martes, abril 26, 2005

La capital del mundo


¿Nueva York? ¿Londres? ¿París? Qué va, resulta que la capital del mundo es Pontons, un municipio de unos cuantos centenares de habitantes de la comarca barcelonesa del Alt Penedès. Los medios de comunicación (es un decir) catalanes abren hoy sus boletines con las declaraciones del alcalde, el popular Luis Caldentey, que afirma que no piensa casar a parejas homosexuales y que los gays son unos tarados mentales.

Y se arma la de Dios en el oasis. Pontons, el nuevo eje del mal para el nacionalombliguismo progresista catalán. El presidente del PP catalán, Josep Piqué, ha suspendido de militancia al alcalde, y el de Nuevas Generaciones de Barcelona, Rafael López, ha pedido su expulsión del partido. Es vergonzoso ver cómo se las gasta el PP con quienes se salen del guión piquetista de centralitat i moderació; cómo pisotea la derecha catalana a su propio electorado; cómo, en su afán por parecerse a otros partidos, el PPC busca recibir halagos sólo de los que nunca le van a votar.

Yo, que como militante de las juventudes del PP catalán tengo exactamente la misma legitimidad que don Rafael López, exijo ahora la expulsión del partido de todo aquel que no haya reaccionado contra el alcalde como mínimo con la misma fogosidad que contra los pacifistas callejeros que se dedicaron a agredir cargos peperos ahora hace poco más de dos años. De lo contrario, tendré la fundada sospecha de que hay políticos que desprecian más a su propia base social que a sus supuestos oponentes.

Porque sí, mis queridos amiguitos progres de dentro y de fuera del PP, sí, el emperador va desnudo. Decir que los homosexuales tienen un patología mental no es ningún delito, es una descripción de la realidad, por mucho que le moleste al lobby gay. Cualquiera que no tenga prejuicios ni miedo a ser marginado por no pensar como la mayoría sabe que las pocas especies animales que presentan conductas homosexuales son el hombre y el mono: algo tendrá que ver, pues, la presencia de un cerebro algo desarrolado, ergo hay alguna particularidad mental presente. Que me lapiden por pensar como el alcalde de Pontons, que no me importa. Eppur si muove.