Pepiño Blanco, secretario de Organización y Comunicación del PSOE (aunque ni organiza ni comunica), nos somete a esta pletórica alocución en la que los pajaritos cantan, las nubes se levantan, el pueblo saluda gozoso el advenimiento zapateril y el PP se despeña por el barranquillo:
Este referéndum tiene muchos ganadores: la democracia, porque se impuso la voluntad de la mayoría; la Constitución, porque se ha aprobado una nueva ley de Estado que la respeta, fortalece y desarrolla; el Estado de las Autonomías, que da un paso adelante; Cataluña, que a partir de ahora tiene un nuevo y más eficaz instrumento legal para avanzar en su autogobierno; y España, porque este resultado favorece la convivencia. Sólo hay un perdedor: el PP y su estrategia de crispación y confrontación entre españoles y territorios.
Pues no, Pepiño, no: este referéndum tiene muchos perdedores: la democracia, porque ha quedado claro que en Cataluña una mayoría de políticos y ciudadanos es absolutamente indiferente a la coacción contra representantes y simpatizantes de los dos grupos antinacionalistas que pedían el no; la Constitución, porque se ha aprobado una nueva ley que, desde una instancia del Estado, somete al conjunto del Estado a una serie de disposiciones y entiende la nación como un colectivo de semianimales en lugar de como un conjunto de personas libres e iguales; el Estado de las Autonomías, porque se construye un Estadito dentro del actual Estado; Cataluña, que a partir de ahora tiene una fuerte condición de contorno para limitar la libre iniciativa de personas físicas y jurídicas, poner trabas a la movilidad geográfica y dificultar la burocracia en asuntos supraautonómicos; y España, porque los intereses de Cataluña son absolutamente indistinguibles e inseparables de los intereses del resto de España.
Lo que ocurre es que, cada día más, lo único que les queda de izquierdas a los autodenominados socialistas catalanes encantados de haberse conocido es votar contra la derecha, pese a que esta derecha esté realizando el discurso más de izquierdas de todo el arco parlamentario español: algo tan sencillo como afiramr que los nacionalismos son una grave amenaza para la libertad individual y persiguen que no todos los españoles tengamos las mismas oportunidades.
Este referéndum tiene muchos ganadores: la democracia, porque se impuso la voluntad de la mayoría; la Constitución, porque se ha aprobado una nueva ley de Estado que la respeta, fortalece y desarrolla; el Estado de las Autonomías, que da un paso adelante; Cataluña, que a partir de ahora tiene un nuevo y más eficaz instrumento legal para avanzar en su autogobierno; y España, porque este resultado favorece la convivencia. Sólo hay un perdedor: el PP y su estrategia de crispación y confrontación entre españoles y territorios.
Pues no, Pepiño, no: este referéndum tiene muchos perdedores: la democracia, porque ha quedado claro que en Cataluña una mayoría de políticos y ciudadanos es absolutamente indiferente a la coacción contra representantes y simpatizantes de los dos grupos antinacionalistas que pedían el no; la Constitución, porque se ha aprobado una nueva ley que, desde una instancia del Estado, somete al conjunto del Estado a una serie de disposiciones y entiende la nación como un colectivo de semianimales en lugar de como un conjunto de personas libres e iguales; el Estado de las Autonomías, porque se construye un Estadito dentro del actual Estado; Cataluña, que a partir de ahora tiene una fuerte condición de contorno para limitar la libre iniciativa de personas físicas y jurídicas, poner trabas a la movilidad geográfica y dificultar la burocracia en asuntos supraautonómicos; y España, porque los intereses de Cataluña son absolutamente indistinguibles e inseparables de los intereses del resto de España.
Lo que ocurre es que, cada día más, lo único que les queda de izquierdas a los autodenominados socialistas catalanes encantados de haberse conocido es votar contra la derecha, pese a que esta derecha esté realizando el discurso más de izquierdas de todo el arco parlamentario español: algo tan sencillo como afiramr que los nacionalismos son una grave amenaza para la libertad individual y persiguen que no todos los españoles tengamos las mismas oportunidades.