Es muy triste que un país con cuarenta y cuatro millones de habitantes y un partido con once millones de votantes y centenares de miles de simpatizantes no encuentre a nadie mejor como ministra de Vivienda que a Carmen Chacón. Según ha reconocido el presidente del Gobierno en diversas entrevistas en la prensa escrita, en el momento de su nombramiento el único mérito que contó fue que es amiga suya.
Carmen Chacón no tiene una especial capacidad oratoria, ni tiene idea alguna sobre qué políticas podrían llevarse a cabo para mitigar los efectos del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, ni tiene nada que ofrecer a los ciudadanos más allá de una sonrisa de discutible estética. Pero es progre y pone cara de asco cuando le echa la culpa de todo al Pp (o sea, continuamente), y eso en Barcelona es suficiente para encabezar la candidatura del Psc en las próximas elecciones generales.
El Psc podría poner como cabeza de lista a un sofá y sacarían exactamente los mismos votos, o quizá más. Su electorado está formado por tres grandes masas de votantes: los andaluces y extremeños septuagenarios que pueblan el área metropolitana de Barcelona; los quillos (hijos y nietos de aquéllos); y las nuevas clases medias barcelonesas. Y como los votantes del Psc son un rebaño que siempre ha votado socialista y siempre votará, no hace falta que se esmere mucho la Chacón en esgrimir argumentos criptoconvergentes como los que aparecen hoy en La Vanguardia, ortografía al margen. Veo que los carteles que en su día sugerí a Montilla siguen perfectamente vigentes.
Carmen Chacón no tiene una especial capacidad oratoria, ni tiene idea alguna sobre qué políticas podrían llevarse a cabo para mitigar los efectos del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, ni tiene nada que ofrecer a los ciudadanos más allá de una sonrisa de discutible estética. Pero es progre y pone cara de asco cuando le echa la culpa de todo al Pp (o sea, continuamente), y eso en Barcelona es suficiente para encabezar la candidatura del Psc en las próximas elecciones generales.
El Psc podría poner como cabeza de lista a un sofá y sacarían exactamente los mismos votos, o quizá más. Su electorado está formado por tres grandes masas de votantes: los andaluces y extremeños septuagenarios que pueblan el área metropolitana de Barcelona; los quillos (hijos y nietos de aquéllos); y las nuevas clases medias barcelonesas. Y como los votantes del Psc son un rebaño que siempre ha votado socialista y siempre votará, no hace falta que se esmere mucho la Chacón en esgrimir argumentos criptoconvergentes como los que aparecen hoy en La Vanguardia, ortografía al margen. Veo que los carteles que en su día sugerí a Montilla siguen perfectamente vigentes.
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Por cierto, parece ser que el presidente del Gobierno ha dicho hoy que él no va a inaugurar el Ave a Barcelona. Si llega antes de las elecciones, no podrá porque estaremos en campaña. Si llega después de las elecciones, tendrá que inaugurarlo Rajoy, qué le vamos a hacer.