domingo, enero 20, 2008

Amén, Sostres


LA CIUDAD DE LA PAZ
Salvador Sostres
Avui, 20 de enero de 2008

Supongo que aún recuerda cuando la Barcelona oficial se proclamaba la ciudad de la paz durante las manifestaciones contra la guerra de Irak. La ciudad de la tolerancia y del diálogo. Supongo que aún recuerda la vergüenza que pasamos cuando se descubrió que Barcelona, en cifras absolutas, fue la ciudad que envió más dinero a Arafat y este dinero apareció en Suiza, en las cuentas privadas de aquel delincuente felizmente traspasado. Y quién ha sido, y las bolas de caca que los estudiantes de la Autónoma lanzaron a las puertas de la sede del Pp de Barcelona el día de reflexión de las últimas elecciones españolas. La ciudad de la paz que en lugar de manifestarse contra Bin Laden se manifestaba contra Aznar. La ciudad de la paz que justificaba el mayor acto terrorista jamás cometido en Europa y condenaba la decisión legítima de un gobierno democrático de intervenir en una guerra.

Hete aquí que plenamente instalados en el socialismo total: en el ayuntamiento, en España y en la Generalitat, hemos sabido que la ciudad de la paz era el objetivo criminal de Al Qaeda. ¿Quién ha sido? Este es el final de trayecto de la Alianza de Civilizaciones que propugna Zapatero, porque el islamismo no es una manera de entender el mundo sino de amenazarlo. El relativismo camufla los explosivos en pisos del Raval, como una manta. Hay civilizaciones superiores a las otras. Buenos y malos, y una locura destructora que no es consecuencia de ninguna causa sino del delirio. Véase que en el texto fundacional de Hamas, 30 páginas, no se nombra ni una sola vez la necesidad de un Estado palestino pero se apela continuamente a la destrucción de Israel. La tolerancia con las bombas sólo trae más bombas. Hay una jerarquía, una supremacía, y Occidente no es cualquier cosa. No abraces terroristas, que explotan.


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Es impresionante la predilección que la internacional mediática tiene por el Partido Demócrata de los Estados Unidos. Yo no tengo una especial simpatía por ninguno de los precandidatos de ninguno de los dos partidos (porque, al igual que todos los corresponsales de medios europeos en USA, no tengo ni idea de sus respectivos programas electorales, no sólo eso sino que soy incapaz de observar grandes diferencias entre los dos partidos), pero no deja de sorprenderme esta descarada y gratuita decantación a favor de los demócratas norteamericanos. Se creen estos pánfilos europeos que se parecen en algo a los socialistas de aquí. Qué gilipollas.