Me encuentro estos días por Barcelona algunos carteles del PSC y de su marca blanca, Iniciativa per Catalunya. Qué raro, pensé los primeros días que los vi, si no estamos en campaña electoral. Los carteles aluden a la famosa directiva europea de tiempo de trabajo, la MEMO/04/219, la que nadie ha leído, vulgo la de las 65 horas semanales. Hasta se han inventado una chapita y todo, los muy vagos.
Si me creyera lo que los progres explican estos días, Europa sería un pacífico continente en el que la vida es maravillosa, los pajaritos cantan y las nubes se levantan, súbitamente amenazado por las recetas ultraneoliberales de la derecha montaraz, que pretendería encadenar a sus puestos de trabajo a todos los empleados por cuenta ajena un total de 65 horas semanales, algo así como 13 horas diarias.
Es mentira.
Los ministros de Trabajo de la UE llevan proponiendo desde 2004 (no es nada nuevo de estos días) una reforma de la actual directiva europea de tiempo de trabajo, una directiva que data de 1993 y que ya ha sufrido varias modificaciones a lo largo de los años. Lo único que se pretende con la cacareada reforma es dar más libertad a los ciudadanos sin conculcar ningún derecho ni dificultar la conciliación de la jornada laboral: el tiempo máximo de trabajo semanal continuará siendo el permitido por las legislación laboral de cada Estado miembro (en nuestro caso, 40 horas semanales con excepciones para algunos colectivos que trabajan a turnos, como por ejemplo los médicos). Sin embargo, si alguien, libremente y a título individual, quiere acordar con su empleador un incremento de las horas de trabajo semanal, podrá hacerlo, sin ninguna vinculación con el resto de la plantilla. Eso es todo. Más libertad para los ciudadanos, menos normativas que restrinjan la iniciativa individual (¿no queríais derecho a decidir, listillos?).
A falta de mayor munición con la que tener entretenido al rebaño socialdemócrata para cuando vengan las próximas elecciones, sean europeas o autonómicas, y con la que está cayendo en la economía española, con sus cartelitos los socialistas catalanes han aprovechado para poner en práctica lo único que, aparte de robar, dominan a la perfección: la demagogia. Ni conculcación de derechos, ni desprotección, ni condiciones inhumanas. La nueva directiva europea sobre tiempo de trabajo es más libertad, o sea, menos socialismo.
El ministro Celestino Corbacho, ya desde sus tiempos como alcalde presumía de ser un esforzado servidor público que dedicaba muchísimas horas a sus numerosas responsabilidades, al parecer más de 40 horas semanales. Si él libremente decidió poder trabajar más de 40 horas, es difícil de entender por qué no pueden decidirlo también los demás, a no ser que él se considere un ser con extraordinarias capacidades que se ve en la obligación de proteger a sus pobres súbditos. No me proteja tanto, ministro, y verá qué bien. Ésa será su contribución para mitigar la crisis.
Si me creyera lo que los progres explican estos días, Europa sería un pacífico continente en el que la vida es maravillosa, los pajaritos cantan y las nubes se levantan, súbitamente amenazado por las recetas ultraneoliberales de la derecha montaraz, que pretendería encadenar a sus puestos de trabajo a todos los empleados por cuenta ajena un total de 65 horas semanales, algo así como 13 horas diarias.
Es mentira.
Los ministros de Trabajo de la UE llevan proponiendo desde 2004 (no es nada nuevo de estos días) una reforma de la actual directiva europea de tiempo de trabajo, una directiva que data de 1993 y que ya ha sufrido varias modificaciones a lo largo de los años. Lo único que se pretende con la cacareada reforma es dar más libertad a los ciudadanos sin conculcar ningún derecho ni dificultar la conciliación de la jornada laboral: el tiempo máximo de trabajo semanal continuará siendo el permitido por las legislación laboral de cada Estado miembro (en nuestro caso, 40 horas semanales con excepciones para algunos colectivos que trabajan a turnos, como por ejemplo los médicos). Sin embargo, si alguien, libremente y a título individual, quiere acordar con su empleador un incremento de las horas de trabajo semanal, podrá hacerlo, sin ninguna vinculación con el resto de la plantilla. Eso es todo. Más libertad para los ciudadanos, menos normativas que restrinjan la iniciativa individual (¿no queríais derecho a decidir, listillos?).
A falta de mayor munición con la que tener entretenido al rebaño socialdemócrata para cuando vengan las próximas elecciones, sean europeas o autonómicas, y con la que está cayendo en la economía española, con sus cartelitos los socialistas catalanes han aprovechado para poner en práctica lo único que, aparte de robar, dominan a la perfección: la demagogia. Ni conculcación de derechos, ni desprotección, ni condiciones inhumanas. La nueva directiva europea sobre tiempo de trabajo es más libertad, o sea, menos socialismo.
El ministro Celestino Corbacho, ya desde sus tiempos como alcalde presumía de ser un esforzado servidor público que dedicaba muchísimas horas a sus numerosas responsabilidades, al parecer más de 40 horas semanales. Si él libremente decidió poder trabajar más de 40 horas, es difícil de entender por qué no pueden decidirlo también los demás, a no ser que él se considere un ser con extraordinarias capacidades que se ve en la obligación de proteger a sus pobres súbditos. No me proteja tanto, ministro, y verá qué bien. Ésa será su contribución para mitigar la crisis.