viernes, abril 29, 2005

Antes que la bandera es la cartera


En el año 1999, se destapó un caso de corrupción en la agencia tributaria barcelonesa. Los inspectores Josep Maria Huguet y Ernesto Aguiar, nombrados en su día por el ministro José Borrell, se habían venido dedicando durante años al tráfico de influencias. Su patrimonio pasó, en cuestión de 20 meses, de 5 millones a 468 millones de pesetas; ellos aseguraron haber ganado el dinerín en bolsa pero no supieron explicar cómo. Cuando se descubrió el pastel, el delito había prescrito.

Ayer, el glorioso govern català, el que se sostiene sobre un taburete de tres inestables patas, presentó su propuesta de modelo de financiación autonómica. El contenido concreto es lo de menos: lo que los nacionalistas de todos los partidos quieren es que la recaudación de los impuestos que pagamos los ciudadanos catalanes se quede en exclusiva en manos del gobierno autonómico, y luego ya decidirá nuestro Maragall qué cantidad se le pasa al resto de España.

No se engañen: no es que Maragall sea un obsesivo identitario cuya máxima pulsión es molestar al resto de los españoles (que también podría ser). No va por ahí. Cuando se pide que el control sobre la recaudación de impuestos sea exclusivo de Cataluña, se está en lo mismo que cuando se pide que la última instancia judicial termine en Cataluña. Sólo se busca impunidad. Con autonomía financiera y judicial para el nacionalismo catalán, se institucionalizará la cleptocracia de Huguet y Aguiar. Ese es el objetivo de los nacionalistas: antes que la bandera es la cartera. Y venga, a robar.


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