Me pareció muy bien que en la última remodelación del extinto gobierno Maragall la consejería de Benestar i Família pasara a ser titularidad del PSC en lugar de ERC, porque eso es militar en el PSC: bienestar y familia.
Lo sabe bien el hombre que nos ocupa, Celestino Corbacho, y quienes se vieron involucrados en la empresa de servicios y voluntariado Iniciatives i Programes, una auténtica agencia de colocación del PSC. Durante buena parte de los años 90, el ayuntamiento de Hospitalet y la mitad de los consistorios del área metropolitana de Barcelona convocaron numerosos concursos para adjudicar la explotación de diversas actividades de dinamización juvenil y voluntariado. En todas esas convocatorias, las empresas ganadoras fueron siempre Sidecar e Iniciatives i Programes. Estas empresas, para poder cubrir los servicios adjudicados, buscaban empleados. Y oh sorpresa, los empleados resultaban ser siempre afiliados y simpatizantes de las Juventudes Socialistas e hijos de concejales o cargos de confianza.
Esta historia ocasionó cierto revuelo en su día pero, como siempre, quedó en nada. Y quedó en nada fundamentalmente por la clave del éxito de Celestino Corbacho y del PSC en los municipios limítrofes con Barcelona: no ganan las elecciones por méritos, sino por incomparecencia de adversario alguno. Los tentáculos de sus redes clientelares, de las que apenas hemos puesto un par de ejemplos; la irracionalidad de las masas que consideran que la mejor defensa para la clase obrera es una banda de rateros incapaces de tener una vida profesional al margen de la res pública; la escasa altura de sus sucesivos contrincantes políticos; su figura indiscutible en el seno de su sección local (que ha llegado a permitir que en el último minuto cambiasen elecciones primarias por un aplausómetro); el hecho de que aquí a nadie parezca importarle que una misma formación controle los recursos públicos durante 28 años, 56 años o los siglos que haga falta.
Este domingo, Celestino Corbacho, ligeramente fatigado tras afrontar su octava campaña electoral, volverá a ganar con aplomo y sus votos superarán ampliamente la suma de votos de todo el resto del espectro político. Menos mal (es costumbre de la casa) que los alcaldes socialistas se retiran sin acabar el mandato: todo indica que nos quedan diez meses de Corbacho en la alcaldía. Tiene una número dos que espera su turno.
Lo sabe bien el hombre que nos ocupa, Celestino Corbacho, y quienes se vieron involucrados en la empresa de servicios y voluntariado Iniciatives i Programes, una auténtica agencia de colocación del PSC. Durante buena parte de los años 90, el ayuntamiento de Hospitalet y la mitad de los consistorios del área metropolitana de Barcelona convocaron numerosos concursos para adjudicar la explotación de diversas actividades de dinamización juvenil y voluntariado. En todas esas convocatorias, las empresas ganadoras fueron siempre Sidecar e Iniciatives i Programes. Estas empresas, para poder cubrir los servicios adjudicados, buscaban empleados. Y oh sorpresa, los empleados resultaban ser siempre afiliados y simpatizantes de las Juventudes Socialistas e hijos de concejales o cargos de confianza.
Esta historia ocasionó cierto revuelo en su día pero, como siempre, quedó en nada. Y quedó en nada fundamentalmente por la clave del éxito de Celestino Corbacho y del PSC en los municipios limítrofes con Barcelona: no ganan las elecciones por méritos, sino por incomparecencia de adversario alguno. Los tentáculos de sus redes clientelares, de las que apenas hemos puesto un par de ejemplos; la irracionalidad de las masas que consideran que la mejor defensa para la clase obrera es una banda de rateros incapaces de tener una vida profesional al margen de la res pública; la escasa altura de sus sucesivos contrincantes políticos; su figura indiscutible en el seno de su sección local (que ha llegado a permitir que en el último minuto cambiasen elecciones primarias por un aplausómetro); el hecho de que aquí a nadie parezca importarle que una misma formación controle los recursos públicos durante 28 años, 56 años o los siglos que haga falta.
Este domingo, Celestino Corbacho, ligeramente fatigado tras afrontar su octava campaña electoral, volverá a ganar con aplomo y sus votos superarán ampliamente la suma de votos de todo el resto del espectro político. Menos mal (es costumbre de la casa) que los alcaldes socialistas se retiran sin acabar el mandato: todo indica que nos quedan diez meses de Corbacho en la alcaldía. Tiene una número dos que espera su turno.