jueves, septiembre 15, 2005

El discurso que alguien debería haber formulado en la Asamblea de la ONU


Comparezco ante ustedes, representantes de las delegaciones nacionales, jefes de Estado o de gobierno, para dar a conocer la posición de mi país ante esta cumbre de la Organización de Naciones Unidas.

Muy señores míos: esto es una cochambrosa mierda. Sí, sí: una cochambrosa mierda. La ONU se inventó después de la Segunda Guerra Mundial, originariamente como un intento de disponer de un instrumento que impidiera un nuevo enfrentamiento entre los grandes Estados del mundo. No digo que en sus inicios fuese algo necesario, la idea no estaba mal. Pero con el transcurso de los años, el tugurio este se ha ido convirtiendo en una enorme máquina de tirar el dinero; en un enclave donde todo sujeto despreciable, ya sea en versión dictatorial, terrorista o agitadora antiliberal, tiene cabida; en un lamentable elemento de presión contra el Estado de Israel en particular y contra todo Occidente en general; en un lugar paradójico en el que aquí, en esta asamblea, tienen la palabra gobernantes cuyos países no tienen Parlamento; en Progrelandia, la porción de terreno ajena a la vida real en la que ustedes vienen aquí a sermonear demagógicamente que hay que acabar con el hambre en el mundo y que patatín y patatán.

Me dirijo especialmente a usted, señor Kofi Annan: ¿hasta cuándo abusará, Kofi, de nuestra paciencia? Usted ha pedido perdón por tener un hijo ladrón, un hijo que viene aquí a simular que codirige el programa Petróleo por alimentos mientras se embolsa pingües cantidades de dinero presupuestadas para la cooperación internacional. Reconoce que su hijo roba, reconoce que si consigue meter las narices en la saca es porque es hijo suyo, lo reconoce y se queda tan pancho. Jubílese, que ya tiene sus añitos. Lárguese de aquí, señor Annan, lárguese usted y toda su comparsa bienpensante pero cleptócrata. Ésa será su contribución a la lucha contra el hambre.

De las intervenciones que me han precedido, prefiero no hablar porque no hablo de pornografía. Simplemente diré que los ciudadanos de todo el mundo están viendo a una panda de capullos hablando de que el mundo está muy mal y la solución es una tasa adicional que grave los billetes de avión. Pero bueno, esos son los capullos: luego están ya los inútiles totales que llevan un tiempo hablando de no sé qué de una alianza entre civilizaciones.

Ustedes son al desarrollo de los países pequeños lo mismo que Patricia Gaztañaga a la televisión de calidad: si quieren contribuír al crecimiento de los países subdesarrollados, eliminen los aranceles y las subvenciones a sus productos agrículas, auténtica losa para la expansión de las pequeñas economías tercermundistas. Mientras tanto, pueden seguir gimoteando grácilmente todo lo que quieran. Y yo me largo de aquí, que aún me quedan escrúpulos.