En el año 1991, tras la ocupación de Kuwait por parte de Irak, Saddam Hussein fue literalmente barrido por el ejército norteamericano en la primera guerra del Golfo. Fue barrido, pero no ejecutado: con las tropas occidentales a las puertas de Bagdad, el entonces presidente de EEUU, George Bush padre, ordenó la retirada del teatro de operaciones. Nunca se ha explicado por qué no se llevó la guerra hasta el final, cosa que, visto lo visto, nos habría ahorrado a posteriori mucha sangre.
Se firmó un armisticio, en virtud del cual la dictadura iraquí se comprometía, entre otras condiciones, a permitir la presencia continuada en su país de inspectores de la agencia UNMOVIC para el desarme internacional. Un armisticio no es más que un trato en el que el vencedor y el vencido acuerdan la suspensión de las hostilidades. Roto el armisticio, la guerra debe retornar inmediatamente. De lo contrario, no se hablaría de armisticio, sino de tomadura de pelo.
Sin embargo, en 1998, Saddam Hussein decidió expulsar del país a los inspectores de la UNMOVIC. En lugar de impedir que el exterminador de kurdos se burlase de las democracias garantistas, Bill Clinton decidió no hacer nada: fue una vergüenza y nuevamente, visto lo visto, se habría ahorrado a posteriori mucha sangre.
Después, todos sabemos lo que ha pasado. Lo que hemos sabido ahora, además, es que en las movilizaciones pseudopacifistas previas a la guerra de Irak de 2003 había, como por otro lado era evidente, intereses espurios más allá del simple populismo. En efecto, ha quedado acreditado que el exministro francés Charles Pasqua y el diputado británico George Galloway fueron beneficiarios de sobornos por parte de Saddam Hussein para declararse furiosamente contrarios a la guerra de Irak, tal como hicieron. Sobornos que, por cierto, iban circunscritos al aparentemente angelical y bienintencionado programa "Petróleo por alimentos".
Hace más de un año, sin embargo, el diario iraquí Al-Mada ya publicó una lista de 270 particulares, empresas y organizaciones beneficiarias de los sobornos de Saddam Hussein. En aquella lista, figuraba la asociación española CSCA, "Comité de Solidaridad por la Causa Árabe", que recibió un millón de barriles de petróleo de parte de tío Saddam, gratis total. La CSCA ha enviado brigadistas a Irak, ha organizado encuentros internacionales contra la guerra y es una de las impulsoras en España de la llamada "Alianza de Intelectuales Antiimperialistas" (y no sé qué es más falso, si lo de alianza o lo de intelectuales), con lo peor de cada casa a bordo: Ignacio Ramonet, José Saramago, Guillermo Toledo (sí sí, el que empezó en 7 vidas, intelectual).
Con petróleo gratis, es irresistible el encanto del pacifismo y la movilización agitativa. Al mejor postor.
Se firmó un armisticio, en virtud del cual la dictadura iraquí se comprometía, entre otras condiciones, a permitir la presencia continuada en su país de inspectores de la agencia UNMOVIC para el desarme internacional. Un armisticio no es más que un trato en el que el vencedor y el vencido acuerdan la suspensión de las hostilidades. Roto el armisticio, la guerra debe retornar inmediatamente. De lo contrario, no se hablaría de armisticio, sino de tomadura de pelo.
Sin embargo, en 1998, Saddam Hussein decidió expulsar del país a los inspectores de la UNMOVIC. En lugar de impedir que el exterminador de kurdos se burlase de las democracias garantistas, Bill Clinton decidió no hacer nada: fue una vergüenza y nuevamente, visto lo visto, se habría ahorrado a posteriori mucha sangre.
Después, todos sabemos lo que ha pasado. Lo que hemos sabido ahora, además, es que en las movilizaciones pseudopacifistas previas a la guerra de Irak de 2003 había, como por otro lado era evidente, intereses espurios más allá del simple populismo. En efecto, ha quedado acreditado que el exministro francés Charles Pasqua y el diputado británico George Galloway fueron beneficiarios de sobornos por parte de Saddam Hussein para declararse furiosamente contrarios a la guerra de Irak, tal como hicieron. Sobornos que, por cierto, iban circunscritos al aparentemente angelical y bienintencionado programa "Petróleo por alimentos".
Hace más de un año, sin embargo, el diario iraquí Al-Mada ya publicó una lista de 270 particulares, empresas y organizaciones beneficiarias de los sobornos de Saddam Hussein. En aquella lista, figuraba la asociación española CSCA, "Comité de Solidaridad por la Causa Árabe", que recibió un millón de barriles de petróleo de parte de tío Saddam, gratis total. La CSCA ha enviado brigadistas a Irak, ha organizado encuentros internacionales contra la guerra y es una de las impulsoras en España de la llamada "Alianza de Intelectuales Antiimperialistas" (y no sé qué es más falso, si lo de alianza o lo de intelectuales), con lo peor de cada casa a bordo: Ignacio Ramonet, José Saramago, Guillermo Toledo (sí sí, el que empezó en 7 vidas, intelectual).
Con petróleo gratis, es irresistible el encanto del pacifismo y la movilización agitativa. Al mejor postor.