miércoles, diciembre 01, 2004

Convenciones


En esta vida hay tres o cuatro cosas -no me parecen demasiadas- que no soporto. Una de ellas es oír una de estas construcciones: "bueno, es lo que hace todo el mundo" o bien "bueno, es lo que dice todo el mundo".

Pensar que algo es cierto porque lo crea mucha gente o que algo es lo correcto porque lo haga mucha gente no es precisamente una forma de asumir una cierta responsabilidad o de tener una mínima capacidad de análisis. Al fin y al cabo:

- Mucha gente cree que, ante un resfriado, la naranja o cualquier alimento que contenga vitamina C ayuda, cuando lo saludable en estos casos es la vitamina E.

- Mucha gente cree que los cactus tienen un extraño poder perturbativo que elimina las radiaciones electromagnéticas de los ordenadores, desconociendo que la única forma de que el cactus detenga la radiación electromagnética es interponiéndolo entre el usuario y la pantalla (y en efecto, no llega la radiación, puesto que ya no vemos la pantalla).

- Mucha gente cree que una pequeña cucharilla, colocada en lugar de un tapón, impide que el gas salga de la botella de cava. Sin comentarios.

- Mucha gente cree que es correcto mirar hacia arriba en caso de hemorragia nasal. Tragaremos mucha sangre, pero al margen de eso, no se conoce que la circulación sanguínea se vea afectada por la posición de la nuca.

- Mucha gente cree que Ben Laden fue agente de la CIA a mediados de los 80, sin explicar por qué extraño motivo ni probar nada, ignorando cuadrupedalmente que ya por aquel entonces había iniciado sus atentados contra Occidente. Verbigratia, ataque contra el acantonamiento de marines norteamericanos y franceses en Beirut el 23 de octubre de 1983. 299 muertos.

Estos son sólo ejemplos inocentes, inocuos y quizás permisibles. Existen otras conductas menos plausibles, como creer que el hombre nunca llegó a la Luna ("porque lo dice todo el mundo", claro), afirmar haber visto en televisión un sórdido espectáculo de Ricky Martin con una niña y un perrito, o, cómo no, avistar bolas de hielo cayendo del cielo ("aerolitos").

Qué aburrida y monótona juzgamos la vida cotidiana, para que tengamos que observar, conocer fenómenos y explicaciones inextricables. Debe ser un síntoma de bienestar.