¿Hasta cuándo abusarás, Pepiño, de nuestra paciencia? Habrán notado una ausencia destacada la pasada semana: se adivinaba una vacante en la actualidad informativa diaria, se echaba en falta a un orador brillante y certero de incomparable dicción, a un émulo infatigable de Winston Churchill, a una figura del pensamiento contemporáneo, a un ejemplo moral para nuestros jóvenes. Nos referimos, por supuesto, a Pepiño Blanco, el secretario de Organización y Comunicación del PSOE que ni organiza ni comunica.
No es que el inefable Pepiño se haya marchado a disfrutar de unas merecidas vacaciones en su Palas de Rey natal, no. El impulsor de la teoría de los corrutos ha pasado los últimos días en Estados Unidos, entrevistándose con autoridades y altos funcionarios norteamericanos, tirando de agenda y haciendo gala de su excelente inglés, para defender la conveniencia de pactar con los terroristas en España.
Pero hete aquí que Blanco ha vuelto, y tras un fin de semana reposando, ha sido capaz de emitir una idea. Los muertos civiles libaneses no son un dolorosísimo efecto indeseado consecuencia de las hostilidades entre el ejército israelí y los terroristas de Hezbollah, sino que son un objetivo perseguido ex profeso por los malvados judíos, siempre deseosos de matar musulmanes porque sí.
Habría muchas formas de continuar o terminar este post, pero con las asquerosas invectivas de Pepiño Blanco, sólo nos queda decepcionarnos por esta izquierda, y desearle al secretario de Organización socialista que pase un mes de agosto en el que continúe cultivando ese gusto por la lectura que se adivina al escuchar sus discursos.
No es que el inefable Pepiño se haya marchado a disfrutar de unas merecidas vacaciones en su Palas de Rey natal, no. El impulsor de la teoría de los corrutos ha pasado los últimos días en Estados Unidos, entrevistándose con autoridades y altos funcionarios norteamericanos, tirando de agenda y haciendo gala de su excelente inglés, para defender la conveniencia de pactar con los terroristas en España.
Pero hete aquí que Blanco ha vuelto, y tras un fin de semana reposando, ha sido capaz de emitir una idea. Los muertos civiles libaneses no son un dolorosísimo efecto indeseado consecuencia de las hostilidades entre el ejército israelí y los terroristas de Hezbollah, sino que son un objetivo perseguido ex profeso por los malvados judíos, siempre deseosos de matar musulmanes porque sí.
Habría muchas formas de continuar o terminar este post, pero con las asquerosas invectivas de Pepiño Blanco, sólo nos queda decepcionarnos por esta izquierda, y desearle al secretario de Organización socialista que pase un mes de agosto en el que continúe cultivando ese gusto por la lectura que se adivina al escuchar sus discursos.
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24 de julio, y sigo sin mi nota.