domingo, marzo 02, 2008

Es el optimismo, estúpido (o imbécil, en este caso)


Nadie en su sano juicio podría creer que, si se tira por la ventana de un sexto piso, no le va a ocurrir nada. Bueno, nadie excepto el presidente Rodríguez, quien tiene suficiente con mostrarse optimista: si Rodríguez se tira por la ventana y se repite a sí mismo "No me la voy a pegar, no me la voy a pegar", eso basta para no darse un josconcio contra el suelo. De hecho, eso hizo el día antes del atentado de la T-4: creía que para que no hubiera atentados bastaba con afirmar que no habría; también creyó algo parecido para lograr que el fracaso de Angela Merkel, o la constitucionalidad del estatuto de Cataluña, o el final feliz de la Opa de Endesa.

En efecto, si hacemos caso a uno de los dos principales argumentos de campaña del Partido Socialista, para afrontar los retos de España en el futuro basta con mostrarse optimista, y ya está: el optimismo en suficiente en sí mismo, sin necesidad de tener que articular medida alguna. Hasta los progres más recalcitrantes sabrán reconocer que el optimismo, la alegría, la mirada positiva y toda esa sarta de gilipolleces que Rodríguez presenta como oferta electoral son la nada más perfecta, el vacío absoluto, la oquedad ideológica.

Este es el primer argumento de Rodríguez: su sonrisa. Por desgracia, el segundo argumento es todavía más deprimente. El segundo argumento es "Cuidado, que vienen los fachas". Y es inseparable del primero: porque si Rodríguez no quiere o no puede confrontar sus propuestas con las de Mariano Rajoy en materia de inmigración, o de calidad del sistema educativo, o de seguridad ciudadana, o de política fiscal, es obvio que la única salida estratégica es sonreír mucho, acusar al oponente de pesimista y bramar contra el posible regreso de la derechona.


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No quisiera dejar escapar la habilidad del pensador Hugo Chávez con las lenguas clásicas: "Presidente Uribe... si Colombia intenta algo parecido en Venezuela... ¡eso es causus bellis!"