El hecho diferencial catalán no tiene nada que ver con eso que dicen los nacionalistas de las costumbres, ni de la lengua, ni del humor catalán, ni de los derechos histéricos, ni de la danza circular. El verdadero hecho diferencial catalán es la capacidad para inventar cosas distintas a lo habitual en el resto de España, sólo por ser distintos, artificialmente distintos, aunque la diferencia en cuestión nos convierta en auténticos gilipuertas. Por ejemplo, unir los municipios limítrofes de Barcelona con un tranvía que va a 10 por hora como sustitutivo del metro en lugar de como complemento, es algo que sólo se nos ocurre a nosotros.
Otro invento particular de los catalanes es el llamado treball de recerca, literalmente "trabajo de investigación". Se considera una asignatura más del bachillerato, con dos créditos de carga lectiva y consiste en un proyecto que desarrolla el alumno durante varios meses, centrado en la investigación de algún tema en concreto. La investigación puede ser una pequeña experimentación o trabajo de campo, o una investigación bibliográfica al uso.
Yo hice una historia condensada del universo en 50 páginas; me costó trabajo, tiempo y dedicación que podría haber empleado en el resto de asignaturas clásicas, total para que ninguno de los tres miembros del tribunal se leyera una sola línea de la memoria que entregué.
En mi querido curso del CAP, se presentó uno de los ideólogos del invento este del treball de recerca. Un tal Belmonte, maestro de secundaria dedicado en cuerpo y alma a convencer al mundo de que es muy importante y formativo que los niños aprendan a investigar desde tercero o cuarto de ESO. "Hombre, investigar investigar, digo yo que se tratará de cosas muy limitadas", pensaba yo mientras oía su explicación inicial. Y tan limitadas.
Resulta que el tipo este tiene su particular concepción de los objetivos del treball de recerca: "Sentir personalmente la angustia y el gozo, la satisfacción y la desilusión, el placer, etcétera. [...] El profesorado ha de vivir él mismo la investigación, ha de tener la íntima convicción de que resulta un instrumento pedagógico. [...] Con este trabajo, se termina llegando a tener una nueva percepción de la vida".
Resulta, además, que este buen hombre sólo permite a sus alumnos tutorizados que proyecten trabajos sobre temas acerca de los cuales no se haya investigado nunca. No vale nada, NADA, cualquier estudio que verse sobre lo que ya se haya publicado. Y digo yo: ¿lo importante de un proyecto así, dudando ya de entrada de su utilidad, no es que el estudiante experimente y se busque la vida, con independencia de que otros ya hayan estudiado algo sobre el mismo tema que él y ya conozcan las conclusiones?
El haber aplicado a rajatabla siempre esta norma por su parte, ha supuesto esencialmente dos consecuencias, una traumática, y otra para partirse el pecho:
1) La traumática. Una alumna quiso hacer un trabajo de investigación sobre un determinado asunto, que desconozco. Este hombre se lo aceptó. Unos meses después, alguien publicó unas pequeñas indagaciones sobre un tema muy relacionado con lo que había proyectado la alumna. El tutor la obligó a cancelar su trabajo a medio hacer y empezar otro.
2) La grotesca. ¿Cómo se lo montan los alumnos para buscar temas sobre los que JAMÁS se haya investigado? He aquí algunos ejemplos de títulos mostrados por el señor ideólogo:
- "Impacto causado por los excrementos de palomas en los monumentos de Barcelona según el distrito"
- "Estudio de la fuerza de atracción que aguanta un cabello humano dependiendo del color, la edad y el sexo"
- "Estudio comparativo del rendimiento energético de las gomas de pollo"
- "Reflexiones en torno al sabor del huevo frito en función del color de la cáscara"
Hombre, investigaciones inéditas, lo son. Orgullosos no sé si estaremos, pero al menos sí podemos estar seguros de que nuestros churumbeles experimentarán la angustia y el gozo, la satisfacción y la desolación; especialmente la angustia, en el caso del que tuvo que estudiar las cagadas de paloma.
Otro invento particular de los catalanes es el llamado treball de recerca, literalmente "trabajo de investigación". Se considera una asignatura más del bachillerato, con dos créditos de carga lectiva y consiste en un proyecto que desarrolla el alumno durante varios meses, centrado en la investigación de algún tema en concreto. La investigación puede ser una pequeña experimentación o trabajo de campo, o una investigación bibliográfica al uso.
Yo hice una historia condensada del universo en 50 páginas; me costó trabajo, tiempo y dedicación que podría haber empleado en el resto de asignaturas clásicas, total para que ninguno de los tres miembros del tribunal se leyera una sola línea de la memoria que entregué.
En mi querido curso del CAP, se presentó uno de los ideólogos del invento este del treball de recerca. Un tal Belmonte, maestro de secundaria dedicado en cuerpo y alma a convencer al mundo de que es muy importante y formativo que los niños aprendan a investigar desde tercero o cuarto de ESO. "Hombre, investigar investigar, digo yo que se tratará de cosas muy limitadas", pensaba yo mientras oía su explicación inicial. Y tan limitadas.
Resulta que el tipo este tiene su particular concepción de los objetivos del treball de recerca: "Sentir personalmente la angustia y el gozo, la satisfacción y la desilusión, el placer, etcétera. [...] El profesorado ha de vivir él mismo la investigación, ha de tener la íntima convicción de que resulta un instrumento pedagógico. [...] Con este trabajo, se termina llegando a tener una nueva percepción de la vida".
Resulta, además, que este buen hombre sólo permite a sus alumnos tutorizados que proyecten trabajos sobre temas acerca de los cuales no se haya investigado nunca. No vale nada, NADA, cualquier estudio que verse sobre lo que ya se haya publicado. Y digo yo: ¿lo importante de un proyecto así, dudando ya de entrada de su utilidad, no es que el estudiante experimente y se busque la vida, con independencia de que otros ya hayan estudiado algo sobre el mismo tema que él y ya conozcan las conclusiones?
El haber aplicado a rajatabla siempre esta norma por su parte, ha supuesto esencialmente dos consecuencias, una traumática, y otra para partirse el pecho:
1) La traumática. Una alumna quiso hacer un trabajo de investigación sobre un determinado asunto, que desconozco. Este hombre se lo aceptó. Unos meses después, alguien publicó unas pequeñas indagaciones sobre un tema muy relacionado con lo que había proyectado la alumna. El tutor la obligó a cancelar su trabajo a medio hacer y empezar otro.
2) La grotesca. ¿Cómo se lo montan los alumnos para buscar temas sobre los que JAMÁS se haya investigado? He aquí algunos ejemplos de títulos mostrados por el señor ideólogo:
- "Impacto causado por los excrementos de palomas en los monumentos de Barcelona según el distrito"
- "Estudio de la fuerza de atracción que aguanta un cabello humano dependiendo del color, la edad y el sexo"
- "Estudio comparativo del rendimiento energético de las gomas de pollo"
- "Reflexiones en torno al sabor del huevo frito en función del color de la cáscara"
Hombre, investigaciones inéditas, lo son. Orgullosos no sé si estaremos, pero al menos sí podemos estar seguros de que nuestros churumbeles experimentarán la angustia y el gozo, la satisfacción y la desolación; especialmente la angustia, en el caso del que tuvo que estudiar las cagadas de paloma.