El kiosko está lleno de bodrios panfletarios. El País es el Pravda, la antigua publicación prosoviética que disponía qué era verdad y qué no; el Avui nos lo tendrían que regalar presentando nuestra declaración de la renta en el kiosko, al demostrar que ya lo hemos pagado con nuestros impuestos y no tenemos por qué pagarlo dos veces; El Mundo hace tiempo que debería haber cambiado su nombre y llamarse El Mundo Obrero. Una de mis mayores debilidades, sin embargo, es El Periódico de Todos los Bares, el diario del grupo Zeta, y muy en especial, su entradilla "El artículo del día", que suele estar en la página 7.
Hoy El Periódico de Todos los Bares nos obsequia con un artículo del consejero primero del gobierno autonómico y autónomo, Josep Bargalló. Es el típico artículo que no es necesario leer: el titular nos ahorra los cuatro o cinco párrafos. Bargalló, el exguionista de monólogos de Andreu Buenafuente, elige como título de su redacción: "El Estatut sí interesa". Y El Periódico de Franco subtitula: La reforma estatutaria no es metafísica: da capacidad de gestión en el paro, la inmigración y la vivienda.
A mediados de 2003, Convergència i Unió pensó en competir con Esquerra Republicana de Catalunya para ver quién era más nacionalista, y se inventó como gran emblema de su campaña electoral para las elecciones autonómicas la reforma del Estatuto de Autonomía. Por mimetismo catalán, los nacionalistas de todos los partidos se copiaron unos a otros y fueron apostando también por una reforma estatutaria. A partir de entonces, asistimos a una comedia de enredo en la que gobierno y oposición (e incluyo a la oposición de dentro del gobierno) juegan a ponentes. Nadie sabe qué dice el borrador de nuevo estatuto que se ha aprobado, probablemente porque no dice nada.
El problema es que mientras los políticos hacen el gilipuertas con nuestros impuestos, el gobierno no gobierna, y además, tiene la cara dura, como hoy mismo Bargalló en su artículo, de afirmar que ya gobernarán cuando tengan más competencias, esto es, cuando se apruebe su estatut-tesoro. En efecto, la reforma estatutaria no es metafísica. Es pornográfica.
Hoy El Periódico de Todos los Bares nos obsequia con un artículo del consejero primero del gobierno autonómico y autónomo, Josep Bargalló. Es el típico artículo que no es necesario leer: el titular nos ahorra los cuatro o cinco párrafos. Bargalló, el exguionista de monólogos de Andreu Buenafuente, elige como título de su redacción: "El Estatut sí interesa". Y El Periódico de Franco subtitula: La reforma estatutaria no es metafísica: da capacidad de gestión en el paro, la inmigración y la vivienda.
A mediados de 2003, Convergència i Unió pensó en competir con Esquerra Republicana de Catalunya para ver quién era más nacionalista, y se inventó como gran emblema de su campaña electoral para las elecciones autonómicas la reforma del Estatuto de Autonomía. Por mimetismo catalán, los nacionalistas de todos los partidos se copiaron unos a otros y fueron apostando también por una reforma estatutaria. A partir de entonces, asistimos a una comedia de enredo en la que gobierno y oposición (e incluyo a la oposición de dentro del gobierno) juegan a ponentes. Nadie sabe qué dice el borrador de nuevo estatuto que se ha aprobado, probablemente porque no dice nada.
El problema es que mientras los políticos hacen el gilipuertas con nuestros impuestos, el gobierno no gobierna, y además, tiene la cara dura, como hoy mismo Bargalló en su artículo, de afirmar que ya gobernarán cuando tengan más competencias, esto es, cuando se apruebe su estatut-tesoro. En efecto, la reforma estatutaria no es metafísica. Es pornográfica.
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