Mercedes Milá hace, desde esta semana, horas extra como periodista de investigación en Tele5. La primera entrega de su nuevo programa ha versado sobre el peligro para la salud que suponen las centrales nucleares.
Pero la Milá no ha tratado el riesgo que supondría un escape de residuos radiactivos o algo así, no, la muchacha se ha dedicado a atemorizar al televidente mostrando las supuestas consecuencias para la población que representa la sola presencia de las centrales. Como es conocido, Mercedes Milá está especializada en el subgénero de la telebasura, pero ya no domina sólo la telebasura voyeur, sino también el detritus informativo. Lo que emitió anteayer Tele5 fue un insulto a la inteligencia, una sucesión de imágenes y pseudo-revelaciones tales como insinuar que la central de Almaraz pagaba el silencio del alcalde (sí, le pagaba una central, como si fuera un ente personificado con atribuciones monetarias), mostrar imágenes de peces muertos o explicar numerosos casos de cáncer (¿usted no conoce casos de cáncer entre sus conocidos o familiares?).
Todo, aliñado con doña Mercedes en actitud de juez y verdugo, tratando a sus invitados como despojos, poniendo en la picota al director de la central nuclear ("oiga, es que estamos investigando") e intentando desviar la opinión hacia donde le interesaba. Apuesto a que en próximas semanas tendremos una entrega sobre las tenebrosas antenas de telefonía móvil.
Pero la Milá no ha tratado el riesgo que supondría un escape de residuos radiactivos o algo así, no, la muchacha se ha dedicado a atemorizar al televidente mostrando las supuestas consecuencias para la población que representa la sola presencia de las centrales. Como es conocido, Mercedes Milá está especializada en el subgénero de la telebasura, pero ya no domina sólo la telebasura voyeur, sino también el detritus informativo. Lo que emitió anteayer Tele5 fue un insulto a la inteligencia, una sucesión de imágenes y pseudo-revelaciones tales como insinuar que la central de Almaraz pagaba el silencio del alcalde (sí, le pagaba una central, como si fuera un ente personificado con atribuciones monetarias), mostrar imágenes de peces muertos o explicar numerosos casos de cáncer (¿usted no conoce casos de cáncer entre sus conocidos o familiares?).
Todo, aliñado con doña Mercedes en actitud de juez y verdugo, tratando a sus invitados como despojos, poniendo en la picota al director de la central nuclear ("oiga, es que estamos investigando") e intentando desviar la opinión hacia donde le interesaba. Apuesto a que en próximas semanas tendremos una entrega sobre las tenebrosas antenas de telefonía móvil.
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El premio ondas a la mejor cobertura informativa se supera a sí mismo. SER o no SER. He ahí la cuestión.