lunes, septiembre 26, 2005

Delinquir es gratis (II)


La democracia es algo que va mucho más lejos que ese trámite retórico cuatrianual llamado elecciones. Entre las virtudes del sistema democrático, están, más allá de la delegación representativa: el respeto a las garantías procesales, el control del poder por parte de la opinión pública, la existencia de una sociedad civil capaz de vivir completamente al margen de papá Estado y, por supuesto, la primacía del Estado de derecho.

Sólo en un país tercermundista los acusados de delitos de terrorismo o de connivencia o complicidad con el terrorismo pueden salir prácticamente indemnes de un proceso tras haber sido hallado culpables. Pero hete aquí que, en un país tercermundista como el nuestro, la fiscalía solicita en total 74000 años de cárcel para los acusados por el primer juicio sobre el 11-S en España y el juez decreta penas que suman un total de 167 años, lo cual representa un fantástica ratio de 0,0023% de efectividad, sin contar posteriores rebajas.

Claro que sólo en un país tercermundista como el nuestro el gobierno puede dejar de cumplir y hacer cumplir las leyes, sin instar a la persecución, con la ley en la mano, del brazo político de una banda terrorista. Así que qué le vamos a pedir a los jueces, que apenas emulan a los prebostes gobernantes.


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Al margen de gráficas comparaciones, siempre odiosas, ¿de dónde se cuelgan los señores limpiacristales para dar esplendor a los vidrios de la torre Agbar?