miércoles, junio 15, 2005

El espectáculo de la sangre


Llevamos tres días con los informativos televisivos dándole vueltas a un incendio ocurrido el pasado domingo en la sede de la Hacienda foral guipuzcoana. Los sistemas de seguridad fueron desconectados antes de producirse el incendio. Un vigilante apareció asesinado en el sótano del edificio y otro desapareció. Finalmente, hoy ha aparecido muerto también.

Hasta ahí los hechos, escuetos ellos. A la tele, por su parte, le gusta ir más allá de la faction y recrearse en la fiction. El primer día, se decía que el segundo vigilante estaba desaparecido. El segundo, que era el responsable del asesinato de su compañero y se había dado a la fuga sacando dinero de un cajero automático (!). Esta mañana, este segundo vigilante ya no era el culpable de la muerte del primero. A mediodía, aparece también muerto. Y horas después, vuelve a ser declarado culpable del primer asesinato.

Es uno de los hechos diferenciales (y más odiosos) de nuestra sociedad occidental: el mercadeo mediático con los crímenes. Horas y horas de cobertura dedicada al irrefrenable morbo que producen los asuntos turbios, con muertos de por medio a ser posible.

Sólo ante las escenas tórridas y ante la crónica de sucesos, nadie aparta la vista del televisor. Eros y Thanatos, las dos grandes pulsiones del ser humano.