Llegan varios formadores del profesorado (de ahora en adelante, los formadores) a partir del segundo día con objeto de explicarnos, durante los dos primeros meses, otra forma de enseñar ciencias. Las primeras sesiones del CAP se agrupan mayoritariamente bajo el bloque denominado Por qué enseñar ciencias en secundaria y qué ciencia enseñar.
El Formador explica que nuestros escolares no tienen ni han tenido nunca ni idea sobre ciencia. Según revelan varios estudios del Formador, los niños creen que, en un pequeño circuito eléctrico con una bombilla, la corriente sólo circula de la pila a la bombilla y no regresa a la pila; o que los alimentos llegan al estómago y ahí se quedan, no se aprovechan o expulsan. Y claro, parece ser que tras su etapa como escolares, el Formador vuelve a hacer encuestas a los mismos chicos y los resultados son similares: sólo una fracción de los alumnos aprende en el colegio nociones elementales acerca de algunos aspectos científicos.
¿Qué prescribe el Formador? Un nuevo palabro: ¡Los alumnos tienen concepciones alternativas en ciencia! Y esas concepciones alternativas, esas simpáticas chorradas que se publicaban en libros de antología del disparate o se enviaban por correo electrónico como paridas escritas en exámenes, son tan válidas como cualquier descripción científica rigurosa. El Formador dice que el alumno construye un modelo de la realidad, y la misión del profesor es enriquecer ese modelo, no corregirlo.
La justificación del Formador: lo importante es hacer que crezcan ciudadanos democráticos (sic). Y para eso no hace falta que aprendan que fuerza es igual a masa por aceleración, lo importante es que si les enseñan una foto de una pelota en movimiento sepan dibujar encima la flechita de la velocidad y la aceleración, pero nada de resolver un problema: ¡eso no sirve para nada!
Un ingenuo le pregunta al Formador si no cree que eso perjudica a las personas competentes del aula, a esa fracción de alumnos que sí aprendía algo al finalizar sus estudios y sí sabía describir cómo circula la corriente en un circuito o cómo se hace la digestión. Su respuesta: "Bueno, pero es que esos son muy pocos. Nosotros tenemos que trabajar con la mayor parte de los alumnos, siendo cercanos a su realidad. No podemos centrarnos en lo que necesitan los más listos".
Ya lo saben, si un muchacho termina la ESO y no sabe que un cuerpo pesa distinto en la Tierra y en la Luna, no es que no lo haya aprendido: ¡es por la Alternativa Concepción!
El Formador explica que nuestros escolares no tienen ni han tenido nunca ni idea sobre ciencia. Según revelan varios estudios del Formador, los niños creen que, en un pequeño circuito eléctrico con una bombilla, la corriente sólo circula de la pila a la bombilla y no regresa a la pila; o que los alimentos llegan al estómago y ahí se quedan, no se aprovechan o expulsan. Y claro, parece ser que tras su etapa como escolares, el Formador vuelve a hacer encuestas a los mismos chicos y los resultados son similares: sólo una fracción de los alumnos aprende en el colegio nociones elementales acerca de algunos aspectos científicos.
¿Qué prescribe el Formador? Un nuevo palabro: ¡Los alumnos tienen concepciones alternativas en ciencia! Y esas concepciones alternativas, esas simpáticas chorradas que se publicaban en libros de antología del disparate o se enviaban por correo electrónico como paridas escritas en exámenes, son tan válidas como cualquier descripción científica rigurosa. El Formador dice que el alumno construye un modelo de la realidad, y la misión del profesor es enriquecer ese modelo, no corregirlo.
La justificación del Formador: lo importante es hacer que crezcan ciudadanos democráticos (sic). Y para eso no hace falta que aprendan que fuerza es igual a masa por aceleración, lo importante es que si les enseñan una foto de una pelota en movimiento sepan dibujar encima la flechita de la velocidad y la aceleración, pero nada de resolver un problema: ¡eso no sirve para nada!
Un ingenuo le pregunta al Formador si no cree que eso perjudica a las personas competentes del aula, a esa fracción de alumnos que sí aprendía algo al finalizar sus estudios y sí sabía describir cómo circula la corriente en un circuito o cómo se hace la digestión. Su respuesta: "Bueno, pero es que esos son muy pocos. Nosotros tenemos que trabajar con la mayor parte de los alumnos, siendo cercanos a su realidad. No podemos centrarnos en lo que necesitan los más listos".
Ya lo saben, si un muchacho termina la ESO y no sabe que un cuerpo pesa distinto en la Tierra y en la Luna, no es que no lo haya aprendido: ¡es por la Alternativa Concepción!