domingo, enero 02, 2005

La irrefrenable ternura que emerge al leer a alguien que no tiene la menor idea de lo que dice


Redacción: tema libre

José Luis Rodríguez Zapatero
El Periódico de Catalunya, 2-I-05

"Para ser muy concreto. La Constitución, en lo que afecta a nuestro modelo territorial y al conjunto del funcionamiento del Estado [¿y qué narices será el conjunto del funcionamiento del Estado?], tiene tres elementos que son esenciales. Primero, la soberanía, es decir, la atribución de competencias al poder central y a los poderes autonómicos corresponde en última instancia a las Cortes Generales. Es verdad que hay un proceso de diálogo, hay un proceso de acuerdo, pero la llave última del sistema está en manos de las Cortes Generales. [Le veo algo perdido, egregio señor Presidente. Desde la Revolución Francesa, en los estados democráticos la soberanía reside en el pueblo, no en el poder ejecutivo, ya sea central o autonómico. Y acláreme qué tiene que ver eso con el proceso de diálogo, el proceso de acuerdo, y no digamos ya con la llave última del sistema; debe ser el sistema de cierre centralizado.]

Segundo, hay un núcleo de competencias irreductibles del Gobierno central que hay que respetar. Todos sabemos cuáles son, la defensa, la política exterior, aunque en política exterior hay muchísimos elementos de cooperación [¿eing?], y en la competencia fundamentalmente de legislación en determinadas materias. [Pasamos del conjunto del funcionamiento del Estado a la competencia fundamentalmente de legislación en determinadas materias. Una forma muy eufemística de charlar sobre la nada.]

Y tercer elemento, el modelo constitucional estatutario aboca a un escenario amplísimo de cooperación entre poder central y los autonómicos. Cuando hablo de cooperación hablo de disposición recíproca [¿eing?], es decir, la cooperación no es que el Gobierno central coordine, disponga, determine a las comunidades autónomas. No. [Ya queda más claro: no es que el Gobierno determine a las comunidades, evidente.] Muchas veces el Gobierno central tiene que estar a disposición de los gobiernos autonómicos, en lo que son [¡¡lo que son!! ¡¡iletrado!!] ámbitos de sus competencias. Es una filosofía distinta de entendimiento de lo que es [¡¡lo que es!!] un Estado profundamente descentralizado. Y sé que esto a algunos sectores les cuesta entenderlo [pero qué puede esperar, presidente Rodríguez, cómo no me va a costar entenderle: a la competencia fundamentalmente de legislación en determinadas materias, hay que añadir ahora la nadería petulante de la disposición recíproca cooperante o de la filosofía distinta de entendimiento], pero puedo asegurar que como presidente de Gobierno todos los actos que yo he ido desarrollando, la conferencia de presidentes, la invitación a la participación de las cumbres bilaterales de países limítrofes, etcétera, corresponden a la profunda convicción de cómo puede y debe funcionar este Estado [La conferencia de autonomías y la imagen -porque no ha sido más que imagen- de tres presidentes autonómicos en la cumbre hispanofrancesa no son más que la escenificación de todo cuanto aparece en este artículo: el vacío conceptual recubierto de unas seductoras palabras insulsas. Ah, la imagen, el objeto de veneración zetapense.]. Y se resume en una idea: el Gobierno de la nación, debe contar para casi todo con los gobiernos autonómicos. Y dos [oiga, ¿no acaba de decir que se resume en una idea?], los gobiernos autonómicos tienen que cooperar entre sí. Ésta es la razón de la conferencia de presidentes, donde el presidente del Gobierno comparte la misma mesa, comparte el mismo escenario con los presidentes autonómicos, no en vano, quien se sienta al frente de un Gobierno autonómico lo hace con la legitimidad del voto popular y eso creo que es comprender bien la naturaleza de nuestro sistema."

[Los presidentes de las diputaciones provinciales también tienen la legitimidad del voto popular y no por ello hemos visto, ni veremos, a ZP en una conferencia de diputaciones provinciales. El verdadero motivo por el que se da coba a los pequeños reinos de taifas que campan por las Españas no es el afán autonomista de nuestro intrépido presidente, y prueba de ello es la absoluta vaguedad de ideas acerca del asunto, tal como cualquiera puede comprobar en ese texto: todos los gestos pro-descentralizadores del presidente Rodríguez son únicamente la plasmación de un abono periódico de intereses acreedores.

Repasemos ahora la primera oración con la que ZP arranca, porque el problema de fondo es el nuestro: tenemos que ser capaces de conciliar el sueño, siendo conscientes de que nuestros destinos están regidos por un sujeto incapaz de producir una sola frase en la que no incurra en vaguedades, indefiniciones o ridiculeces.]