Este mediodía me he encontrado en el buzón de casa un nuevo número de la revista Info Catalunya, editada por el Departamento de Presidencia del glorioso gobierno patrio. El subtítulo, en la portada, es un irónico "Información de interés ciudadano". Ja.
Cuando estaba en la oposición, Maragall preguntó oralmente en el pleno del Parlament a Pujol por la despreciable práctica de enviar revistas a todos los domicilios de Cataluña con pseudoinformación institucional y la presencia del entonces hereu, Artur Mas, en todos los números. Pero ahora, ya se sabe, cuando se llega al gobierno se descubre que la libertad individual es sólo un residuo producto de la parte de incompetencia del poder, y por lo tanto hay que seguir enviando el Pravda a todos los hogares. Y sólo en catalán, por supuesto.
Como experimento, resulta decepcionante y descorazonador intentar leer esta basura que me ha mandado a casa Maragall. En el consejo de redacción, está Enric Marín, secretario de comunicación del Govern y colaborador de Batasuna en la campaña electoral de las elecciones vascas de 1987. Maragall, que nos deja tres párrafos infumables y un autógrafo en la página 3, da paso a una serie de flashes supuestamente informativos en los que hay promesas y más promesas, el papel de la agricultura en la sociedad del conocimiento (?), de aquí a tres años se multiplicarán por dos las plazas de guardería, plan de reordenación del Pirineo, banda ancha de aquí a dos años, plan de energía eólica, plan estratégico económico, plan por aquí, plan por allá, nada por aquí, nada por allá.
Sin duda, lo que mejor describe qué es exactamente el llamado oasis catalán son los autoelogios que se dan nuestros políticos y toda la caterva de sus intelectuales orgánicos. Y estos autoelogios quedan bien retratados en la revista: en cuestión de 22 páginas, aparecen ¡tres! convocatorias de premios. Premio Internacional Catalunya 2005, premios Catalunya de educación, y premio Ramon Margalef de Ecologia y Ciencias.
En cualquier otra parte de España, el hecho de que un gobierno enviara revistas de autobombo al buzón de casa provocaría un revuelo descomunal por parte de la oposición. Aquí no, aquí la oposición o está tan pringada como el gobierno o es tan centrista que no quiere ni oír hablar de ejercer su labor. Tal vez haga falta algo más.
Cuando estaba en la oposición, Maragall preguntó oralmente en el pleno del Parlament a Pujol por la despreciable práctica de enviar revistas a todos los domicilios de Cataluña con pseudoinformación institucional y la presencia del entonces hereu, Artur Mas, en todos los números. Pero ahora, ya se sabe, cuando se llega al gobierno se descubre que la libertad individual es sólo un residuo producto de la parte de incompetencia del poder, y por lo tanto hay que seguir enviando el Pravda a todos los hogares. Y sólo en catalán, por supuesto.
Como experimento, resulta decepcionante y descorazonador intentar leer esta basura que me ha mandado a casa Maragall. En el consejo de redacción, está Enric Marín, secretario de comunicación del Govern y colaborador de Batasuna en la campaña electoral de las elecciones vascas de 1987. Maragall, que nos deja tres párrafos infumables y un autógrafo en la página 3, da paso a una serie de flashes supuestamente informativos en los que hay promesas y más promesas, el papel de la agricultura en la sociedad del conocimiento (?), de aquí a tres años se multiplicarán por dos las plazas de guardería, plan de reordenación del Pirineo, banda ancha de aquí a dos años, plan de energía eólica, plan estratégico económico, plan por aquí, plan por allá, nada por aquí, nada por allá.
Sin duda, lo que mejor describe qué es exactamente el llamado oasis catalán son los autoelogios que se dan nuestros políticos y toda la caterva de sus intelectuales orgánicos. Y estos autoelogios quedan bien retratados en la revista: en cuestión de 22 páginas, aparecen ¡tres! convocatorias de premios. Premio Internacional Catalunya 2005, premios Catalunya de educación, y premio Ramon Margalef de Ecologia y Ciencias.
En cualquier otra parte de España, el hecho de que un gobierno enviara revistas de autobombo al buzón de casa provocaría un revuelo descomunal por parte de la oposición. Aquí no, aquí la oposición o está tan pringada como el gobierno o es tan centrista que no quiere ni oír hablar de ejercer su labor. Tal vez haga falta algo más.