inusitada cobertura mediática de los problemas del Partido Popular es la consecuencia de dos tramas de intereses:
1) la necesidad que la izquierda española y sus medios afines tienen de aparentar que la victoria de Rodríguez Zapatero ha sido aplastante, contundente e indiscutible sobre Rajoy, y en ocultar que ha habido un evidente trasvase de voto desde el centro-izquierda hacia el Pp y desde la extrema izquierda hacia el Psoe, algo que contradice el discurso pepiñoide de la derecha extrema, el Pp está aislado y todas esas zarandajas;
y 2) el afán, el indisimulado afán que tiene Pedrojota Ramírez de estar en la pomada, de meter cuchara donde pueda. Esta mañana el confidencial por antonomasia publica que hay una alianza en la derecha mediática (aunque yo a Pedrojota lo considero un progre interesado) para defenestrar a Mariano Rajoy de la presidencia del Pp. Coño, parece que han tardado diez días en darse cuenta. Supongo que debe ser pura satisfacción personal, puro amor propio lo de Pedrojota: lleva veinte años intentando ser el Polanco de la derecha, un hombre capaz de poner y quitar líderes, de nombrar y destituír cargos en el Pp tal y como Polanco podía destituír ministros con un par de editoriales de El País. Veremos si Pedrojota se cree lo suficientemente poderoso o si el Pp es lo suficientemente pusilánime como para sucumbir ante las presiones pedrojotiles: poner un nuevo líder sólo para quedar bien ante el director de El Mundo significará definitivamente dejar de ser el último partido medio decente que quedaba en España, para pasar a ser ya una irrecuperable casa de putas. Seguiremos el proceso atentamente.