No puedo menos que esbozar una sonrisa cuando pongo TV3 o Catalunya Ràdio y oigo, con toda solemnidad y autoconvencimiento, que en la crónica de deportes hablan del partido que disputa mañana la selección del Estado: sí, amiguitos, España debe ser el único país del mundo cuya selección nacional de fútbol está compuesta por funcionarios.
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Teníamos cierta costumbre de que, además, España fuese uno de los pocos países del mundo en los que, cuando hay un accidente, catástrofe, atentado o similar, gobierno y oposición se tiran los muertos a la cabeza en un grácil proceso a la larga autodestructivo. Pero este gobierno siempre va más lejos y encuentra nuevas técnicas, aún más autodestructivas a la larga: echarle la culpa directamente a los muertos, con la sangre aún caliente. Supongo que, tras aterrizar nuevamente en bonocóptero en cualquier estadio de fútbol, el ministro se lo explicará lúcida y directamente a la viuda, y con cámaras de por medio.