Hay seres particularmente altivos, engreídos y autosatisfechos intelectualmente. El Formador es uno de ellos. Entre las múltiples muestras de autoestima desmedida de los pedagogos, está el hecho de que equiparen su disciplina a la de cualquier ciencia formal clásica: para los formadores de profesores, tan ciencia es la Didáctica como la Biología, la Geología o la Física.
Por añadidura, los pedagogos se autodenominan expertos. Cuando a usted se le acerque alguien que se proclame experto, desconfíe. Sobre todo si intenta venderle alguna mercancía, sea material o ideológica, como es el caso. Para el Formador, tan experto es un doctor en Medicina como uno en Pedagogía, son áreas del conocimiento científico perfectamente homologables.
Por supuesto, es mentira. Los científicos serios publican sus experimentos, sus reflexiones o sus resultados con toda cautela, con el máximo rigor y dejando bien claro dónde terminan los hechos y donde empiezan sus interpretaciones de los hechos.
Los charlatanes, en cambio, no: para un pedagogo, hechos y opiniones se mezclan, se diluyen y se confunden. Los Formadores construyen sus publicaciones encima de las opiniones, propias o ajenas, y dejan los hechos a un lado. A partir de sus opiniones prescriben qué deben hacer los profesores en el aula, y allá del que ose oponerse a las revelaciones, únicas y verdaderas, de los expertos en Didáctica.
Releo algún artículo que ha pasado por mis manos durante el CAP y me descojono: por el contenido, por la bochornosa sintaxis y por el razonamiento autosubsistente:
"Según hipótesis muy recientes y sugestivas, los bebés disponen ya, casi desde el nacimiento, de verdaderas ideas o teorías sobre el mundo de los objetos y las personas. Incluso hay quien cree que nacen sabiendo muchas de esas ideas. [...] Lo que está fuera de toda duda es que para predecir y controlar el movimiento de los objetos que componen su mesocosmos, los bebés necesitan teorías que predigan y controlen su conducta." [1]
"El constructivismo entiende el aprendizaje como una construcción personal. Según las teorías constructivistas, el estudiante construye su conocimiento en interacción con el entorno del cual extrae información que interpreta dependiendo de sus esquemos conceptuales previos. [...] Así pues, desde esta perspectiva parece obvia la conveniencia de diseñar actividades de laboratorio que proporcionen a los alumnos y alumnas [...] el conocimiento tácito indispensable para elaborar los conceptos científicos necesarios para su interpretación." [Nótese cómo evoca su definición de qué es el constructivismo y a partir de su propia definición deduce cómo tienen que ser las actividades de laboratorio, algo que tampoco acaba de quedar muy claro] [2]
¿Se imaginan que un médico planteara una creencia no justificada o comenzara con su propia definición de un nuevo concepto y, a partir de ahí, elaborase un innovador diagnóstico? Es el modus operandi pedagógico: 1) me invento algo que me vaya bien, 2) extraigo mis conclusiones a partir de ello, 3) justifico el modelo LOGSE con ello y 4) cobro por todo el proceso.
[1] POZO, J.I. Las ideas del alumnado sobre la ciencia: de dónde vienen, a dónde van, y mientras tanto qué hacemos con ellas. Alambique. 1996 (7) pp.18-26.
[2] COROMINAS, J.; LOZANO, M.T. Trabajos prácticos para la construcción de conceptos: experiencias y experimentos ilustrativos. Alambique. 1994 (2) pp.21-26.
Por añadidura, los pedagogos se autodenominan expertos. Cuando a usted se le acerque alguien que se proclame experto, desconfíe. Sobre todo si intenta venderle alguna mercancía, sea material o ideológica, como es el caso. Para el Formador, tan experto es un doctor en Medicina como uno en Pedagogía, son áreas del conocimiento científico perfectamente homologables.
Por supuesto, es mentira. Los científicos serios publican sus experimentos, sus reflexiones o sus resultados con toda cautela, con el máximo rigor y dejando bien claro dónde terminan los hechos y donde empiezan sus interpretaciones de los hechos.
Los charlatanes, en cambio, no: para un pedagogo, hechos y opiniones se mezclan, se diluyen y se confunden. Los Formadores construyen sus publicaciones encima de las opiniones, propias o ajenas, y dejan los hechos a un lado. A partir de sus opiniones prescriben qué deben hacer los profesores en el aula, y allá del que ose oponerse a las revelaciones, únicas y verdaderas, de los expertos en Didáctica.
Releo algún artículo que ha pasado por mis manos durante el CAP y me descojono: por el contenido, por la bochornosa sintaxis y por el razonamiento autosubsistente:
"Según hipótesis muy recientes y sugestivas, los bebés disponen ya, casi desde el nacimiento, de verdaderas ideas o teorías sobre el mundo de los objetos y las personas. Incluso hay quien cree que nacen sabiendo muchas de esas ideas. [...] Lo que está fuera de toda duda es que para predecir y controlar el movimiento de los objetos que componen su mesocosmos, los bebés necesitan teorías que predigan y controlen su conducta." [1]
"El constructivismo entiende el aprendizaje como una construcción personal. Según las teorías constructivistas, el estudiante construye su conocimiento en interacción con el entorno del cual extrae información que interpreta dependiendo de sus esquemos conceptuales previos. [...] Así pues, desde esta perspectiva parece obvia la conveniencia de diseñar actividades de laboratorio que proporcionen a los alumnos y alumnas [...] el conocimiento tácito indispensable para elaborar los conceptos científicos necesarios para su interpretación." [Nótese cómo evoca su definición de qué es el constructivismo y a partir de su propia definición deduce cómo tienen que ser las actividades de laboratorio, algo que tampoco acaba de quedar muy claro] [2]
¿Se imaginan que un médico planteara una creencia no justificada o comenzara con su propia definición de un nuevo concepto y, a partir de ahí, elaborase un innovador diagnóstico? Es el modus operandi pedagógico: 1) me invento algo que me vaya bien, 2) extraigo mis conclusiones a partir de ello, 3) justifico el modelo LOGSE con ello y 4) cobro por todo el proceso.
[1] POZO, J.I. Las ideas del alumnado sobre la ciencia: de dónde vienen, a dónde van, y mientras tanto qué hacemos con ellas. Alambique. 1996 (7) pp.18-26.
[2] COROMINAS, J.; LOZANO, M.T. Trabajos prácticos para la construcción de conceptos: experiencias y experimentos ilustrativos. Alambique. 1994 (2) pp.21-26.