- ¡Hombre! ¿De dónde vienes?
- Vengo de misa. Hoy el cura ha hablado del pecado.
- ¿Y qué ha dicho?
- Que él no es partidario.
El presidente Rodríguez no es cura, ni nada que se le acerque, pero sus comentarios acerca de la propuesta de reforma del Estatuto de la Comunidad Autónoma del País Vasco son lo más parecido a una homilía tautológica: "no soy partidario".
Hace casi dos semanas, el parlamento vasco aprobó su propuesta. El contenido del texto que se va a remitir al Congreso de los Diputados entra en numerosas contradicciones con las disposiciones de la Constitución española, busca un funcionamiento manifiestamente totalitario de las instituciones y defiende procedimientos que supondrían un doble poder coexistente y contradictorio al orden constitucional vigente. Golpe de Estado, se llama en mi pueblo.
Mientras tanto, el presidente Rodríguez dice que él no es partidario. Y sonríe. "Voy a escuchar al lehendakari, pero él también me va a oír a mí". Cómo debe de estar temblando Ibarretxe. Los nacionalistas son malos, muy malos, pero no tontos: cualquier provinciano ombligista sabe que no debe dar un paso sin calcular las consecuencias de sus movimientos. Un preboste autonómico propone algo que en cualquier país normal supondría aplicarle el código penal por golpista, pero lo propone porque sabe que, en España, nada va a ocurrirle. Zapatero dice que no es partidario. Y tan felices todos.
- Vengo de misa. Hoy el cura ha hablado del pecado.
- ¿Y qué ha dicho?
- Que él no es partidario.
El presidente Rodríguez no es cura, ni nada que se le acerque, pero sus comentarios acerca de la propuesta de reforma del Estatuto de la Comunidad Autónoma del País Vasco son lo más parecido a una homilía tautológica: "no soy partidario".
Hace casi dos semanas, el parlamento vasco aprobó su propuesta. El contenido del texto que se va a remitir al Congreso de los Diputados entra en numerosas contradicciones con las disposiciones de la Constitución española, busca un funcionamiento manifiestamente totalitario de las instituciones y defiende procedimientos que supondrían un doble poder coexistente y contradictorio al orden constitucional vigente. Golpe de Estado, se llama en mi pueblo.
Mientras tanto, el presidente Rodríguez dice que él no es partidario. Y sonríe. "Voy a escuchar al lehendakari, pero él también me va a oír a mí". Cómo debe de estar temblando Ibarretxe. Los nacionalistas son malos, muy malos, pero no tontos: cualquier provinciano ombligista sabe que no debe dar un paso sin calcular las consecuencias de sus movimientos. Un preboste autonómico propone algo que en cualquier país normal supondría aplicarle el código penal por golpista, pero lo propone porque sabe que, en España, nada va a ocurrirle. Zapatero dice que no es partidario. Y tan felices todos.