sábado, mayo 28, 2005

Pilar y José Luis


Pilar Rahola, una señora que, a fuer de izquierdista y nacionalista venida a menos, no suele decir tonterías [y que tal vez por ello dejó la política], tiene la mala costumbre de escribir en El País.

Hoy, la que en su día fue la única concejal del ayuntamiento de Barcelona que no se votaba a sí misma, ha escrito en El País un artículo en el que se mete con la progresía antiamericana y antisemita al uso, a cuento del fantástico librito de Historia editado por can Clos en el que se relativiza el Holocausto nazi y se hacen curiosas comparaciones con el muro construído por Israel para evitar atentados terroristas (con significativo éxito, dicho sea de paso).

La Rahola ha estropeado su plausible artículo con su última frase, refiriéndose a los progres antisemitas: "Lo peor es que todos éstos dicen que son de izquierdas". No, doña Pilar, no es que sea lo peor. No por ser de izquierdas se es mejor de entrada; ser de izquierdas no tiene en sí mismo ningún elemento legitimador. Y este es el grave problema de la izquierda, el gran daño que hace el progresismo al pensamiento humano: se creen que son los mejores, tienen que serlo, y cualquier contraejemplo que no vaya en esa dirección es necesariamente excepcional, nimio.


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¿Se acuerdan de Zapatero? Estos días anda algo más callado que hace una semana, cuando hacía gráciles proclamas del diálogo supermegabondadoso y chupiguay. ZP estuvo ayer en París, haciendo campaña por el sí a la Constitución Europea.

En los mítines se hacen a menudo muchas chorradas de cara a la galería. Ayer, varios asistentes del público enarbolaban banderas de todos los estados miembros de la Unión Europea: creo que es la primera vez, desde que es secretario general de su partido, que Zapatero va a un mitin en el que hay una bandera española. Adieu, les enfants!