Es enternecedor ver cómo los arduos defensores de la eutanasia expresan sus reservas, sus dudas y sus temores respecto del terrorista De Juana. Este personaje ha elegido no comer y morirse, si es preciso, en pro de su onírica patria sanguinaria. Y ya que ha elegido morir, que muera, libremente. A diferencia de sus 25 víctimas, el etarra sí puede escoger el momento de su muerte. Y será un colofón inmejorable a su putrefacta existencia.
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La inmoralidad y el dogmatismo son dos ingredientes que, bien aliñados, dan lugar a vómitos como el que expelió el togado chalado José-Luis Prieto (así, José-Luis, con guión en medio): hay que indultar al indefenso presidiario en huelga de hambre y, con un doble salto mortal con tirabuzón y medio, ello nos permite concluír que la culpa es del PP.
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¿Alguien ha visto a la Ministra de Educación en los últimos doce meses?