El 94% de los empleados de Renfe y el 88% de los empleados de Adif están afiliados a algún sindicato. La vida laboral de un ferroviario de la empresa pública española por excelencia discurre a través de enchufes, promociones internas y huelgas ocasionales. No existe cultura de atención al viajero, molesta que se diga que Renfe es un servicio (¡aquí no se sirve a nadie!), hay un entramado de supervisores comerciales, jefes de supervisores comerciales, mandos intermedios y jerifaltes, todos ellos asiduos de la noble tarea de pasar horas haciendo sudokus.
Para entrar en Renfe hay unas diez o veinte plazas anuales a través de convocatoria pública. Todas esas plazas son siempre para trabajar como ayudante ferroviario, instalador electricista o similares. Esas diez o veinte plazas son cubiertas todos los años por medio del enchufismo. Por promoción interna se asciende internamente a factor de circulación, a técnico de mantenimiento de infraestructura o a interventor. Por promoción interna se asciende nuevamente a jefe de circulación, a jefe de línea o a maquinista. Por no se sabe muy bien qué, un cierto porcentaje de empleados queda liberado para desarrollar en exclusiva sus tareas sindicales.
Ayer, el Semaf (el Sepla de los maquinistas de Renfe, por así decirlo) convocó y desconvocó una huelga en protesta por la ley del sector ferroviario, una ley que acaba con el monopolio de Renfe en la explotación de trenes de mercancías, quedando en manos del sector público el transporte de pasajeros y toda la infraestructura. Al sindicato de maquinistas le parece muy mal que otras compañías puedan operar por las vías de nuestro país, y que esas nuevas compañías contraten a personal que no sea de Renfe, que no tenga cultura de a ver cúanto le podemos sacar a la empresa, que ni siquiera esté afiliado al Semaf. De aquí a unos años, cualquiera podrá sacarse su licencia de maquinista, igual que ahora cualquier persona, con algo de dinero y dedicación, puede tener su licencia de piloto de avión. Al Semaf le parece mal, le parecía mal ayer, pero tras negociaciones con la ministra de Cemento a cambio no se sabe muy bien qué, ahora ya le parece bien.
Lo mejor habrá sido la cara de los que esta mañana no hayan ido a coger su tren de Grandes Líneas porque creían que estaba cancelado, hayan leído posteriormente la desconvocatoria de la huelga, y se hayan dado cuenta de que, puesto que su tren ha circulado y no lo han cogido, lo han perdido y no tienen derecho a devolución.
Para entrar en Renfe hay unas diez o veinte plazas anuales a través de convocatoria pública. Todas esas plazas son siempre para trabajar como ayudante ferroviario, instalador electricista o similares. Esas diez o veinte plazas son cubiertas todos los años por medio del enchufismo. Por promoción interna se asciende internamente a factor de circulación, a técnico de mantenimiento de infraestructura o a interventor. Por promoción interna se asciende nuevamente a jefe de circulación, a jefe de línea o a maquinista. Por no se sabe muy bien qué, un cierto porcentaje de empleados queda liberado para desarrollar en exclusiva sus tareas sindicales.
Ayer, el Semaf (el Sepla de los maquinistas de Renfe, por así decirlo) convocó y desconvocó una huelga en protesta por la ley del sector ferroviario, una ley que acaba con el monopolio de Renfe en la explotación de trenes de mercancías, quedando en manos del sector público el transporte de pasajeros y toda la infraestructura. Al sindicato de maquinistas le parece muy mal que otras compañías puedan operar por las vías de nuestro país, y que esas nuevas compañías contraten a personal que no sea de Renfe, que no tenga cultura de a ver cúanto le podemos sacar a la empresa, que ni siquiera esté afiliado al Semaf. De aquí a unos años, cualquiera podrá sacarse su licencia de maquinista, igual que ahora cualquier persona, con algo de dinero y dedicación, puede tener su licencia de piloto de avión. Al Semaf le parece mal, le parecía mal ayer, pero tras negociaciones con la ministra de Cemento a cambio no se sabe muy bien qué, ahora ya le parece bien.
Lo mejor habrá sido la cara de los que esta mañana no hayan ido a coger su tren de Grandes Líneas porque creían que estaba cancelado, hayan leído posteriormente la desconvocatoria de la huelga, y se hayan dado cuenta de que, puesto que su tren ha circulado y no lo han cogido, lo han perdido y no tienen derecho a devolución.