sábado, enero 22, 2005

Ojos que no ven (y II)


En los últimos días, ha circulado la especie de que ETA quiere negociar. Nada nuevo. ETA, se dice, quiere negociar su disolución a cambio de contraprestaciones. Nada nuevo.

Los nacionalistas, raudos y veloces, piden que el Gobierno intente por todos los medios llegar a un acuerdo con ETA para conseguir la paz. Desde el Gobierno, algunos integrantes del mismo, comenzando por el presidente, han insinuado con cierta ambigüedad que se deja la puerta abierta a negociar con ETA si hay la menor posibilidad de conseguir la paz. Esta misma semana, el periódico La Razón ha publicado que el Gobierno ha tenido conversaciones con ETA, por medio de intermediarios, desde junio de 2004, sin desmentido conocido por parte de Moncloa.

González negoció con ETA. Aznar negoció con ETA. Otros, más recientemente, incluso pactaron con ETA. Y siempre ha sucedido lo mismo, o sea, nada. Decía ayer que uno debe conocer qué es un grupo terrorista, y qué quiere, no qué dice querer. Los terroristas persiguen aquello que les beneficie: si los terroristas quieren dialogar las condiciones de su rendición, es a cambio de algo. Y no se puede perseguir la paz negociando con los terroristas, porque no es la paz lo que está en juego, sino la libertad.

El terror no es sólo el asesinato, el terror empieza en la amenaza. Y si uno negocia con el terror, pueden cesar los asesinatos, pero no la amenaza de asesinatos, la paz armada. El poder verdaderamente ejercido desde el terror es algo que no se ve; no es necesario que se le vea, basta con que se le tema. Y es esto todo cuanto persigue ETA: condicionar, hacer saber que para que no haya atentados es preciso ceder a su chantaje, esto es, es preciso no ser libres. Nada nuevo.


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"¿Libertad? ¿Para qué?
Vladimir Illich Ulianov, "Lenin".