sábado, abril 02, 2005

De rumoreos


Cuando los datos son escasos, el bulo sustituye a la noticia. En efecto, cuando no se tiene una certeza absoluta sobre los hechos, las personas suelen desbaratar la información de la que disponen y apuntan sus propias teorías, interpretaciones e incluso sus propias evidencias.

Como Marylin Monroe murió en extrañas circunstancias, es más fácil creer que hubo una conspiración para liquidarla que pensar que se suicidó. Como en el vídeo del Windsor aparecen unas extrañas siluetas, está claro que había dos individuos equipados con linternas y radiotransmisores que buscaban algo. Cristóbal Colón era catalán y no salió de Palos de la Frontera sino de Pals de l'Empordà. El hombre nunca llegó a la Luna, en realidad se trataba de un engaño hollywoodiense. De los suicidas del 11-M y los correos electrónicos de Abu Hafs, mejor ni hablar. En todos estos casos, además, estas afirmaciones suelen ir acompañadas de enfáticas apreciaciones por parte de nuestros interlocutores, al estilo de "te lo aseguro" o "cómo puedes dudar de esto, si está tan claro".

Y estos días, renace el arte del bulo. Circula la especie de que existe una suerte de acuerdo tácito entre el Vaticano y el Principado de Mónaco para que sus respectivos jefes de Estado no se mueran a la vez, no vaya a haber una incompatibilidad de horarios en los entierros.


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Contribución del Instituto Opina y la Cadena SER a la sociología electoral. Mis dudas sobre los resultados del 17 de abril se han disipado, al observar lo que recojo en esta captura de pantalla.