Cuando el presidente del gobierno (ese que hasta hace quince días se dedicaba simplemente a esperar a que escampase porque toda la culpa de nuestra crisis la tenían los americanos) afirmó sin pestañear que tenemos el sistema financiero más sólido del mundo, no supe si empezar a carcajear a mandíbula batiente o ir preparando los bártulos para salir corriendo a otro país más serio.
Yo, que no soy precisamente un experto en temas económicos, no necesito saber mucho para conocer que España es el país más endeudado del mundo occidental: durante los últimos años y a pesar del innegable crecimiento económico, el trabajo y el ahorro interno de los españoles no han sido suficientes para cubrir la demanda de créditos. Como decía Jesús Cacho hace un par de domingos, nos hemos estado comprando los BMWs que fabricaban los alemanes pidiendo prestado el dinero que habían ahorrado los propios alemanes, y aquí no influye ninguna crisis financiera del otro lado del Atlántico. Cuando el crecimiento no está acompañado de trabajo y de ahorro, a medio plazo es insostenible en el tiempo. Lo hagan bien o mal los americanos, eso es cosa nuestra.
En España no tenemos negros descamisados sentados en un pórtico de Alabama esperando a un vendedor de hipotecas subprime, pero claro que nosotros también tenemos créditos basura. ¿O es que no son créditos subprime los préstamos exprés, con una TAE que ronda el 24%, que ofrecen un centenar de chiringuitos crediticios en España, de esos que se anuncian por la mañana en televisión? ¿Acaso no son los bancos españoles los principales accionistas de esos chiringuitos españoles? ¿Acaso conceder esos créditos a través de sus chiringuitos filiales no es una forma de sacar fuera de balance un préstamo basura? ¿Acaso no se ofrecen esos créditos a desempleados, a adolescentes sin oficio ni beneficio, a personas sin garantías que necesitan del aval de otro?
¿Acaso no son créditos subprime la multitud de préstamos a ladrilleros, empezando por Fernando Martín y siguiendo por Portillo, por la familia Nozaleda, por Enrique Bañuelos, por los dueños de Habitat, por Reyal Urbis, por Llanera, por Calixto Corral, por Grupo Lábaro, préstamos impagados la mayoría de ellos, y que equivalen a decenas de miles de millones de euros? ¿Acaso no son créditos subprime los favores a Florentino Pérez para que compre Iberdrolas, a Luis del Rivero para que compre Repsoles, a los Entrecanales para que compren Endesas, puras inversiones especulativas que sólo tenían como objetivo pelotazos futuros?
¿O es que sólo podemos llamar créditos subprime a los que conceden los bancos norteamericanos? Claro que hay créditos (no hipotecas) basura en España, y claro que los bancos españoles tienen un problemón que el gobierno negaba hasta antes de ayer.
Yo, que no soy precisamente un experto en temas económicos, no necesito saber mucho para conocer que España es el país más endeudado del mundo occidental: durante los últimos años y a pesar del innegable crecimiento económico, el trabajo y el ahorro interno de los españoles no han sido suficientes para cubrir la demanda de créditos. Como decía Jesús Cacho hace un par de domingos, nos hemos estado comprando los BMWs que fabricaban los alemanes pidiendo prestado el dinero que habían ahorrado los propios alemanes, y aquí no influye ninguna crisis financiera del otro lado del Atlántico. Cuando el crecimiento no está acompañado de trabajo y de ahorro, a medio plazo es insostenible en el tiempo. Lo hagan bien o mal los americanos, eso es cosa nuestra.
En España no tenemos negros descamisados sentados en un pórtico de Alabama esperando a un vendedor de hipotecas subprime, pero claro que nosotros también tenemos créditos basura. ¿O es que no son créditos subprime los préstamos exprés, con una TAE que ronda el 24%, que ofrecen un centenar de chiringuitos crediticios en España, de esos que se anuncian por la mañana en televisión? ¿Acaso no son los bancos españoles los principales accionistas de esos chiringuitos españoles? ¿Acaso conceder esos créditos a través de sus chiringuitos filiales no es una forma de sacar fuera de balance un préstamo basura? ¿Acaso no se ofrecen esos créditos a desempleados, a adolescentes sin oficio ni beneficio, a personas sin garantías que necesitan del aval de otro?
¿Acaso no son créditos subprime la multitud de préstamos a ladrilleros, empezando por Fernando Martín y siguiendo por Portillo, por la familia Nozaleda, por Enrique Bañuelos, por los dueños de Habitat, por Reyal Urbis, por Llanera, por Calixto Corral, por Grupo Lábaro, préstamos impagados la mayoría de ellos, y que equivalen a decenas de miles de millones de euros? ¿Acaso no son créditos subprime los favores a Florentino Pérez para que compre Iberdrolas, a Luis del Rivero para que compre Repsoles, a los Entrecanales para que compren Endesas, puras inversiones especulativas que sólo tenían como objetivo pelotazos futuros?
¿O es que sólo podemos llamar créditos subprime a los que conceden los bancos norteamericanos? Claro que hay créditos (no hipotecas) basura en España, y claro que los bancos españoles tienen un problemón que el gobierno negaba hasta antes de ayer.