miércoles, julio 30, 2008

El puritanismo del siglo XXI


Corren muy malos tiempos para la libertad de expresión. No sólo en España, sino en todo Occidente. Sin excepciones. Nos ha invadido una especie de nuevo puritanismo que ahora considera sagrado (y por lo tanto, venerable, indiscutible e incuestionable) todo lo políticamente correcto.

En cuestión de días, venimos asistiendo:

1) a dos condenas a Federico Jiménez-Losantos por llamar de todo a un alcalde y a un director de periódico,

2) a la retirada de un spot publicitario de Nike en el que un jugador negro de baloncesto le colocaba los testículos en la cara a otro jugador, también negro,

3) a la fulminante denuncia contra un pamplinas comunista de Torredembarra por reproducir un correo electrónico que se ríe de los niños extremeños

y 4) al rasgado generalizado de vestiduras por una portada de New Yorker en el que se caricaturizaba irónicamente a Barack Obama ataviado como un islámico.

Todo censurado. Cuando paradójicamente la sociedad contemporánea está relativizando como nunca el bien y el mal, el Estado (o el conjunto de la opinión pública) se reserva el derecho de distinguir lo que queda bien y lo que queda mal decirse, publicarse, exhibirse. Yo, que debo ser un ingenuo, creía que la libertad de expresión es exactamente eso: libertad. Libertad sin condicionantes, ni sobreentendidos, ni esto no porque va a quedar mal. Libertad de expresión incluso para decir mentiras.

La libertad de expresión no es ninguna graciosa concesión de la Administración ni de la puritana corrección política, sino que nos pertenece. Vendrán tiempos mejores.