Eran las dos y cuarto de la tarde cuando en las pantallas de Antena3 de televisión emergía la figura de una señora, anunciando un potingue insulso, soltando esta frase que vale un premio Nobel de la Física:
El problema de las grasas acumuladas es que tienen una carga magnética negativa.
¡Oh! Que paren las rotativas, esto tiene que salir en el Journal of Physics. Desde que en 1931 Dirac explicó por qué la carga del electrón es la que es y no otra, los científicos han gastado una cantidad indecente de tiempo y dinero en buscar objetos que tengan carga magnética, esto es, monopolos magnéticos que no cuenten a la vez un polo norte y un polo sur. Cuán ineptos los físicos teóricos, que no se han dado cuenta de que la verdad está en nuestras barrigas.
Al margen de esta entrañable estupidez, anuncios como ese reflejan la baja cultura científica que tenemos en España y en el mundo en general. Y no lo digo porque nadie deba conocer qué es un monopolo magnético: lo digo porque los próceres de la mercadotecnia saben que cuando se nombra algún concepto científico, nadie se entera de qué se está hablando, y todo el mundo mira absorto a la pantalla o al panfleto. "Halaaa, cuánto sabe".
El problema de las grasas acumuladas es que tienen una carga magnética negativa.
¡Oh! Que paren las rotativas, esto tiene que salir en el Journal of Physics. Desde que en 1931 Dirac explicó por qué la carga del electrón es la que es y no otra, los científicos han gastado una cantidad indecente de tiempo y dinero en buscar objetos que tengan carga magnética, esto es, monopolos magnéticos que no cuenten a la vez un polo norte y un polo sur. Cuán ineptos los físicos teóricos, que no se han dado cuenta de que la verdad está en nuestras barrigas.
Al margen de esta entrañable estupidez, anuncios como ese reflejan la baja cultura científica que tenemos en España y en el mundo en general. Y no lo digo porque nadie deba conocer qué es un monopolo magnético: lo digo porque los próceres de la mercadotecnia saben que cuando se nombra algún concepto científico, nadie se entera de qué se está hablando, y todo el mundo mira absorto a la pantalla o al panfleto. "Halaaa, cuánto sabe".