miércoles, mayo 04, 2005

Alfredo


Alfredo Pérez-Rubalcaba es un todoterreno. Doctor en Ciencias Químicas, no es muy conocido por la plebe el hecho de que llegase a conseguir una plaza de profesor en la universidad gracias a la ley socialista de Reforma Universitaria de 1983. Poco importó que, en virtud de esa ley, sus propios impulsores se convirtieran automáticamente en designatarios de las plazas de profesor, y por lo tanto podían nombrarse profesores a sí mismos.

El tipo escaló una barbaridad. Escudero de la bodeguilla de Moncloa, fue Ministro de Educación y Ciencia a finales de los 80, uno de los corresponsables de la posterior LOGSE, una ley que tan heroicos resultados en forma de voto pipiolo ignorante le ha traído a su partido a posteriori. De Ministro de Educación, a Ministro de Presidencia, y luego a portavoz del gobierno del GAL y de Filesa. Sorprendentemente, sobrevivió a las purgas que fueron llevándose a todos los intelectuales orgánicos del tardofelipismo, mantuvo su asiento en el comité federal de Almunia y siguió, también incólume, como miembro de la ejecutiva federal de Rodríguez Zapatero.

Fue, junto al inefable Pepiño Blanco, el coordinador de la pasada campaña de las elecciones generales de 2004. Y como coordinador, fue la gran estrella mediática de la noche del 13 de marzo de 2004. Rubalcaba, desde aquel día, pasó a ser Roub al Qaabah. A estas alturas, sigue sin explicar cuántas veces habló con Rafael Vera en aquellos días, ni a qué se refería con eso de que el PSOE tenía información que el gobierno no estaba dando a la opinión pública.

Como actual portacoz parlamentario, sus gestos no acompañan, sino tapan. Sus palabras no aclaran, sino enredan. Sus ojos no ven, sino ocultan. Sus facciones no acolchan, sino entumecen. Es frío como la piel de un ofidio, de discurso camaleónico, mente ausente de escrúpulos, ignorancia supina en temas económicos y demagogia oceánica en temas sociales. Nadie sabe qué piensa sobre el nacionalismo, ni sobre el ministerio de la Trujillo, ni sobre I think it will happen antes del Rocío.

La última vez que viajé a Madrid, estuve merodeando por los alrededores del congreso de los diputados, y me lo encontré: realmente, su aspecto es el de una especie de prepucio andante.