Sujetos despreciables hay muchos, muchísimos. Pero muy pocos como Robert Mugabe, déspota profesional y genocida en sus ratos libres. Mugabe es presidente desde 1980, pero viene siendo un experto en carnicería humana ininterrumpidamente desde 1974.
Este pájaro hizo sus primeros pinitos instigando enfrentamientos bélicos entre la entonces Rodesia y el vecino Mozambique hasta llegar a un acuerdo en virtud del cual él se convertiría en jefe de Estado. En la última década, sin embargo, viene dedicándose a ejercer un incontestable, omnipotente y omnipresente poder nacionalsocialista, convirtiendo en hobby represaliar y enajenar sus posesiones a los 75.000 habitantes blancos de Zimbabwe.
Su partido tiene 147 de los 150 escaños del parlamento nacional. Mugabe es además, cómo no, un corrupto de esos a los que los anti-deuda-externa quieren perdonar todos sus intereses acreedores, con unas tasas de inflación y desempleo abominables hasta la náusea.
Ayer, Mugabe estuvo en El Vaticano, en los funerales del Papa. Todos se olvidaron de que tiene prohibida la entrada en Europa. Ningún Garzón dictó orden inmediata de extradición. Tampoco ningún gimoteante progre dispuesto a insultar a Bush protestó por su presencia. Y de paso, el Orejas le saludó. Decrépitos humanos.
Este pájaro hizo sus primeros pinitos instigando enfrentamientos bélicos entre la entonces Rodesia y el vecino Mozambique hasta llegar a un acuerdo en virtud del cual él se convertiría en jefe de Estado. En la última década, sin embargo, viene dedicándose a ejercer un incontestable, omnipotente y omnipresente poder nacionalsocialista, convirtiendo en hobby represaliar y enajenar sus posesiones a los 75.000 habitantes blancos de Zimbabwe.
Su partido tiene 147 de los 150 escaños del parlamento nacional. Mugabe es además, cómo no, un corrupto de esos a los que los anti-deuda-externa quieren perdonar todos sus intereses acreedores, con unas tasas de inflación y desempleo abominables hasta la náusea.
Ayer, Mugabe estuvo en El Vaticano, en los funerales del Papa. Todos se olvidaron de que tiene prohibida la entrada en Europa. Ningún Garzón dictó orden inmediata de extradición. Tampoco ningún gimoteante progre dispuesto a insultar a Bush protestó por su presencia. Y de paso, el Orejas le saludó. Decrépitos humanos.